Ordenar cartas

Por M.L.M.

“Lengua madre”, de María Teresa Andruetto. Mondadori, Buenos Aires, 2010.

La historia de esta novela es simple: una madre a punto de morir le pide a su hija que vive en el extranjero- que regrese y ordene las cartas guardadas en una caja. Este motivo aparente conlleva una serie de turbulencias, que son las que realmente dan forma y consistencia a la novela.

Andruetto (Córdoba, 1954) tiene una vasta producción para niños y jóvenes, entre obras de ficción y de ensayo, más el galardón obtenido por SM a su trayectoria, destacándose por una poética particular. Esta novela es distinta; sin embargo hay un “aire” que la emparenta con el resto de su producción, y no sólo por la cadencia estilística o la voz propia, sino por ciertos personajes (Stefano), costumbres familiares (la cultura italiana), el horror de la dictadura argentina. Estas señales podrían ser obsesiones filtradas en la ficción, pero también podrían reiterar temáticas para destacar y subrayar.

Esta última hipótesis cobra forma cuando sentimos la carga de reproches que se diluyen entre esas cartas que la hija intenta ordenar, porque -como bien dice- es ayudar a ordenar la vida de esas tres mujeres unidas por el desamparo y el amor: la abuela (crió a Julieta en Aldao, mientras la madre seguía escondida en Trelew), la madre (Julia setentista comprometida, tuvo a su hija en un sótano y de pequeña se la entregó a sus padres para que la criaran; el marido no soportó la persecución política y emigró a Suecia y ella quedó refugiada en el sur) y Julieta (la protagonista, que vive en Alemania).

Las cartas son una partitura y ella una intérprete que las vuelve comprensibles, desafío que atraviesa la novela y permite espiar un mundo de sentimientos, de búsquedas, hallazgos, miedo, pérdidas y sueños a la deriva, pero especialmente culpa, por haber nacido, por no haber llegado a tiempo, por carecer de pertenencia, por una identidad lábil que aflora en una forma de ser y de actuar diferente, siempre posicionada al margen, observando, relacionando, evocando.

Un detalle interesante son las fotos que ilustran momentos claves: el abuelo tocando la mandolina, la madre con la abuela, la protagonista cuando niña, sus dibujos.

La estrategia de las cartas remite al pasado inmediato, pero también otorga coherencia a los temas y le dan forma a lo vivido. Hay momentos que parecen confusos -la mezcla de destinatarios, las firmas o los temas abordados que desorientan al lector desprevenido-, pero el rompecabezas se torna legible cuando cada pieza ocupa su lugar y una Coda sintetiza los detalles.

Los paralelos entre su país al regresar y la beca en el exterior le permiten indagar en la literatura de aquellas latitudes investiga el sesgo femenino en la escritura de mujeres-, permitiéndole entrar en contacto con Doris Lessing (Premio Nobel de Literatura 2007) e intercambiar temas parentales comunes.

Mujer ambulante, sin territorio, sin patria, sin padre, calificativos que se endilga sin piedad, y que la tarea de reordenar esas cartas su vida- diluye, ya que le permiten encontrarse con su historia, aunque la tristeza y la realidad la separen de la tumba y la dejen sin respuestas. “Una piedra las separa y aunque el amor es húmedo y moja, es insensible a la piedra”.

6.jpg

“Sin título”, de Antonio Berni.