Música al calor del trópico

La provincia de Guanacaste (Pacífico norte) es una de las más hermosas del país y cuna del folclore costarricense.

Música al calor del trópico

En el último tramo del 2009, el dúo de cámara santafesino formado por el guitarrista Pablo Izurieta y la soprano Natalia Raselli emprendió una gira por centroamérica representando a Argentina con su música. En sucesivas notas, comparten con Nosotros esa experiencia a través de su “Diario de artista”.

TEXTOS. PABLO IZURIETA. FOTOS. GENTILEZA DÚO IZURIETA-RASELLI Y EL LITORAL

Nuestro viaje comienza el 12 de noviembre del año que recién concluye, cuando aterrizamos en el Aeropuerto Internacional “Juan Santa María”, de la localidad de Alajuela, cercana a San José de Costa Rica.

El exuberante paisaje tropical tantas veces visto en imágenes aparece por fin ante nosotros en todo su esplendor. Cuando nos aproximábamos a la salida del aeropuerto, sale a nuestro encuentro un grupo de clowns que se dirigen a nosotros realizando ademanes histriónicos con una gran sonrisa en los labios. Al acercarse, advertimos que uno de ellos tiene en su mano una pizarra con nuestros nombres, con lo que terminamos de comprender que se trata de un simpático comité de bienvenida que espera a nadie más que a nosotros. Ellos son nuestros primeros anfitriones en el país y con su compañía emprendemos por tierra, e inmediatamente, el traslado a Hojancha, en la provincia de Guanacaste, que será el primer punto de nuestra gira.

Cuatro horas dura el viaje en buseta (trafic para nosotros), durante las cuales nuestros ojos registran algunas de las constantes del paisaje de este país: la vegetación exuberante y generosa propia del trópico y una variedad de especies florales muy grande, donde predomina un verde intenso y brillante que hace suponer que estamos sobre una tierra de maravillosa fecundidad.

También nos sorprende la variedad climática. El Valle Central, desde donde partimos y donde están el aeropuerto y la capital del país, tiene un clima fresco muy agradable; la región adonde nos dirigimos -en cambio-, es famosa por las temperaturas altas y una humedad considerable. En el viaje percibimos el paso de un clima a otro y la alternancia de lugares cálidos con otros más fríos. Indudablemente esto se debe a la conservación natural y a las grandes extensiones que Costa Rica posee de terrenos boscosos o selváticos. Alguien que viaja con nosotros nos revela que el 25% del territorio nacional es reserva natural.

Hojancha y folclore

La Región de Guanacaste ocupa el noroeste del país, limitando al norte con Nicaragua. Es una de las 7 provincias costarricenses y la segunda más grande del país. Es la región con una mayor presencia de folclore, por lo que éste ha sido consagrado como música nacional.

Acostumbrados a la enorme variedad de ritmos y estilos de la música argentina, nos sorprende comprobar que el folclore costarricense se reduce a unas pocas canciones de corte neorromántico que llevan ritmo de vals, bolero o parrandera, también conocida como Tambito en otras regiones. De estos ritmos sólo el último es propiamente costarricense y tiene un parecido muy grande con nuestra chacarera.

Hojancha es el nombre de un pueblo de Guanacaste. Tiene una población algo menor que 4000 habitantes y su extensión se reduce a unas pocas manzanas dominadas por una iglesia y una plaza (parque en Costa Rica). Allí se desarrolla la segunda edición de Guanacastearte, un festival de arte que reúne a actores, bailarines, pintores, fotógrafos, clowns y músicos de Costa Rica y otros países de Centroamérica. Nuestro dúo fue el único participante proveniente de otro subcontinente.

Este festival es impulsado por la Promotora Cultural de Guanacaste -quien nos invitara a Costa Rica-, la Lic. Vera Vargas, quien desde su rol se ha propuesto llevar a las pequeñas ciudades de su provincia espectáculos de calidad reunidos en un festival itinerante que cambia de sede cada año.

Por cuatro días, la pequeña población se llena de artistas y de arte en escenarios comunales como la sede de un club, el gimnasio cubierto, el salón parroquial y al aire libre en la plaza principal.

guitarras y parrandas

La participación de nuestro dúo de cámara Izurieta Raselli tiene lugar en la jornada de cierre de este festival. Trescientas personas -entre las que se cuentan campesinos, trabajadores, niños y pobladores en general- presencian nuestra actuación con gran atención y en un clima que nos recuerda al de un teatro, pese a que estamos en un ambiente bien distinto.

La calidez y sencillez de la gente se expresa en aplausos efusivos y cariñosos, alentados por la novedad que supone presenciar a un guitarrista clásico y a una soprano lírica interpretando música de un país tan distante, en composiciones de los maestros Carlos Guastavino, Astor Piazzolla, Ariel Ramírez y otros, con el acento propio de esa música. Contribuye a engalanar la presentación, el vestuario que el diseñador santafesino Martín D’ Poss nos ha preparado para la gira.

Finalizada nuestra actuación, cierra la noche un espectáculo de cantautores guanacastecos acompañados por una banda dirigida por el maestro Edín Solís. Allí tenemos la privilegiada oportunidad de acercarnos a la expresión de la canción local a través de algunos de sus representantes más destacados, como son Guadalupe Urbina, Max Goldenberg, Balo y Cristian Porras. Notamos en ellos dos líneas temáticas importantes, resumidas en la preocupación por el rescate de los elementos de la cultura local y la inspiración ecológica.

El final de la noche inaugural de nuestra gira tiene lugar en la casa de nuestro entrañable anfitrión en la ciudad, el ingeniero forestal Emel Rodríguez, quien nos alberga en la típica construcción de madera. Allí la noche se cierra en ronda de guitarras y cantores con los músicos que intervenimos en el festival, al calor de zambas, parranderas, tangos y boleros, salpicados de la picardía y el humor tan propios de todos nosotros, los pueblos latinoamericanos. Nuestro periplo seguiría muy poco después en la capital, San José, donde nuevas experiencias nos esperaban. Pero mientras tanto, un pensamiento nos hermanaba a todos los que compartíamos ese momento: la fuerza del arte como antídoto contra el olvido y la distancia.

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El dúo Izurieta Raselli se presentó ante el público costarricense en la jornada de cierre del festival de Hojancha.