El cementerio de poetas en Roma

Annalice Furfari - Redacción de El Litoral

(EFE)

Nuevamente este año, en oportunidad del Día de los Difuntos, los deudos brillaron por su ausencia en el cementerio no católico, conocido también como el de “los poetas y artistas”. Muy pocos visitantes se aventuran a redescubrir sus raíces culturales, honrando la memoria de los hombres que imprimieron sus huellas en la historia, y se acercan al cementerio no católico, conocido además como el “cementerio protestante”, “de los extranjeros” o “de los poetas y artistas”, por la presencia de tumbas de personajes del mundo del arte y de la cultura.

Entre éstas, destacan las de dos de los máximos exponentes de la poesía romántica inglesa, Percy Shelley (1792-1822) y John Keats (1795-1821), que murieron ambos en Italia, y la del intelectual y fundador del Partido Comunista de Italia, Antonio Gramsci (1891-1937). También descansan allí los restos del gran escritor argentino Rodolfo Wilcock.

El cementerio se sitúa en una posición privilegiada, el barrio de Testaccio, al lado de la Pirámide Cestia, un edificio sepulcral de estilo egipcio, que fue erigido entre los años 18 y 12 a.C como tumba para el patricio Cayo Cestio, miembro de los “Septemviri Epulones”, los encargados de organizar banquetes en honor de los dioses.

La presencia de una pirámide en el corazón de Roma no tiene que extrañar, ya que Egipto se convertió en una provincia romana en el 30 a.C. y sus tendencias culturales y arquitectónicas, así como sus costumbres, se pusieron de moda incluso en la capital del Imperio.

A pesar de su situación, el cementerio no católico es una pequeña joya olvidada, descuidada por los italianos y visitada sólo por esporádicos turistas extranjeros, sobre todo británicos y alemanes, que parecen pasar allí por casualidad.

El cementerio protestante fue abierto oficialmente el 11 de octubre de 1821, a través del edicto de la Secretaria de Estado del Papa Pío VII (1742-1823), aunque la primera sepultura ya se llevó a cabo en 1738 y fue la de un joven estudiante de Oxford (R.Unido), llamado Langton. La legislación del Estado Vaticano no permitía enterrar en las iglesias o en tierra consagrada a los que no eran católicos, es decir protestantes, judíos, ortodoxos, suicidas y actores.

Todos ellos eran sepultados fuera de las murallas, en el campo colindante y, con el pasar del tiempo, su número creció gracias al Romanticismo y al Neoclasicismo que animó a muchos estudiantes, intelectuales y actores del Norte de Europa, a trasladarse a Roma. Por ello, y a comienzos del XIX, los representantes diplomáticos de Prusia, del Principado de Hannover (Alemania) y Rusia pidieron al cardenal Consalvi, el entonces secretario de Estado pontificio, permiso de construir el cementerio no católico.