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Historias de partidas,  desuniones y encuentros

En junio se reunieron los Fernández de Ullivarri en Salta.

Historias de partidas, desuniones y encuentros

Dos hermanos partieron de España buscando mejores posibilidades de vida. Pero el destino los separó por alguna cuestión que sus descendientes desconocen. Éstos se reúnen para homenajearlos.

TEXTOS. MARIANA RIVERA

Carmen Fernández de Ullivarri se comunicó con De Raíces y Abuelos para recordar los lindos momentos que pudo vivir con su familia el 13 de junio pasado, en la ciudad de Salta, cuando tuvo la oportunidad de reencontrarse con sus primos que viven en Tucumán, Salta y Jujuy.

“Yo hacía 34 años que no iba a Salta, desde que murió mi papá”, admitió cuando charló con De Raíces y Abuelos para contar cómo fue aquel encuentro de los integrantes de esta familia, en donde no faltaron las emociones, los recuerdos y el merecido homenaje a quienes la iniciaron en nuestro país: Ángel y Miguel Fernández de Ullivarri.

Estos dos hermanos nacidos en Vitoria, España, llegaron a la Argentina a fines del siglo XIX para buscar nuevos rumbos. Pero la vida no les permitió -por alguna caprichosa cuestión del destino- seguir creciendo juntos.

“Mi abuelo Ángel vino de España con su hermano Miguel, cuando tenía 17 años. Cuando llegaron a Buenos Aires le robaron todo lo que traían, se quedaron con nada. Primero fueron a Casilda y después a Entre Ríos. Qué pasó entre ellos nunca lo supimos pero mi abuelo se fue para Salta, adonde tenía una gente conocida, y su hermano, que era más chico, recorrió casi todos los países de Sudamérica, Cuba y se radicó en México. Era torero y vivió de su profesión”, contó Carmen.

El motivo por el cual -agregó- los hermanos vinieron fue buscar una mejor vida. Mi abuelo volvió a España cuando murió su mamá. Allá quedó una hermana, Carmen (nacida el 29 de abril de 1896 y fallecida el 8 de mayo de 1953). Se vinieron sólo los dos varones. En el 56 también volvió con mi abuela, siempre de visita, que a veces hasta duraba 6 ó 7 meses, pero no para quedarse. El otro no volvió nunca más.

Ángel había nacido el 2 de octubre de 1887 y falleció el 10 de octubre de 1982, mientras que su hermano Miguel había nacido el 6 de noviembre de 1890 y fallecido el 6 de julio de 1960.

Y continuó: “Nadie en la familia sabe por qué los hermanos se distanciaron; nunca se supo. Lo que me decían los familiares que tenemos en México es que si hubieran sabido antes de todo esto hubieran viajado cuando los abuelos vivían, ya que vinieron cuando ya habían fallecido. Pasó muchísimo tiempo y entre los dos hermanos no tuvieron conexión. Mi abuelo, después, a través de la embajada, pudo contactarse con él y empezaron a intercambiarse fotos de la familia. Pero ellos no se volvieron a ver. Quienes después se conectaron fueron los primos de mi papá, que han venido a la Argentina”.

VISIONARIO Y TRABAJADOR

Ángel Fernández de Ullivarri se casó el 8 de diciembre de 1910, a los 23 años, con Margarita Schulza, quien había nacido en Salta el 8 de diciembre de 1892 (y falleció el 5 de enero de 1988), aunque sus padres eran alemanes.

Carmen contó que “los abuelos fueron a vivir a la casa de los abuelos maternos de mi papá y después ellos compraron la casa y fueron a vivir ahí, en Florida 459 de esa ciudad. Hoy, de esa casa de los abuelos -convertida en cochera- sólo queda una puerta y la galería. Al lado vivía mi tía, casa que también había comprado mi abuelo. Cuando él murió, la abuela se fue a vivir a barrio Casino, adonde estaba su hija, y prestaron la casa para que funcionara la Casa de Betania, que atiende chicos con problemas de adicciones. La casa se deterioró y recién se vendió cuando murió la abuela. Mi abuelo, tan visionario como era, construyó en Salta un local enorme y un departamento arriba, hoy ubicado en plena peatonal, que pertenece todavía a la familia”.

Cuando se vendió esa casa familiar, un integrante de los Fernández de Ullivarri escribió una poesía que decía: “Hoy quise buscar las risas y los juegos de mi infancia, y un puñado de caricias que poblaron esta casa. Hoy quise ver esos patios con travesuras de primos y en las siestas de verano en la quinta comer higos. el tiempo todo lo cambió, quedan las casas vacías, como árboles invernados, con raíces y sin vida. Lo que sí vive es Amor, Amor de hoy, que sí es vida, es vida dar un abrazo y sentirnos cada día”.

Asimismo, recordó que “mi abuelo trabajó en un almacén y dormía en la estación de trenes. Era tenedor de libros y empezó a llevar la contabilidad de ese almacén. Y se conectó con mucha gente y ahí empezó a hacer la diferencia porque pudo hacer estudiar a todos sus hijos. Todos ellos pudieron ser profesionales, en una época difícil. Uno se fue a estudiar a La Plata y mi papá vino a Santa Fe, y los otros se quedaron en Tucumán, Salta y Jujuy. El 80% de los descendientes son profesionales”.

