La dolorosa realidad de las adicciones
“Era esclavo del alcohol,
aun cuando no tomaba”
Roberto comenzó a consumir a los 26 años. Hoy tiene 60 y asiste a Alcohólicos Anónimos (AA). Omar también se inició con la bebida, que le abrió la puerta a otras drogas. Desde hace 17 años forma parte de AA. Dos hombres que perdieron lo que más querían, pero lograron recuperar sus vidas.
Luis Candioti y Carlos Tepp -secretario de Gobierno de Santo Tomé- participaron del 1º Encuentro Provincial de Grupos Solidarios y Autoayuda en el Abuso de Sustancias Psicoactivas, el 20 de noviembre pasado.
Foto: Flavio Raina
Agustina Mai
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Roberto fue alcohólico durante 28 años; Omar también empezó con el alcohol y después siguió con otro tipo de drogas. Roberto definió al alcoholismo como “una enfermedad muy dolorosa que no se cura, sólo se le puede poner un tope”. Asimismo reconoció que “tiene consecuencias indeseadas como la violencia familiar, accidentes de tránsito y otras adicciones a partir de un par de copas”.
Por su parte, para Luis Candioti, director provincial de Prevención y Asistencia de Conductas Adictivas, no hay diferencia entre las drogas legales -el alcohol- y las ilegales -cocaína, estupefacientes, etc.- (Ver El alcohol, droga de inicio).
Lo que se pierde en el camino
“Empecé a tomar alcohol a los 26 años. En ese entonces estaba casado y tenía un bebé. Empecé a estudiar en la universidad, lo cual era todo un desafío, trabajando y con una familia a cargo. De lunes a viernes llevaba una vida ordenada, pero cuando llegaba el fin de semana me encerraba en mi casa a tomar. No iba a ningún lado y el domingo dormía la mona para recuperarme para el lunes. Desde afuera, nadie se hubiese imaginado que yo tomaba”, contó Roberto, que hoy ronda los 60 años.
Esta adicción repercutió en todos los aspectos de su vida. La carrera universitaria se le hizo cuesta arriba y cuando le faltaban muy pocas materias para recibirse de contador, tuvo que desistir. “Las últimas tres materias que rendí fueron un desastre. No me daba la cabeza, no me podía concentrar y perdía la memoria. Todo como consecuencia del alcohol”, recordó.
Pero no sólo perdió la posibilidad de cumplir el sueño de ser profesional. También su mujer, cansada de la adicción y los problemas que acarreaba puertas adentro, decidió separarse.
Roberto comenzó un tratamiento con un psiquiatra. “Él me dijo que yo estaba toda la semana esperando que llegara el viernes para poder tomar. Que era esclavo del alcohol, aún cuando no lo tomara, porque era en lo único que pensaba. Eso no me gustó nada y no fui más”.

“El mayor problema de consumo es el alcohol y es el que se está metiendo con mayor connotación inofensiva, blanqueado por todas las publicidades, ofertas y ejemplos familiares”, asegura el Dr. Luis Candioti.
Foto: Archivo El Litoral
El alcohol, droga de inicio
“No hay diferencia entre sustancias legales e ilegales”, sostiene el doctor Luis Candioti, a modo de axioma. De esta manera, el alcohol se incluye dentro de las prioridades de la Dirección Provincial de Prevención y Asistencia de Conductas Adictivas, a su cargo.
“El mayor problema de consumo es el alcohol y es el que se está metiendo con mayor connotación inofensiva, blanqueado por todas las publicidades, ofertas y ejemplos familiares. Es parte del paisaje y nadie lo ve como un peligro”, continuó el especialista.
Una de sus mayores preocupaciones es que no es considerado como un problema de salud cuando se sabe que “el alcoholismo y el consumo anexo de otras sustancias psicoactivas son el mayor problema en la Argentina en este momento”. En este sentido detalló algunas de sus consecuencias, como cirrosis, cáncer de estómago y de páncreas, problemas colónicos, vasculares, neurológicos, deterioro del sistema nervioso periférico, polineuritis, parálisis, tabes y demencia. A esto se le debe sumar “la cuota de accidentes de tránsito -que en un 90% están vinculados al consumo de alcohol-, los trastornos en el núcleo familiar, problemas con los hijos, deserción escolar, dificultades para la socialización, etc.”.
