La función del ovario

Alicia Moreau de Justo, referente indiscutible de la lucha por los derechos de las mujeres.

La función del ovario

“La plena participación, en condiciones de igualdad, de la mujer en la vida política, civil, económica, social y cultural (à) y la erradicación de todas las formas de discriminación basadas en el sexo son objetivos prioritarios de la comunidad internacional”. (Declaración de Viena, Proclamada por la Conferencia Mundial de D.Humanos, 1993)

TEXTOS. MARTA F. RAVIOLO MASCARÓ (*). FOTO. EL LITORAL

Los derechos humanos de la mujer y de la niña son parte inalienable, integrante e indivisible de los derechos humanos universales, consagrados en reuniones cumbre a nivel internacional, con impacto dispar en la legislación mundial.

Cada 8 de marzo se celebra y reafirma las luchas que en reclamo de justicia, equidad y paz, llevaron adelante infinidad de mujeres a lo largo de la historia y en distintos lugares del planeta. Ellas imprimieron su huella en el tiempo mucho antes de que la marca recordatoria apareciese en el calendario. Aquí cito algunos hitos, a sabiendas de los otros muchos que deberé dejar sin mencionar.

Ya por los días de la Revolución surgida en Francia bajo el lema liberté, égalité y fraternité, una mujer, Olympe de Gouges (1748-1793, escritora, dramaturga y política francesa) formulaba esta inquietante pregunta:

“Hombre, ¿eres capaz de ser justo? Una mujer te hace esta pregunta”. Así iniciaba su famosa “Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana” (1791), escrita como contracara de la “Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano“ (1789).

Sus trabajos en defensa de la igualdad entre el hombre y la mujer le valieron ser llevada ante el tribunal revolucionario de la época. Sin poder disponer de abogado, se defendió con valor e inteligencia en un juicio sumario que la condenó a morir en la guillotina. En esas circunstancias Olympe escribía: “La mujer tiene el derecho de subir al cadalso; debe tener también el de subir a la Tribuna”.

Asimismo, hacia mediados del S. XIX, en una capilla metodista del estado de Nueva York, es aprobado el primer documento del movimiento norteamericano de mujeres conocido como “Declaración de Séneca Fall” (1848). En él se expresa: “La historia de la humanidad es la historia de las repetidas vejaciones y usurpaciones por parte del hombre con respecto a la mujer, y cuyo objetivo directo es el establecimiento de una tiranía absoluta sobre ella (à) nunca le ha permitido que disfrute del derecho inalienable del voto. La ha obligado a someterse a unas leyes en cuya elaboración no tiene voz”.

Otras norteamericanas, las “suffragettes”, integran la Unión Social y Política de las Mujeres surgida a principios del S.XX. Su fundadora, Emmeline Pankhurst (1858-1928), lanza un desafío mordaz al stablishment (1914): “Nos tiene sin cuidado vuestras leyes, caballeros, nosotras situamos la libertad y la dignidad de la mujer por encima de toda esas consideraciones, y vamos a continuar esta lucha como lo hicimos en el pasado”.

mujer y socialismo

Por esos mismos años dos figuras femeninas se destacan en el horizonte político-social de territorios más próximos y sensibles a nuestra propia identidad: Paulina Luisi en Uruguay y Alicia Moreau en Argentina. Socialistas ambas, primeras mujeres médicas en sus respectivos países, primeras también en ocupar cargos políticos de envergadura. Permítaseme, antes de referirme específicamente a Alicia Moreau, una breve disquisición.

Algo debe haber, algún vaso comunicante que vincula en algún punto el pensamiento político socialista al campo de la medicina, y ambos a la condición de mujer. Pienso que Michelle Bachelet (Chile) también comparte ese perfil que se repite, además, en países europeos.

Quizá lo que facilita la conexión amigable entre esos tres “nodos” tenga que ver, tal cual lo expresara el médico socialista Hermes Binner (en reportaje del Diario Perfil) con “la mayor sensibilidad que tienen las mujeres y, además, con que para el socialismo la cuestión de igualdad de género es uno de sus postulados fundamentales”.

