La Católica, con más bendiciones que el sabalero...

Hizo lo que pudo por

Pozo, que no fue poco

Los cruzados superaron ampliamente en el trámite a Colón, pero sufrieron y pasaron a la segunda fase por un penal que Garcés atajó adelantándose.

Hizo lo que pudo por Pozo, que no fue poco

Momento crucial en la definición desde los doce pasos: las brillantes ejecuciones de los jugadores y esta atajada de Garcés, adelantándose casi dos metros para desviar el disparo de Moreno y Fabianesi.

Foto: gentileza diario La Tercera de Santiago de Chile

 

Enrique Cruz (h)

(Enviado Especial a Santiago de Chile)

Hay dolor, mucho dolor. Y es entendible. Pero hay que pensar en dos cosas para empezar a entender lo que pasó. Lo primero es que Colón cayó con todos los honores. Murió de pie, por utilizar un término netamente futbolero. Y lo segundo es que Colón perdió bien, que lo marginó un buen equipo de la ilusión copera y que no sólo fue más en el partido de ayer en San Carlos de Apoquindo, sino que también lo mostró en varios pasajes del jugado en Santa Fe. Es un plantel que maneja bien la pelota, que tiene una constante rotación, que suma volantes permanentemente al ataque y que cuenta con una vocación ofensiva que por momentos se transforma en voraz. La Católica ataca, ataca y ataca. Colón lo sabía, pero no pudo neutralizarla. Lo que duele es haber quedado eliminado, es haberle pegado fuerte a la ilusión del hincha por no darle la posibilidad de pasar a la segunda fase. Y lo que duele también es que Colón lo había dado vuelta al partido, increíblemente se puso 2-1 arriba y amenazaba con escribir una de esas páginas heroicas e inolvidables. Pero las contingencias del fútbol le devolvieron la vida al equipo de este controvertido pero trabajador Marco Figueroa. Y también pusieron justicia, aunque es inevitable plantearse algunas preguntas sobre lo que pasó.

* 1) ¿Por qué el partido se dio tan a gusto y placer de la Católica en el primer tiempo? ¿No fue adecuado el planteo, no hubo respuesta de los jugadores o todo el mérito es del rival?

La respuesta no es simple. Mohamed conocía a la Católica desde antes de jugar el primer partido, por más que haya declarado, luego del 3-2 a favor en el Centenario, que “ahora conocemos al rival”. Sabía que había que cortar el circuito de los dos enganches (Mirosevic y Damián Díaz); que había que prestarles mucha atención a las subidas de Toloza y de Valenzuela, sobre todo del primero, y que es un equipo que toca rápido y con precisión. El Turco decidió que fuera Candia el defensor que saliera a apretarlo a Damián Díaz, pero esa salida de Candia hizo que por su sector (la punta derecha) se metieran Toloza, Hans Martínez y cualquier rival que se lo propusiera. Y se desacomodó toda la defensa, porque no estuvo bien Garcé, porque se complica Goux con rivales de movimientos “supersónicos” y porque también se fueron condicionando los defensores por la acumulación de amarillas. A esto, vale la pena resaltarlo, se suma un aspecto fundamental para desequilibrar a cualquier defensa: no hubo contención en el mediocampo.

* 2) ¿Por qué Colón tuvo esa actitud escasamente comprometida con el juego en el primer tiempo?

La verdad es que Colón jugó decididamente al rol de partenaire. No tuvieron la pelota los mediocampistas, no le quitaron ritmo a la Católica, no cortaron sus circuitos de juego y sólo Bertoglio se animó a encarar y a generar algún tiro libre en las inmediaciones del área. Si los volantes no tienen la pelota, los delanteros no juegan. Y si a los delanteros se los busca con pelotazos divididos, no siempre existe la garantía de éxito en el planteo. Y a eso “jugó” Colón en el primer tiempo, apurado, desbordado, sin convicción para salir a presionar sobre los volantes adversarios ni a ganar por presencia física en el mano a mano. El 1-0 con el que la Católica se fue al vestuario hasta pareció mentiroso. O, por lo menos, escaso

 

/// SÍNTESIS

Univ. Católica 3 (5)

Colón 2 (3)

Cancha: Universidad Católica de Chile.

Árbitro: Carlos Torres (Paraguay).

