A 232 años del nacimiento de José de San Martín

“El fruto llegado a tiempo”

 

Prof. Carlos Eduardo Pauli (*)

Yapeyú en lengua guaraní significa, “el fruto llegado a tiempo”. En esta otrora reducción jesuítica, fundada por el benemérito misionero y mártir rioplatense Roque González de Santa Cruz , quien la puso bajo la advocación de “Nuestra Señora de los Reyes Magos de Yapeyú”, vio la luz el Padre de la Patria. Tres años antes había llegado, cumpliendo con su destino militar, la familia San Martín. La componían el Ayudante Mayor de Infantería Dn. Juan de San Martín, su esposa Dña. Gregoria Matorras y sus pequeños hijos, María Elena, Manuel Tadeo y Juan Fermín Rafael, nacidos en Calera de las Vacas, (anterior destino militar), en la Banda Oriental del Río Uruguay. En Yapeyú nace el tercer hijo varón, Justo Rufino y el 25 de febrero de 1778 José Francisco. Un año después el Rey Carlos III firma los despachos disponiendo el ascenso de Juan de San Martín al grado de capitán.

Yapeyú, era la más meridional de las reducciones de pueblos guaraníes. Al momento de la expulsión de los Padres Jesuitas, en 1767 tenía casi 8.000 habitantes, siendo un importante centro comercial como puerto de embarque sobre el Río Uruguay (1). Pero además era una expresión muy lograda de esa formidable síntesis cultural mestiza, que dio origen al nuevo pueblo americano.

¿Qué tendrás pago?

Así podríamos preguntarnos, con nuestro poeta don Julio Migno, cómo habiendo el Libertador vivido tan poco tiempo en su Yapeyú natal, sin embargo caló tan hondo en su espíritu el alma de la tierra. Dejemos que los estudiosos den las explicaciones científicas. Pero lo cierto es que esa realidad americana estuvo siempre presente en sus decisiones y opciones de vida.

Regresa a su patria en 1812, con una brillante foja de servicios en el ejército español. Recibe el encargo de formar el que sería el célebre Regimiento de Granaderos a Caballo. San Martín pide entonces la incorporación de jóvenes de Yapeyú, “por la confianza que de ellos tiene”, según reza el decreto del 2do. Triunvirato. Por eso para los habitantes de Yapeyú, este regimiento es su hijo dilecto, pues se entronca con el proceso emancipador.

Este fruto llegado a tiempo, maduró en la libertad de dos pueblos hermanos. En una demostración de su grandeza moral, José de San Martín prefirió el exilio, la vida austera, antes que mezclarse en las contiendas civiles de un lado o del otro de los Andes.

Pero no fue prescindente. Cuando sintió que la libertad tan costosamente conseguida estuvo amenazada, se ofreció para volver a defender a esa América, que aprendió a querer en su Yapeyú natal. Así cuando las potencias colonialistas, invaden la Confederación Argentina, en 1838 y 1845, ofrecerá su sable para pelear como en Chacabuco, Maipú y tantas otras batallas, por este suelo que lo vio nacer.

Amable lector; ¿no cree que habrá llegado el momento de celebrar el nacimiento de nuestros próceres tanto o más que el día de su tránsito al más allá? Al fin de cuentas, el nacimiento es esperanza, novedad, aurora de días mejores.

El nacimiento nos tiene que llevar a ser agradecidos porque en Yapeyú, el Padre de la Patria, acuñó el sueño de la unidad americana, a la que sirvió con total entrega. Tarea inconclusa que nos toca completar, para celebrar dignamente el bicentenario de la Patria.

(*) El autor es miembro de número de la Junta Provincial de Estudios Históricos y vicepresidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana.

(1) Guzmán Carlos Alberto; Escritos Sanmartinianos; Tomo I; pp. 105; Editorial Dunken; Buenos Aires; Año 2000.