“LA ISLA BAJO EL MAR”
Una esclava es la heroína de
la última novela de Allende
La escritora chilena aborda el tema de la explotación de los esclavos en el Caribe del siglo XVIII. La protagonista emprende un largo camino hacia la libertad, en un escenario alucinante donde se entremezclan el retumbar de los tambores, el terror y la magia del vudú.
DE LA REDACCIÓN DE EL LITORAL
Télam
La explotación de los esclavos en el Caribe del siglo XVIII es el trasfondo de la última novela de Isabel Allende, “La isla bajo el mar”. “Yo creo que los personajes que imagino existen y se me aparecen porque tenía hecha la investigación hace tres años y no estaba lista para la novela, por eso escribí una memoria (“La suma de los días”) sin saber muy bien qué estaba haciendo, yo creo que dándome tiempo para que se me apareciera Zarité, la protagonista”, dice la autora, a horas de su llegada a Buenos Aires.
Allende no sabe si lo vio o lo soñó “en esa hora rara del amanecer cuando uno cree que está viendo fantasmas: una mujer alta, con pómulos marcados, de manos y cuello largos, los ojos medio dormidos, una mulata oscura, con el pelo muy corto”.
“No sé qué empieza primero en el proceso lento y largo de escribir una novela. Es como ir echando cosas a una olla de sopa y al final ya no puedes separar los ingredientes. La idea empezó en Nueva Orleans en 2005 y me enamoré de esa ciudad. Tiene ese sabor francés único en Estados Unidos, la cosa mágica del vudú, y el jazz, el arte, la cultura afroamericana. Todo está allí”.
DE TERROR Y REBELIONES
En ese lugar, la autora de “Eva Luna”, “La casa de los espíritus”, “De amor o de sombras”, entre otras novelas, descubrió de dónde salió ese sabor francés: “No tanto el hecho de que fue colonia francesa un tiempo, también lo fue española, se lo dieron a los 10 mil refugiados que llegaron en el 1800 escapando de la revolución haitiana”.
“Eran colonos franceses blancos que llegaron con sus familias y con esclavos domésticos y concubinas africanas y sus hijos de sangre mezclada. Y surgió una clase social de gente de color libre que tenía acceso a la educación y recursos económicos. Y tuvo una época de oro que duró años hasta que las leyes racistas americanas acabaron con ella”, recuerda Allende.
Valmorain, el amo de Zarité, llega de París a la isla de Santo Domingo (Haití), porque su padre -al frente de una plantación de azúcar- está gravemente enfermo, pensando que su estadía en el nuevo mundo va a durar muy poco.
“Es un personaje complejo, un hombre culto para la época, un humanista a quien en principio nunca le había preocupado el tema de la esclavitud ni lo que hacía su padre en esa plantación en la que nunca había puesto los pies -apunta-. Trata de mejorar cuando llega la situación y se lo va comiendo el clima, la cultura ... de alguna forma termina destrozado”, explica la escritora.
“Una de las cosas más fascinantes cuando me metí en el tema y la investigación fue ver que entonces se vivía en un clima de terror. A los esclavos le podían hacer cualquier cosa, pero también los blancos vivían aterrorizados con la idea de que los podían envenenar, atacar por la espalda: el terror era mutuo”.
“La otra cosa que me pareció fascinante -continúa- es que no se explica el triunfo de la revolución haitiana, que es la única rebelión de esclavos en la historia que ha triunfado”. La formación de Haití, observa Allende, “se explica por el vudú, por el sentimiento mágico de la vida. Enfrentaban a los cañones de Napoleón a pecho desnudo con un machete en la mano, convencidos de que por cada uno de ellos que peleaba había diez mil espíritus de los muertos que venían a pelear con ellos. Hasta los soldados franceses lo creían ante tanto valor sobrehumano”.




