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“Un ídolo al alcance de la mano”

Anécdotas familiares y de amigos; imágenes que recorren una carrera que impactó en varias generaciones y un recuerdo que todavía perdura dos décadas después de su muerte en la biografía de Alberto Olmedo, escrita por su hijo Marcelo.

textos ANALÍA PAEZ (Telam Cultura) / FOTOs EL LITORAL.

 

La biografía “El negro Olmedo, mi viejo” -escrita por su hijo Marcelo- muestra el lado nunca expuesto del capocómico rosarino que fue furor en los “70 y “80 tanto en teatro, cine como en televisión y que murió trágicamente en Mar del Plata.

A partir de su infancia la vida del padre se despliega en este texto que, sin hacer hincapié en algún período específico, revela aspectos desconocidos del artista siempre desde la perspectiva de un hijo.

Consultado sobre si con el libro buscó darle un cierre a algún tema pendiente, Olmedo comentó en charla: “Cerré... igual creo que lo había hecho de algún modo, pero esto ayudó por si quedaba alguna hendija abierta. Estuvo bueno hacerlo. Fue un proceso con momentos divertidos, a veces tristes y un poco solitario”.

El primer capítulo hace referencia a ese 5 de marzo de 1988, fatídico, día en el que Olmedo cayó de un balcón en Mar del Plata, mientras estaba acompañado por su última pareja Nancy Herrera.

“El teléfono sonó un poco antes de las 8 de la mañana. (...) Ignoré el teléfono y seguí durmiendo. Segundos después entró en la habitación mi vieja y con ojos húmedos me dijo: ¡En la radio están diciendo que tu papá se mató! ¡No puede ser....!”, relató.

“No te fuiste antes de tiempo. Te fuiste en el momento justo (...) quedaron asuntos pendientes para hablar con vos en esta época si hubieses estado. Porque recién ahora nos habríamos comprendido en profundidad. Pero no se puede tener todo en la vida”, escribió el hijo del célebre rosarino.

DE PICHINCHA A BUENOS AIRES

La obra de Olmedo (h) muestra a un hombre sin límites, sus mujeres, sus amigos y su trabajo realizado a través de una cronología ajustada que no se saltea ninguna etapa.

Olmedo nació en 1933 en el barrio Pichincha, de Rosario. Vivió con su madre, Matilde, y no supo por mucho tiempo quién fue su padre.

Mientras cursaba en la Escuela Seguí hacía repartos en una verdulería y también en una carnicería. A los 14 años ya se había integrado como “claque” del teatro La Comedia.

A los 21 años decidió venir a Buenos Aires para probar suerte. Entró a Canal 7 cómo técnico -y al mismo tiempo protagonizó el ciclo infantil Joe Bazooka- y conoció a Judith Jaroslavsky con quien se casó y tuvo tres hijos: Fernando, Marcelo y Mariano. Luego se casó con Tita Russ y tuvo otros dos hijos: Javier y Sabrina.

IMÁGENES Y PALABRAS

Editado por Estática Editorial, la biografía incorpora testimonios de algunos miembros de su familia (Judith Jaroslavsky, sus hijos Mariano, Javier, Sabrina y su hermana Pelusa) y colegas de la profesión como Gerardo Sofovich, Guillermo Francella, Nito Artaza, Juan Carlos Calabró y Emilio Dissi. También César Luis Menotti, su amigo santafesino “Chiquito” Reyes, el artista español José Sacristán, y el mozo del restaurante Fechoría, Rodolfo Fernández, entre otros.

Suma anécdotas familiares, o con amigos, y fotos del entrañable “negro” Olmedo que muestran el desarrollo de su carrera artística: “El Capitán Piluso”, “El manosanta”, “Rucucu”, “Tootsie” y Alvarez y junto a Jorge Porcel, Juan Carlos Altavista, Carlos Monzón, y las chicas que lo acompañaron en sus últimos trabajos: entre ellas, Susana Romero, Beatriz Salomón, Silvia Pérez y Adriana Brodsky.

“UN TIPO COMÚN”

“Lo que trato de mostrar es que era un tipo común, muy agradecido de la vida, quizás por su origen humilde. No andaba con los vidrios polarizados pero sí le gustaba el contestador automático -lo más avanzado en esa época en el rubro comunicaciones- y estar con los amigos compartiendo una buena copa”, desgranó el biógrafo.

“A mí me quedo eso de brindar ‘por que nunca nos falte’, como lo hacía él”, agregó.

¿Lo escribiste como para que nadie se olvide de tu padre?, se le preguntó. “Lo hice para sacarme de encima el tema. Si lo olvidan o no, no me importa. Algún día va a ser olvidado, pero ya pasaron 20 años y sigue en la mente de los argentinos”, subrayó su hijo con orgullo.

“Mi papá era un ídolo al alcance de la mano. Me imagino que eso tendrá que ver con su carisma. Me sorprendió que todos los que realmente lo conocieron resaltan su generosidad con todo el mundo, incluso con gente que no conocía”, deslizó.

Y ejemplificó: “El viejo estaba un poco cansado de manejar sobre todo cuando salía de gira (...) y no sé cómo apareció ni cómo lo contrató, lo que sí recuerdo es que el hombre -un negro simpático según papá- estaba sin laburo. Lo nombró chofer, pero el tipo no sabía manejar, así que se sentaba en el asiento del acompañante y mi viejo iba al volante”.

Para el hijo, hay algo que le llama mucho la atención: “Mi viejo le pegó a unas 3 o 4 generaciones y sobre todo a los chiquitos que vieron sus películas en la década del “90, y que se hicieron sus admiradores, hasta son fans de Olmedo en Facebook y eso sí me sorprende un poco”.

Y ante la pregunta de cuál es el personaje que más le gustó de su padre, respondió: “Sin lugar a dudas: Alberto Olmedo”.

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