Universidad Católica: Garcés; Henriquez, Fuentes y Mena; Valenzuela, Hans Martínez, Carreño y Toloza; Mirosevic y Damián Díaz; Morales. A.S.: Toselli. Estuvieron en el banco: Rosende, Andía, Meneses y Gutiérrez. D.T.: Marco Antonio Figueroa.

Colón: Pozo; Candia, Garcé, Goux y Torres; Moreno y Fabianesi, Capurro, Rivarola y Bertoglio; Fuertes y Nieto. A.S.: Bailo. Estuvieron en el banco: Quilez, Lucero y Ríos. D.T.: Antonio Mohamed.

Goles: en el primer tiempo, a los 41 min Henriquez (UC). En el segundo tiempo, a los 8 min Moreno y Fabianesi (C), a los 12 min Fuertes (C) de penal, a los 29 min Toloza (UC) y a los 39 min Morales (UC).

Cambios: en el primer tiempo, a los 45 min Coudet (C) por Garcé. En el complemento, a los 13 min Vranjican (UC) por Carreño; a los 14 min Pellerano (C) por Fuertes; a los 27 min Mosquera (C) por Bertoglio y a los 32 min Mannara (UC) por Valenzuela.

Incidencias: en el segundo tiempo, a los 24 min Pozo (C) le atajó un penal a Mirosevic; a los 25 min fue expulsado Candia (C) por doble amarilla.

Definición por penales: para la Católica marcaron Toloza, Mirosevic, Vranjican, Díaz y Mannara. Para Colón lo hicieron Coudet, Pellerano y Rivarola, mientras que Garcés (UC) le detuvo el penal a Moreno y Fabianesi.

Hizo lo que pudo por Pozo, que no fue poco

El Bichi Fuertes sale corriendo después de marcar su gol de penal. No lo gritó desaforadamente, pero, al llegar al sector ocupado por los hinchas rojinegros, se besó la camiseta. Al principio, los hinchas de la Católica lo ovacionaron, pero después lo silbaron.

Foto: EFE

para la tremenda superioridad que hubo entre uno y otro equipo. En rigor de verdad, el 1-0 tuvo un solo responsable: Diego Pozo, la gran figura de Colón y del partido, artífice, con enormes atajadas, más allá de alguna responsabilidad en dos de los tres goles (sobre todo en el tercero), que no desmerecen una labor estupenda.

* 3) ¿Cuál fue el momento clave del partido?

Creo que hubo uno que termina absorbiendo a los demás: la expulsión de Candia. En ese momento, Colón ganaba 2-1 y era un instante de impacto anímico para la Católica, que había sentido la increíble reacción que tuvo el sabalero desde el arranque del segundo tiempo y que desnudó las falencias defensivas que tiene el ofensivo equipo de Marco Figueroa. De un tiro libre a favor que no entendió Rivarola (Coudet amagó meter la pelota a la “olla” y tiró un pase hacia la raya del área grande para que “Pirulo”, quien debía salir del amontonamiento de jugadores, le pegara al arco), partió la réplica tremenda de la Católica, que terminó en una infracción de Candia para frenar el avance y la consecuente doble amonestación que determinó su salida del partido. Mohamed ya había metido dos variantes (Coudet y Pellerano por Garcé y Fuertes, los dos lastimados) y debió apelar al ingreso de Mosquera para rearmar la línea de cuatro. Ya la Católica tenía a Vranjican y atacaba con dos enganches y dos delanteros (terminó jugando con tres cuando ingresó Rodrigo Mannara). No se podía cometer la locura de pretender seguir un minuto más con tres defensores frente a un equipo tan ofensivo. Y, además, Colón ganaba el partido.

* 4) ¿Era un partido para que lo definiera Lucero?

Totalmente. Grande y con letras de imprenta. Porque la Católica -que no defiende tan bien como cuando ataca- dejaba espacios en el fondo y Colón jamás los pudo aprovechar. Con Lucero, el contragolpe habría resultado, cuanto menos, una oportunidad de ataque. Sin la posibilidad -por haberse quedado sin más cambios para hacer- de incluirlo, todo quedó disminuido a la presencia poco gravitante de Nieto y algún esporádico acompañamiento de Coudet por derecha o de “Pirulo” Rivarola por izquierda, que debían dosificar energías y seguramente subían con el pensamiento de que tenían que bajar de inmediato a recuperar terreno si se perdía la pelota. Es evidente que, cuando un equipo va ganando y el rival suma gente al ataque y brinda espacios en defensa, los que terminan imponiendo presencia y gravitación ofensiva no son los jugadores lentos o grandotes como Nieto, sino los ligeros y desequilibrantes en el mano a mano como Lucero. Pero el Turco no pudo ponerlo, aunque quiso hacerlo en varios momentos del partido.

