Una técnica que recupera el potencial del suelo

La tierra en estado puro

El balance catiónico nutricional funciona como un descompactador químico que mejora la fertilidad y el aprovechamiento del agua. En Pujato Norte produjeron 65% más de alfalfa, bajando costos y liberando hectáreas para la agricultura.

La tierra en estado puro
 

Juan Manuel Fernández

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El balance de los cationes es un descubrimiento teórico en el cual me formulé una serie de procesos por el cual, rebalanceando los cationes básicos (calcio, magnesio, potasio y sodio) y los microcationes (cobre, hierro, zinc, entre otros), se obtiene una estructuración del suelo. O sea, lo que no se logra con fierros, que sólo parten el suelo, lo conseguí a partir de un proceso químico”.

Raúl Turati, con casi 81 años, quisiera disponer de más tiempo para desarrollar una definición detallada de la técnica del balance catiónico nutricional, pero se conforma con esta síntesis ya que en el suelo está el resto de la explicación. Por eso invita una y otra vez a los técnicos y productores que se acercaron al establecimiento “Don Miguel” (Pujato Norte), donde se realizó una jornada demostrativa, a que claven la pala en medio del alfalfar. A pesar de los 85 milímetros caídos los días previos, en lugar de barro los improvisados “poceros” encuentran —hasta en lo más profundo— oscuros terrones tiernos, ricos en materia orgánica, que se deshacen fácilmente al contacto con la mano. En la superficie, la reina de las forrajeras luce sana y tupida.

El encuentro, organizado por TodoAgro y Milkaut, se desarrolló en el tambo de Carlos Sureda, donde la técnica se aplica desde 2003 con resultados sorprendentes. El más destacado es un incremento de 65% en la producción de materia seca (MS). De ahí en más, un rosario de datos seductores para cualquier tambero: disminución del costo de producción de pasto; aumento de la carga animal; reducción del área dedicada a silaje y supresión de los verdeos de invierno; incorporación de la agricultura; engorde de machos overo; y venta de rollos, gracias al excedente de alimento producido. Y todo por aplicar un tratamiento que no supera los u$s68/ha/año.

Más verde

“A pesar de ser campo bueno no conseguíamos más de 8.000 kg/MS/ha/año aprovechable y hoy tenemos un piso de 13.000”, explicó Sureda a los visitantes, y detalló que antes las alfalfas producían durante 2 años y luego decaían abruptamente, por lo que “había que complementar con otros cultivos anuales y verdeos”.

El anfitrión no dudó en adjudicar a esos 5.000 kg/MS/ha extra el salto productivo del tambo que, prácticamente con la misma cantidad de vacas, incrementó 800.000 litros la producción anual entre 2003 y 2006. “Si no hubiese sido por esta mejora, la situación sería mala; mientras que hoy es de mantenimiento, porque no se está ganando plata con el tambo”, diagnosticó el empresario.

El los últimos 6 años se volcaron alrededor de u$s150.000 sobre unas 370 hectáreas para implementar la técnica del balance catiónico nutricional. Sureda aseguró a los asistentes que, con ese monto, “podría haber comprado 15 hectáreas en la zona para agrandar el establecimiento; pero se ganó más con el aumento de la productividad que si se hubiesen incorporado esas tierras”. Prorrateando la inversión total (que se hace una sola vez), se alcanza un valor promedio aproximado de u$s67.5 por hectárea al año. Mucho menos que si hubieran tenido que fertilizar los alfalfares todos los años.

En el resumen ejecutivo que recibió cada participante de la jornada se confrontaron los datos productivos previos a la adopción de la técnica de Turarti con los posteriores a su aplicación. En 2004 se trabajaba con 491 hectáreas totalmente dedicadas al planteo ganadero: 335 (68%) para el tambo y 156 (32%) para la recría de hembras. Ese esquema destinaba 284 hectáreas a alfalfa, 121 a verdeos y 189 a silaje.

Con 403 vacas totales (VT), la carga era de 1.2 VT/ha. Actualmente trabajan 506 hectáreas totales de las cuales 150 (30%) se dedican a agricultura (soja y maíz) y 356 (70%) al tambo, la recría y la invernada de machos, distribuidas en 275 para alfalfas y 63 para silo (55 de maíz y 8 de moha). Hoy las vacas totales son 394 (337 en ordeñe) y la carga asciende a 1.8 VT/ha. Al 23 de noviembre promediaban 25.53 litros de leche por vaca en ordeñe al día y 14.243 litros por hectárea al año.

No hay misterios para hallar la clave: la puesta a punto del suelo logró una mejora productiva de los alfalfares que elevó la disponibilidad de materia seca en un 64.63%, lo que permitió suprimir el cultivo de verdeos y disminuir el de silo. Así, el costo inicial de $0.22 por kilo de MS disminuyó 23% hasta alcanzar $0.17 en la actualidad.

Mejor ecuación

La técnica, cuya patente Turati —que es miembro de la Asociación Norteamericana de Consultores con sede en Ohio— está tramitando en EEUU, comprende un análisis inicial del suelo a tratar para luego incorporar los cationes y microcationes necesarios, previo laboreo con un escarificador para facilitar su incorporación, hasta lograr un balance perfecto que estimula la microbiología (hongos y bacterias) y la generación de materia orgánica (MO), aportando estructura y facilitando la absorción de agua (“se aprovecha toda porque penetra en el lote, en lugar de escurrirse y perderse por la cuneta”, afirmó el especialista). Además, el método también sirve para descompactar suelos.

