Mesa de café
Los jóvenes y la noche
Erdosain
-Mi hijo está furioso con Barletta- dice José.
-¿Está furioso porque Barletta es radical o está furioso porque no lo deja emborracharse todas las noches?- pregunta Marcial mientras apoya en el platito el pocillo de café.
-Mi hijo no es alcohólico. Que una noche lo hayan detenido porque en una fiesta de fin de año tomó una copas de más no quiere decir que sea borracho- contesta José molesto por la observación. Marcial sonríe y hace un gesto con la mano como dando a entender que lo que acaba de decir no tiene mayor importancia.
-El problema -digo yo para echar paños fríos- son los menores, porque si los mayores quieren emborracharse allá ellos.
-Si y no -observa Abel- porque en la noche todos los gatos son pardos y las edades no se distinguen. Con esto quiero decir que si los menores no se emborrachan pero se emborrachan los mayores también estamos en un problema, sobre todo si como consecuencia de ellos hay muertos.
-Tampoco hay que pretender que la noche sea un sínodo episcopal- dice José
-Lo que sucede es que a la libertad hay que saber merecerla -dice Marcial- Yo no me asusto porque un pibe se tome una copas de más, me asombra que ahora además se emborrachen las mujeres, en mis tiempos eso no pasaba...
-...o no pasaba con tanta frecuencia- corrijo
-Está bien -contesta Marcial- no pasaba con tanta frecuencia, pero lo que quiero decir es que en aquellos tiempos si los muchachos cometían excesos la policía intervenía y se cerraban los boliches y cada uno a su casa.
-El problema -digo- es que si se cierran los boliches los muchachos no se vuelven a casa, van a ir a otro lado y lo que hay que preguntarse en todo caso es adónde van a ir y qué problemas nuevos se van a presentar.
-Yo me animaría a decir -agrega Abel- que el tema de los desbordes juveniles no tiene solución.
-Habló míster optimista -dice Marcial que le hace señas a Quito para que sirva otro té.
-Esperá que termine de hablar -contesta Abel- ustedes los reutemanistas siempre se apresuran, no pueden negar que les gustan las carreras.
-No pueden negar que son ligeros -agrega José.
Marcial, mientras tanto, le echa un terrón de azúcar a su té y se limita a sonreír.
-Como iba diciendo -continúa Abel- el tema no tiene solución porque desde que el mundo es mundo los adolescentes y los jóvenes en general se pasan de rosca. Mienten los que dicen que antes eran buenos y ahora son malos. El que dice eso miente o no salió nunca de noche cuando era joven.
-Sin ir más lejos -dice José- recuerdo que ya a principios de los años sesenta se hablaba de la droga y de las patotas juveniles
-Lo que digo -insiste Abel- es que si bien el problema no tiene solución aparente si es necesario encontrarla. En mis tiempos también había razias cuando nos poníamos insoportables y luego lentamente la noche retornaba a la normalidad. En síntesis, cuando se portan mal hay que apretar y después aflojar la mano.
-O sea, que a vos te parece que lo que reclama Barletta está bien- dice José.
-Habrá que ver lo resultados -contesta Abel- pero su razonamiento es correcto.
-No comparto- concluye José.




