SEÑAL DE AJUSTE

Sueños de chocolate

Sueños de chocolate

La noche del jueves, con el 53,63% de los votos telefónicos, el público de ShowMatch seleccionó como finalista a Ricardo Fort.

Foto: Gentileza Ideas del Sur

 

Roberto Maurer

En los partes médicos acerca del estado de Sandro, se ha informado que el paciente sigue mirando televisión. ¿Qué pasará por su cabeza cuando aparece Ricardo Fort en “Showmatch”, y canta “A mi manera”? ¿Qué pensará Sandro de las nuevas figuras masculinas del espectáculo, con cuerpos esculpidos con gimnasio y anabólicos, y luego tapizados con tatuajes? Antes que sobrevivir para ver cómo un patovica se convierte en su heredero, es posible que Sandro devuelva los pulmones que le donaron. Cuando se internó para operarse, Ricardo Fort era casi nadie, ya que se transformó en estrella en tres meses y hoy es un favorito del público, cuyo voto del jueves acaba de salvarlo nuevamente, para ingresar a las semifinales del próximo lunes.

Esa noche no estuvo su rival Matías Alé para acompañar a la participante Silvina Escudero, su novia, sexualmente acosada por el millonario, con quien se produjo un altercado que provocó un ataque de vértigo a la jurado Graciela Alfano, y que posiblemente se retiró descompuesta porque esa noche no pudo soportar la idea de que no era el centro de atención. El fabricante de chocolate se alteró con un juego de palabras, cuando Matías Alé sugirió que era una “chocoloca”. Superada la descompensación, espléndida, el jueves volvió Graciela Alfano, pero se registró la ausencia de la Hiena Barrios, que acompaña a Matías Alé para desalentar a los guardaespaldas de Ricardo Fort. El ex titular superpluma de la OMB faltó porque estaba en la comisaría 31 luego de romper el auto importado de Jorge “Acero” Cali, campeón de kick boxing y matón de Guillermo Moreno.

En cuanto al enfrentamiento entre Ricardo Fort y Matías Alé, los interesados pueden recurrir a la hermenéutica de Chiche Gelblung. Según su interpretación, se trata de una pelea entre ricos y pobres, en alusión al capital de uno y al ascenso laborioso del otro, desde abajo, y también por abajo, si se tiene en cuenta que contó con el apoyo de Graciela Alfano, su entonces pareja. Y si el clasismo del enfoque resulta demasiado esquemático, Gelblung propuso otro equivalente, más culto, que extrajo de la historia de nuestra literatura: citó a Florida y Boedo, o sea al alineamiento de escritores bananas frente a los escritores del pueblo.

Tuvo la palabra

Ricardo Fort es una especie de Guy Williams vestido de trapecista y, lo que es más, saluda al público como los artistas de circo. Esa noche se emocionó y lloró, o continuó llorando, ya que su llanto había comenzado a la tarde durante una entrevista en “In fama”. Sus lágrimas eran tan legítimas como la fortuna cimentada por el abuelo con la fábrica de chocolate, con cuyo dinero suele comprar todo. Por ejemplo, los amigos. En el auto-reality que subió a las redes sociales para ilustrarnos acerca de su envidiable vida, viaja por el mundo con un séquito de jóvenes invitados a sueldo. Si alguno se porta mal, lo devuelve a casa con el pasaje pago. ¿Para qué hacer amigos, si es posible comprarlos? (*) También compró un vientre y un útero, o los alquiló, con sus respectivas dueñas. Una fue fertilizada y la otra quedó embarazada de sus mellizos. De ese modo, logró convertirse en padre sin tener necesidad de una pareja femenina, ya que, hoy, según su opinión, los matrimonios no duran y las mujeres siempre terminan por convertirse en un problema.

Así dijo en “Tiene la palabra”, el programa de TN donde un personaje es sometido a un interrogatorio completo. Han desfilado figuras como Bruno Gelber, y Ricardo Fort se sentó en la misma silla, con lo que el periodismo da cuenta de su amplitud. De todos modos, el panel lo interrogó con cierta agresividad, para tranquilizar su buena conciencia, pero se encontraron con un Ricardo Fort algo nervioso que, sin descaro, habló con sentido común de su relación con los negocios y su familia. Su relato no respondía a la imagen patética de los llamados “mediáticos” como Jacobo Winograd y Guido Suller, sin ocupación artística conocida.

Se molestó cuando le preguntaron por alguien contemporáneo a su popularidad, “una de las dos figuras mediáticas del momento”, fue la expresión, y evidentemente se referían a Zulma Lobato. “A mí me da pena que un país se ría de una persona así, esa persona no está bien”, respondió a la malicia de los periodistas.

—Usted canta y baila bien-, quisieron reconciliarse.

—Al fin una buena-, contestó.

Ricardo Fort quiere ser artista, y se ha preparado para serlo, estudiando. Eso sí, eligió el camino del escándalo para escalar rápidamente a la cumbre de la popularidad, así que la distancia con Bruno Gelber se mantiene.

* “Son quince pendejos a los cuales llevé para que conocieran el mundo”, declaró. Al parecer, mientras Fort los paseaba por tesoros artísticos, ellos “querían salir de joda”.