La peligrosidad del alcohol radica en que está difundido de manera mucho más notoria que el consumo de otras sustancias y es el eje del policonsumo. “Muy pocas personas consumen otra cosita sin consumir alcohol”, concluyó Candioti.
Narcóticos anónimos
El grupo “Camino a la libertad” se reúne martes, jueves y sábados -de 20 a 22 -en Crespo 3770 (Parque Garay). El encuentro es sólo para adictos y no se realiza el primer sábado de cada mes. Tel.: (03426) 153-09993.
Fono ayuda
El 0800-555-6743 atiende de lunes a viernes de 7 a 19. Asiste ante todo tipo de adicciones: alcoholismo, narcóticos, ludopatía, etc.
La soledad del alcohólico
Después de varios tratamientos frustrados, alguien le comentó que en Santa Fe existía Alcohólicos Anónimos (AA). “Tenía alguna idea de lo que era por las películas, pero pensé que esos grupos sólo estaban en Estados Unidos”, detalló. La primera sugerencia de asistir al grupo no fue bien recibida; lo mismo sucedió la segunda vez que alguien se lo recomendó. La tercera fue la vencida. ¿Por qué esa vez sí se animó a asistir a AA? “Porque ya había sufrido lo suficiente y había tocado fondo”, explicó Roberto con tono pausado.
¿Qué es lo que hace el grupo cuando llega un nuevo miembro? “Sólo podemos darle una primera asistencia y contención. Es como una sala de primeros auxilios. Tratamos de sacarlo del pozo muy profundo, porque llega conmocionado y en un estado de desesperación”, especificó.
Inmediatamente se le da el patrocinio de dos o tres compañeros, a los que puede llamar las 24 horas del día. En este sentido, los celulares permiten estar en contacto en cualquier momento. “El alcohólico es un hombre muy solo. No conozco un alcohólico que no haya perdido lo que más quería. Recién cuando ingresé al grupo me di cuenta de mi propia soledad”, aseguró Roberto.
¿Hay algún requisito para ingresar a Alcohólicos Anónimos? Roberto y Omar son contundentes en su respuesta: “El único requisito es que la persona quiera dejar de tomar”. Ellos vivieron en carne propia que “no se puede ayudar a quien no quiere ser ayudado”.

En la ciudad de Santa Fe existen cuatro grupos de AA y en Santo Tomé, dos. De uno de ellos, se desprendió Narcóticos Anónimos (NA), del que Omar es uno de los miembros fundadores. “Empecé en Alcohólicos Anónimos porque en una ronda de amigos con los que nos juntábamos a tomar, uno dijo que no tomaba más porque estaba yendo a un grupo. Me sorprendió esta actitud. Así llegué, hace 17 años, a AA y desde hace 4 años formo parte de Narcóticos”, contó Omar.
Este hombre, de unos 40 años, empezó consumiendo alcohol y después probó otras drogas. “No me faltó nada. Mi vida fue una montaña rusa, pero siempre hacia abajo. Todo producto del autoengaño: creía que con las drogas tenía éxito. Después me di cuenta que nada que ver”.
Ese darse cuenta vino de la mano de AA. “Era la última puerta que me quedaba por golpear. Estaba por perder mi familia. Tenía un hijo de un año y en ese entonces prefería divorciarme antes que dejar de consumir. Para mí, el consumo estaba por encima de todo”, aseguró.
Como otros, Omar llegó al grupo “pensando que era lo peor del mundo”, pero se encontró “con personas que pasaron por lo mismo”. ¿Qué se le dice a esa persona que llega por primera vez, desesperada y con varios fracasos encima? “Nosotros estamos convencidos que cualquier persona puede dejar de consumir cualquier sustancia por 24 horas. Nuestro programa es sólo por hoy; el futuro no existe. Nosotros decimos que está más limpio el que se levantó más temprano, porque esa es la medida que tenemos en cuenta: la de cada día”, concluyó.
Alcohólicos anónimos
Uno de los grupos de Santa Fe se reúne martes, jueves y sábados -de 19.30 a 21- en Zavalla 3351 (ex Hospital Italiano). Tel.: (0342) 155-317603; [email protected]. El grupo Luján funciona en Santo Tomé, en Castelli y Necochea, los lunes, miércoles y viernes de 20.30 a 22.