Si bien en el proceso químico se utilizan calcáreos (calcio, magnesio), no se trata de un encalado. “Es todo lo contrario”, asegura Turati, porque “cada tipo de suelo requiere un tratamiento diferencial”.

En el establecimiento “Don Miguel” el balance catiónico nutricional se complementa con un manejo especial del rodeo. El pastoreo “se trabaja con preoreo; la alfalfa se corta y se hilera, luego las vacas entran a comer con el pasto recién cortado”, acotó el asesor técnico José Alonso. De esa forma se aprovecha un 85/90% de la materia seca, ya que el sobrante va a silaje (entre 9 y 10 bolsas de 75 metros al año), pero también se evita el empaste y la selección por parte de los animales Otro detalle importante es que busca mantener el rodeo todo el tiempo posible en el lote para que descargue la mayor cantidad de heces y contribuyan de esa forma a su fertilización. “Hoy la carga la está haciendo la alfalfa y podríamos llega hasta 2.5 VT/ha”, calculó Alonso.

Mientras tanto, la ecuación de la empresa se completa con dos alternativas poco usuales en los tambos actuales, gracias al superávit de forraje: los machos —eterno dilema de los tamberos— se engordan y se vende el pasto sobrante, ya sea en fardo o enrollado. “El año pasado, a pesar de la sequía, se comercializaron alrededor de 600 rollos”, apuntó el agrónomo.

Y tampoco hay que olvidarse de las 150 hectáreas agrícolas que se lograron reduciendo las reservas. “Ese costo ya estaba antes para los verdeos y el sorgo forrajero o sea que, con una soja de 35 quintales, me están quedando neto como si fuera ingreso bruto unos $3.500 adicionales por hectárea “, concluyó el asesor del establecimiento “Don Miguel”.


En tres años se lograron 5.000 kg/MS/ha extra y, prácticamente con la misma cantidad de vacas, la producción anual creció 800.000 litros.

El ingeniero agrónomo Raúl Turati, creador de la técnica de balance catiónico nutricional, asegura que no son los cultivos los que fijan nitrógeno, sino que esa tarea la realizan las bacterias.

“Si no creamos un ambiente para que las bacterias evolucionen no podemos obtener persistencia ni volumen (de los cultivos) y estamos haciendo una especie de minería exhaustiva por la cual en 10 años el maíz, con cosechas de 20 millones de toneladas, se lleva 150 millones de toneladas de materia orgánica de los suelos, a pesar de que algunos dicen que es un recomponedor; es todo lo contrario. Lo que pasa es que no aclaran que para producir 10 toneladas de maíz por hectárea hacen falta 500 kilos de urea que nadie pone, toda la diferencia sale de la materia orgánica del suelo”, detalló.

A su vez, el experto comprobó, mediante un estudio sobre 1.730 hectáreas de 5 establecimientos diferentes con 26 lotes distintos, que la combinación del balance catiónico con alfalfas consociadas con gramíneas “da un promedio de crecimiento de la materia orgánica del orden del 19% en los primeros 20cm. Y lo increíble es que en los 20cm siguientes sube un 30%. Se hablaba de que hacían falta 100 años para recuperar la materia orgánica, nosotros lo logramos en 4 de promedio”.

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Recuperación de materia orgánica

Prorrateando la inversión total (que se hace una sola vez), se alcanza un valor promedio aproximado de u$s67.5 por hectárea al año.

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Con los datos en el lote. El asesor técnico del establecimiento “Don Miguel”, José Alonso, explicó junto al propio Turati como se logró el alfalfar sobre el que están parados.

Foto: Juan Manuel Fernández

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El señor de los cationes. Raúl Turati, con casi 81 años, sigue caminando los lotes y difundiendo su técnica.

Foto: Juan Manuel Fernández

¿Cómo trabajan los cationes?

En su trabajo “Urea o Alfalfa. Petróleo o Microbios. Un nuevo desafío”, el ingeniero agrónomo Raúl Turati dedica un párrafo a explicar el rol de los cationes.

Allí señala que “las lluvias “lavan’ los Nitratos, razón por la cual, los Balances de Nitrógeno, que se utilizan en la fertilización, son compensados por dosis suplementarias de dicho elemento”. A su vez, agrega que “los Aniones (Nitratos, Sulfatos y Cloruros) no existen en la naturaleza, como entes independientes, sino que se encuentran formando sales asociados a Cationes (Calcio, Magnesio, Potasio, Sodio, Aluminio) o microcationes (Cobre, Hierro, Zinc, Manganeso etc.). En consecuencia, se “lavan’ o mejor dicho se lixivian sales, conteniendo distinta proporción de cationes, lo que provoca un desbalance de sus relaciones, que como efecto físico en el suelo, forma compactaciones, mayoritariamente amorfas”.

Mediante el análisis previo y la cuantificación del déficit se plantea entonces la incorporación de los cationes y microcationes que se perdieron en la lixiviación, restaurando de ese modo el balance óptimo de estos componentes y la reestructuración del suelo y todas sus propiedades.

/// el dato