Los Kirchner versus el Congreso
Vuelta de soja
Habiendo neutralizado el Congreso, el kirchnerismo se propone financiar su etapa final con las reservas del Banco Central, los dólares de la soja y un nuevo ciclo de endeudamiento externo. Que pague el que sigue.
Sergio Serrichio
CMI
El empastamiento del Congreso, donde el mosaico opositor no tuvo perspicacia ni coherencia ni disciplina para enfrentar con éxito las jugadas legislativas y judiciales del kirchnerismo, junto al aluvión de dólares sojeros de los próximos meses, le dará al gobierno una ventana de tranquilidad hasta -al menos- el tercer trimestre del año. Luego será el turno de empalmar esta ventana de tranquilidad con un ciclo de endeudamiento que le permita llegar con aire hasta 2011.
Veamos la secuencia.
El hartazgo social y el empate político en torno a la pelea por uso de las reservas del Banco Central (BCRA) le permite al oficialismo neutralizar la fuerza legislativa que la oposición había creído alcanzar en el Congreso. Ya no tiene mayoría, pero sí recursos como para contrarrestar cualquier intento de desmontar el dispositivo de control político-dinerario que el kirchnerismo montó a partir de 2003.
Valga como ejemplo el intento de modificar el reparto del impuesto al cheque. Aún si las distintas fuerzas no kirchneristas lograran cambiarlo -cuestión de por sí peliaguda, dada la paridad de fuerzas en el Senado-, al gobierno le quedará el veto presidencial, que convertiría en testimonial el logro opositor.
La herencia del Mingo
Un repaso a este tributo, creado por iniciativa de Domingo Cavallo y sancionado el 26 de marzo de 2001 es, de todos modos, revelador. En su origen, el impuesto -absolutamente distorsivo y estimulador de la evasión- debía regir hasta fin de 2002, pero debido a sucesivas prórrogas (la última, por dos años) seguirá vigente hasta el fin del mandato de la presidenta Cristina Fernández.
Entre 2002 y 2009, precisa un informe de la consultora Economía & Regiones, el Impuesto al Cheque recaudó poco más de 94.000 millones de pesos, de los cuales las provincias recibieron, en promedio, 14,94 por ciento. De haberse respetado la proporción de la ley de coparticipación federal, deberían haber recibido 33.000 millones más. Dinero que fue, en cambio, a las arcas del gobierno nacional.
El cambio al que aspira la oposición se aplicaría al grueso de los cerca de 24.000 millones de pesos que el tributo recaudará en 2010 e implicaría para el interior “recuperar” unos 10.000 millones. Al respecto, el ministro del Interior, Florencio Randazzo, advirtió que con el cambio que propone la oposición (eliminar el artículo de la ley que excluye del reparto 70 por ciento de lo recaudado) no sólo se “desfinanciaría” al gobierno nacional, sino que también “perderían” las provincias.
“Nosotros estamos financiando a las provincias por 12.298 millones que tienen de vencimientos de deuda”, dijo el ministro. “Así que si el Estado (nacional) no asume la responsabilidad de los vencimientos de capital que tienen las provincias a cambio de darle el impuesto al cheque, éstas perderían 2.000 millones de pesos”.
Según esa curiosa interpretación, a las provincias les conviene ceder gratis recursos contantes y sonantes, para que la Nación les refinancie deudas al 6 por ciento anual.
Amén de perversidad financiera (el desvío de fondos del período 2002/09, más lo proyectado para 2010, supera el 60 por ciento de la deuda de las provincias con la Nación) el argumento pasa por alto la lógica política: cualquier gobernador sabe que no es lo mismo recibir recursos por ley y de modo automático que negociarlos en Olivos, a cambio de “lealtad” al kirchnerismo.
La recta final
Néstor Kirchner teme, sin embargo, que con la bajísima popularidad del matrimonio presidencial, a medida que se acerque 2011 esa tenaza perderá fuerza política. De ahí su promesa de una nueva coparticipación federal (idéntica a la que hizo el 25 de mayo de 2003, en su discurso inicial ante la Asamblea Legislativa), su renovada preocupación por la unidad del PJ y el asado con que él y su esposa agasajarán a la tropa K hoy en Olivos. Por primera vez en años, Néstor y Cristina se preocupan en confortar -y por ahí, hasta escuchar- a sus legisladores.
Del lado financiero, es cada vez menos probable que la oposición logre trabar el uso de las reservas del BCRA, que junto a otros recursos le permitirá al gobierno cerrar las cuentas al tiempo que mantiene el gasto público a todo vapor. En los últimos años, la expansión fue fenomenal. Entre 2006 y 2009, precisa un informe del economista Miguel Bein, los ingresos tributarios de la Nación crecieron 100 por ciento, pero el gasto lo hizo 170 por ciento (en el mismo lapso, el envío de fondos por coparticipación a las provincias creció 62 por ciento).
Los fondos de la soja también soplarán las velas oficiales. El “yuyo” aportará este año casi dos tercios de la cosecha agrícola (he ahí la “desojización” kirchnerista) y una montaña de dólares. Y casi todos ellos ingresarán en los próximos meses. El propio Bein estima que de 18.000 millones de dólares de superávit de la balanza comercial que tendrá la Argentina en 2010, 11.000 millones se generarán entre marzo y julio.
Ese aluvión le permitirá al gobierno controlar la cotización del dólar, hoy por hoy la única herramienta anti-inflacionaria oficial, junto con el retorno de la fuga de capitales (unos 1.200 millones de dólares en febrero) que neutraliza en parte ese torrente y amortigua lo que, de lo contrario, sería una inflación todavía más alta.
Las buenas nuevas del oficialismo acariciaron incluso la gestión del ministro de Economía, Amado Boudou, que parece estar cerca de su principal objetivo: un “canje” de deuda que permita la “reinserción” financiera internacional de la Argentina.
La idea es que Boudou se aleje de Economía (su más probable reemplazante, la ministra de Industria y Turismo, Débora Giorgi, está preparando su equipo) pero antes deje listo el inicio de un nuevo ciclo de endeudamiento externo, que financie la etapa final del kirchnerismo.
Ese ciclo ya está perfilado en el decreto presidencial 1953/2009 que el 11 de diciembre pasado, días antes de la creación del luego rebautizado “Fondo del Bicentenario”, autorizó a Economía a iniciar los trámites para emitir, sólo en Estados Unidos, 15.000 millones de dólares en bonos de “la República Argentina”.
Antes, el gobierno de Cristina Fernández resucitará gran parte de los más 20.000 millones en deuda que su marido había borrado de un plumazo en el canje de 2005, y entregará a cambio bonos a pagar a partir de 2013.
Esos bonos no serán, en todo caso, problema del kirchnerismo, sino apenas una parte de su herencia.




