Dejame que te cuente

 

Clary Miroznik German

Señores directores: En medio de un escenario político-económico cada vez más complicado, los problemas continúan amenazando y siguen sin resolverse. Dicen que la felicidad está a la vuelta de la esquina... ¿de qué esquina? Seguimos con tiempos de violencia en calles y rutas, inseguridad de toda clase, ausencia de ética y moral, consumo de droga, tiempo de inflación, vientos de depresión, rotura de ilusiones. Vivimos en una débil democracia, ojalá se dejen atrás las décadas de decadencia y sepamos desplegar las alas del potencial argentino. Dios nos ha concedido el don de la palabra escrita; escribir exige mucha sensatez y conviene que se reflexione al filo de la verdad y tratar de procurarnos sobre todo paz mental. En política no es tanto tener razón como que se la den a uno; la justicia, ¿existe o se trata de la buena o mala suerte? Que quede claro que ni la suma de nuestros méritos son suficientes ni cierta ayuda de las circunstancias. En nuestro caos cotidiano, debemos aceptar que estamos sometidos a la incertidumbre, a lo que vendrá, a la imposibilidad de controlar todo lo que nos sucederá. Algunos gozan de cierta sensación de favoritismo: poder, prestigio, dinero, trascendencia.

Justicia es virtud, injusticia: vicio. Aprendamos a no pedir justicia con injusticia, se puede hablar sin palabras y convencer con el silencio. Resulta fácil encontrar en este tiempo personas maltratadas por unos, calladas por otros, increíblemente perdonadas por algunos; hay demasiadas voces insensatas y un vulgar desparpajo, hay seres inviolables en sus cínicas expresiones; ni piensan, ni dicen, ni hacen, sólo aportan juegos de oposiciones.

Hay que aprender a manejar la ansiedad, cultivar todo con tiempo porque hay días sin tiempo, hay que aferrarse a las experiencias, “el pueblo quiere saber de qué se trata”; todo depende de quién mira y qué es lo que quiere ver, siempre se necesita una cultura que sostenga; hay gente relativamente cuerda que puede volverse loca en este cono de dudas y de sombras. Escuelas cerradas, cárceles abiertas, frase de Sarmiento. Sigue el país en el mismo desorden, tal vez ni mejor ni peor, perderse en esta dudosa senda es bastante probable, cada uno de los argentinos debe actuar a favor de la vida, del trabajo digno, de eso también depende el futuro.

No es lo mismo un deseo que una necesidad, hay maneras para relacionarse con los niños, con su infancia interrumpida en una Argentina quebrada; hay manera de acompañar ancianos escuchando la voz del corazón. El hombre, por más sabio que se crea, necesita consejo y confianza. A veces, nada vale la pena, las ambiciones son espejismos y todo lo de la tierra es poca cosa.