Margarita y Ángel tuvieron seis hijos: Ángel (26 de febrero de 1913), Alfredo (12 de julio de 1915), Roberto (22 de febrero de 1918), Margarita (3 de agosto de 1920) y Alberto (4 de mayo de 1923) y Darío (3 de junio de l926).

Con respecto a su abuela, Carmen explicó que “era maestra y trabajó mucho tiempo en el campo, cerca de Formosa. Antes, Salta no estaba tan delimitada como provincia e incluía lo que actualmente era Formosa. Mi abuelo la había tenido que asistir como partero porque era una zona muy alejada. Ella estaba con uno de sus hermanos, que le hacía compañía, y los hijos. Cuando éstos fueron más grandes, los mandaba con mi abuela a Salta para que pudieran seguir estudiando. Incluso, mi papá estuvo pupilo porque no tenía con quién dejarlo”.

EL ENCUENTRO

Un primo de Carmen de Salta le propuso reunir a la mayor cantidad de miembros de la familia. “Teníamos la idea pero pensábamos que como éramos muchos no íbamos a poder concretarlo. Pero empezamos y empezamos,y lo logramos. Cada uno armó la historia de su rama familiar y cuando estábamos en la fiesta mostramos un video en donde se decía de los abuelos “él era vasco, ella era buena’. Mi papá era terco y se enojaba mucho”, reconoció con una sonrisa Carmen.

El encuentro familiar realizado el 13 de junio pasado consistió un almuerzo que tuvo lugar en la ciudad de Salta. Pero -aclaró Carmen- después nos juntamos en una casa y a la noche comimos un lechón en otra. Éramos muchos y no queríamos desaprovechar la oportunidad de quedarnos un poco más.

Como recuerdo de esta reunión, los descendientes de cada uno de los hermanos Fernández de Ullivarri recibieron una carpeta que guarda en sus páginas la historia familiar y gran cantidad de fotografías que fueron recopiladas en las diferentes ramas de sus integrantes.

Además, los que pudieron participar del encuentro -que llegaron desde Salta, Tucumán y Jujuy, además de los de Santa Fe- tuvieron la oportunidad de “pasar por donde mis abuelos habían pasado su luna de miel”, relató.

EN CONTACTO

En este sentido, Carmen aseguró que “ahora, a través del mail y el teléfono, nos seguimos comunicando. Ninguno quiere romper esos lazos que conseguimos afianzar. Tengo una hija de 28 y otro de 30 años, que no querían ir al almuerzo porque no conocían a la gente. Sin embargo, sobre todo el varón, quedó apasionado con el encuentro y organizaron varias peñas con los más jóvenes que fueron al encuentro, que eran muchos”.

Y agregó satisfecha: “Después de esta reunión familiar me conecté con nuestros familiares de México, ya que quienes vivimos en Santa Fe no estábamos en contacto con ellos, pero sí los de Salta. Si el año que viene pueden venir nos volveríamos a reunir para incluirlos. De esa manera, la reunión estaría más completa. Además, tengo unas primas viviendo en Italia y casualmente habían viajado a Salta, así que los primos estábamos todos”.

Por último, destacó que “mi tío Roberto vivía en Tucumán, pero sus hijos también están viviendo en parte de Salta y Jujuy. En su mayoría son ingenieros agrónomos. Roberto fue un ingeniero agrónomo muy conocido en esas provincias, ya que fundó las primeras cooperativas de caña de azúcar. Otro tío, Darío, también ingeniero agrónomo, logró en el Inta -a través de sus investigaciones- una variedad de tabaco, que es la más plantada en el norte”.

Y agregó una curiosidad de la familia: “Mi abuelo le puso a su primer hijo Miguel como nombre, que era como se llamaba su hermano, y Miguel, su hermano, hizo lo mismo con su hijo y lo llamó Ángel, como su hermano. Ellos ni sabían esto pero representaba cómo había prendido esa relación entre los hermanos”.

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Muchas fotos familiares se intercambiaron en el encuentro.

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Margarita Schulza era salteña pero hija de inmigrantes alemanes.

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La foto recuerda el aniversario de bodas de Margarita y Ángel.

UNA DECISIÓN NO MUY ACEPTADA

Carmen contó que “mi papá Alfredo vino a estudiar a Santa Fe, se casó con Luisa Martínez (con quien tuvo tres hijos: Rosa, Carmen y Alfredo) y se quedó en la ciudad. Mi papá vivió en una casa ubicada en Buenos Aires 3269 de nuestra ciudad, desde los 15 años, adonde me casé”.

Asimismo, mencionó que “cuando se recibió se volvió a Salta para las fiestas de fin de año y ahí le dijo a sus padres que estaba de novio con una chica de Santa Fe. Pero fue todo un lío porque ellos tenían la idea de que volvía a Salta a trabajar. Él decía que ni loco volvía a Salta, porque ya se sentía santafesino por todos los años que hacía que vivía en nuestra ciudad. Pero él igual se volvió a Santa Fe, se casó con su novia y mis abuelos no vinieron al casamiento. Estaban muy enojados, aunque con el tiempo se les pasó”.

Sin embargo, aclaró que “después volvíamos nosotros para fin de año a Salta. Recuerdo que una vez fuimos en taxi, que era de un amigo de mi papá. Creo que demoramos 24 horas y llegamos casi al filo de los festejos. En Salta, los regalos de Reyes eran más importantes que los de la Navidad, a diferencia de lo que ocurre acá. Allá eran todos muy católicos y conservadores”.