Alicia Moreau de Justo

Alicia Moreau (1885-1986). Médica, política, pacifista, es referente indiscutible de estas luchas, aun en los años de plomo. Hija de revolucionarios franceses, nacida en Londres en circunstancias en que sus padres, comuneros de París, buscaron refugio allí tras la cruenta represión que acompañó la derrota de 1871. Siendo muy pequeña emigran a Argentina (1890). Aquí desarrolla su vida y su figura se proyecta al escenario latinoamericano y mundial como una de las grandes mujeres de la historia.

Su preocupación por las enfermedades sociales relacionadas con la discriminación de la mujer y de los trabajadores la impulsa a inscribirse en la carrera de medicina, en una época en que la sociedad veía con disgusto el ingreso de mujeres a la Universidad.

Resulta sintomático el tema elegido para la tesis con la que obtiene, con Diploma de Honor, su título universitario: “La función endócrina del ovario” (1915).

El compromiso social y los roles desempeñados por Alicia Moreau son testimonio plausible de que la función del ovario trasciende ampliamente la frontera biológica del sistema endócrino. Dicho de otro modo: la capacidad de procreación es exclusivamente femenina pero no excluyente de otras funciones.

En 1920 funda la Unión Feminista Nacional. Nunca le gustaron, no obstante, las mujeres que actuaban masculinamente. En cierta ocasión, caminando por un parque de Rosario, “al ver una mujer policía reflexionó específicamente sobre la importancia de que las mujeres no se masculinicen y enriquezcan al mundo con su diversidad“ (comentario de J. Fontevecchia).

Quienes mejor conocen su postura ideológica afirman: “Alicia Moreau de Justo no votaría por Cristina Kirchner”. Seguramente no la votaría, coincido, pero le exigiría algunas respuestas. Como, por ejemplo: ¿por qué, a punto de cumplirse un año de haber sido sancionada por el Parlamento la Ley para prevenir y erradicar la violencia de género en Argentina, aún continúa sin ser reglamentada y sin presupuesto propio, lo que la convierte en letra muerta?

¿Cuáles son sus prioridades presidenta? ¿Cuáles las “necesidades“, cuáles las “urgencias” y entre ellas qué lugar ocupa la atención a la violencia de género en un país como el nuestro en el que por esa causa muere una mujer cada tres días (dato de la Unesco)? Este es uno de los problemas acuciantes hoy día en la agenda de mujeres de la Argentina que camina rumbo al Bicentenario.

“Es necesario combatir el dolor humano” , seguía reclamando Alicia Moreau de Justo al ser proclamada la Médica Argentina del Siglo, poco antes de su muerte, a los 101 años.

Para ir cerrando estas líneas acudo a una frase de Henrik Ibsen (1828-1906) que aún continúa vigente: “Nuestra sociedad es masculina, y hasta que no entre en ella la mujer, no será humana”.

Cuando eso suceda, la democracia dejará de ser una meta esquiva para muchas; quitaremos del calendario la fecha que ahora festejamos pues no entraña otro mérito más que el de acallar el pecado de omisión infringido contra la mujer, y en su lugar estaremos celebrando el Día Universal de la Diversidad Humana.

(*) Licenciada en Letras, cursa Maestría en Género en FLACSO.

pionera en política

Luego de afiliarse al Partido Socialista (1921), Alicia Moreau de Justo se convierte en la primera mujer que ocupa un cargo político en Argentina, al integrar el Comité Ejecutivo del Partido. Al año siguiente se casa con su fundador, Juan B. Justo, médico también, quien introdujo en el país grandes avances en asepsia. La mujer que reconoce haber recibido una influencia decisiva de Hipólito Irigoyen, su profesor de filosofía en el secundario, es también la que manifiesta una clara oposición al peronismo, pero no tendrá actitud despectiva con Eva Duarte, en quien reconoce “la intensa dedicación a aliviar la situación de los trabajadores”.