* 5) ¿Se debe algún reproche este equipo?

Es cierto que hubo jugadores que no anduvieron bien, que estuvieron por debajo de su rendimiento, que no supieron cortar circuitos lógicos de generación de juego del rival. Es cierto que Colón nunca supo cómo y dónde marcar o esperar a Damián Díaz. Y el ex Central volvió a ser figura del partido. No supieron los jugadores ni tampoco el Turco, que ayer intentó algo que no le salió bien: mandarlo a Candia a que lo apretara. Y Candia se desorganizó, llevando esa confusión al resto de sus compañeros. Todo esto es cierto. Pero también lo es, aunque duela admitirlo, que la Católica terminó siendo el peor adversario para la ilusión de Colón. Que lo superó en muchos pasajes y que uno hoy se pregunta cómo hizo Colón para hacerle cinco goles a este equipo en 180 minutos. Sin dudas que la explicación más racional es que hubo una dosis de contundencia sabalera, pero mucho más de debilidad defensiva del rival y que, frente a esas posibilidades otorgadas por la defensa adversaria, apareció el oportunismo de Colón para convertir una cantidad de tantos que no condice con el desarrollo que tuvieron los partidos.

Importa y mucho, casi diría que es vital para el futuro inmediato, que la reacción ante esta adversidad sea rápida y positiva. Ganarle a River el domingo no se transforma en un objetivo para Colón, sino en una necesidad. Hoy estarán golpeados, quizás mañana también. Pero, a partir del viernes, habrá que retemplar los ánimos y salir a jugar el partido como si fuese una final. Era previsible y estaba dentro de las posibilidades que el equipo se quedara afuera en la primera fase. Por eso, no queda otra que apostar todo ahora al torneo local, donde Colón empezó bien y jugando con muchos suplentes. Será la única forma de borrar este trago amargo, que jamás se puede convertir en decepción.

50

partidos

lleva Pozo atajando en Colón. Tomó la titularidad luego del alejamiento de Blázquez, a principios del año pasado, y tuvo un año estupendo con el llamado a la selección. Además, de 10 penales que le ejecutaron (no se cuenta la definición de ayer), atajó 4 y le marcaron 5; uno fue desviado.

Los cruzados no lo necesitaban

Hubo un par de fallos de Carlos Torres que resultaron cuestionables. Uno de ellos, el más importante de todos, fue el tremendo adelantamiento de Garcés, el arquero de la Universidad Católica, en la ejecución del penal de Moreno y Fabianesi en la definición. El otro, el error del árbitro en cobrar un foul inexistente de Capurro que desembocó en el tiro libre de Toloza que se clavó en el ángulo superior izquierdo de Pozo, marcando el segundo gol.

Muchos recordaban, después del partido, que Carlos Torres fue el mismo árbitro de un partido entre River y Santos Laguna de México, en mayo de 2004, cuando hizo ejecutar otra vez un penal de Montenegro que había atajado Lucchetti, por entonces arquero del equipo mexicano.

Inclusive, alguien le dijo a Torres: “Señor, tendría que haber repetido la ejecución de Moreno y Fabianesi, ¿no le parece?”. Torres, inmediatamente, se dio media vuelta y sólo atinó a mirarlo. Fue el último gesto de un protagonista impensado que tuvo el partido, aunque de ninguna manera se lo podría indicar como el responsable de la derrota sabalera. La Universidad Católica ganó bien y de los dos fue el que más mostró en los dos partidos. Quizás no habría necesitado de una “manito” arbitral en un par de fallos que generan cuestionamientos hacia la actuación de Torres.

Algunos jugadores de Colón hablaron del árbitro, pero no buscando sumar excusas. Lo propio pasó con los dirigentes. Y al pasar, Rubén Moncagatta tiró esta frase: “Hay que seguir así, porque éste es el rumbo correcto y una derrota no empaña este trabajo”.