Dueto humorístico De Feo-Belenguer

Buscando la risa con identidad local

La dupla artística se presentará mañana, en El Retablo en dos funciones, con su espectáculo “En vivo y con pretensiones”. Allí se recopilan varios de sus más recientes sketches.

Ignacio Andrés Amarillo

[email protected]

Mañana, en El Retablo (Moreno 2441), el dueto humorístico De Feo-Belenguer presentará su espectáculo denominado “En vivo y con pretensiones” en dos funciones: una a las 19.30 y otra a las 21. La entrada tendrá un valor de $ 10 pesos. Por reservas, llamar al 4534843.

Según José María De Feo, se trata de “un recopilatorio de diversos sketches que fuimos haciendo en distintos lugares; no es un espectáculo que tenga un montón de luces y sonido (risas). Va a ser al estilo nuestro: minimalista, solamente con nuestra presencia y alguno que otro elemento. Y con mucha participación del público: lo que hacemos es interactivo, bien cercano a la gente, que se sientan cerca del show”.

—Al estilo del café concert...

—Sí. El estilo de humor nuestro (el que estamos haciendo ahora) es de sketches cortos, de 10 ó 15 minutos, donde tratamos de tomar temas de la actualidad o de la vida cotidiana también, y llevarlos a algún nivel de absurdo, con mirada irónica sobre la realidad. No solamente sobre la realidad actual: en tiempos anteriores siempre hablábamos de política; ahora estamos más dedicados a hablar de la vida cotidiana del santafesino, los personajes santafesinos. Los periodistas también aparecen: como somos locutores tenemos cierta inquietud periodística: tratamos de pintar la realidad como lo haría un periodista, pero de una manera un poco más cómica.

Por ejemplo: tenemos un sketch donde un comerciante está buscando cobrar un cheque de una venta que le hizo a la Municipalidad; entonces tiene que pasar por algunas peripecias para poder lograrlo. O por ejemplo una reunión de padres, en la que una maestra quiere explicarle a todo el grupo (compuesto por el público) lo que está pasando en la escuela, y hay un padre bastante molesto que no hace más que interrumpir.

Siempre trabajamos con la dinámica del protagonista y antagonista.

—No es algo que se esté haciendo mucho acá.

—No he visto. Sé que hay muchos grupos de teatro que hacen obras cómicas, pero así que hable de Santa Fe no tanto. A nosotros nos gusta hablar de Santa Fe, porque la gente se identifica con ciertos personajes. En la última actuación en el restaurante árabe, en el que estamos habitualmente, hicimos el sketch de la maestra, y justo dio la casualidad de que había una mesa llena de maestros, que eran los que más se reían del asunto. U otras veces hemos nombrado a los empleados municipales, voy a la Municipalidad a hacer un trámite y me agarran: siempre hay alguien que te ve y te reconocen, pero siempre se lo toman con humor, nadie se ha ofendido por algo que hayamos dicho. Tampoco lo hacemos de una manera ofensiva.

Siempre hay alguno que te dice “¿por qué se tiran contra tal?”, y no es “tirarse contra”, es “hacer humor sobre”: de lo primero que nos reímos es de nosotros mismos. Sobre todo porque yo en mi “otra vida” soy comerciante, y mi compañero Rubén (Belenguer) es empleado público, entonces también hacemos humor sobre eso.

—Son bien santafesinos los dos...

—Todos nuestros personajes se llaman José o Rubén: es una forma de decir “nosotros también somos parte de esta sociedad” de la que nos reímos sanamente.

Interacción permanente

—En esta etapa han trabajado mucho en el restaurante o en otros lugares nuevos...

—Veníamos de trabajar en radio y televisión. En esta segunda etapa preferimos, antes de entrar en medios, presentarnos ante la gente directamente. Habíamos comenzado con una serie de peñas en el bar de ATE Casa España. Ahí se fueron creando estos sketches. Lo hacíamos mensualmente, y cada mes era todo distinto, no se repetían. La idea era tratar de convocar a otros humoristas que también quisieran participar, como en las penas folclóricas donde la guitarra va circulando. Queríamos generar una comedia abierta. No conseguimos otra gente que se prenda, entonces los hacíamos participar nosotros: metíamos dentro de los sketches a alguien del público; y vimos que así sí la gente quiere participar.

Después, la gente de la casa árabe nos llama para hacer una vez por mes unos sketches en unos almuerzos prepagos. Ahí se fueron pergeñando nuevos números, fuimos encontrándole la vuelta al formato también, y de ahí sale este espectáculo, que en esta etapa va a ser el primero con el público totalmente enfrente, no en mesas; ya con luces, con un formato más teatral. Ya llegarán más adelante la pantalla gigante, el humo, los efectos (risas), algo que nos gustaría también.

Pero nos gusta esto de tener al público ahí: no actuar en lugares enormes, quizás no es todavía lo nuestro. Los sketches son más bien intimistas.

—Ese ida y vuelta con el público no lo podés tener en una sala grande.

—En un teatro ya es difícil, porque tenés que bajar. Ahí tenés que armar otra cosa. Algunos son sólo juegos entre nosotros, pero varios tienen esa dinámica de “sketches de campamento”.

1.jpg

José María de Feo y Rubén Belenguer: unidos por el humor y la complicidad, a través de los años.

Foto: Gentileza producción

El regreso

—Estuvieron seis años sin trabajar juntos. ¿Cómo se dio la vuelta?

—Fue más negociada que la vuelta de Soda Stereo (risas). Estuvimos juntos hasta 2002; después hubo momentos de tensión. A finales de 2007 empezamos a hablar y volvimos en 2008 con las peñas.

Fue como una necesidad de los dos: nos encontrábamos en reuniones de los compañeros de locución, nos poníamos a hablar; es como una ex novia que uno nunca olvida (risas), con la que te ponés a hablar y algo pasa.

Dijimos “tenemos que volver”; olvidamos aquellos problemas, explicaciones de por medio: no van a volver a ocurrir. Ese impasse ha sido bueno para encontrarle una nueva vuelta creativa al dúo: hay una nueva dinámica de trabajo, otro entendimiento entre nosotros que nos permite crear más fácilmente.

—¿Qué es más fácil: convencer a un ex compañero de dúo o a una ex novia?

—Creo que a un ex compañero (risas).

—Seguramente... ¿Está la idea de volver a los medios?

—Nos gustaría. No como antes, haciendo un micro para un tercero, sino en uno propio, donde podamos explayarnos a nuestras anchas; cosas libretadas o improvisadas, porque nos ponemos a hablar y empezamos a improvisar cosas sin sentido, pero muy divertidas. Si tuviéramos dos horitas semanales... por lo menos nosotros nos divertiríamos, no sé la gente (risas).