Ganados y carnes

La encrucijada de los exportadores

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Invento. Las “baratas” forzadas por el gobierno, reflejan precios cada vez más alejados de la realidad.

Foto:Archivo

Los frigoríficos exportadores están afectados por varios problemas. Pagan el novillo mucho más de lo que recuperan con su venta.

Ignacio Iriarte

En el marco de una oferta extremadamente reducida, resisten la presión a la baja las haciendas de consumo liviano bien terminadas; por su parte, comienzan a ceder los precios de los ganados ligados a la exportación.

Con un feedlot con una ocupación que resulta hoy 40 por ciento de lo que llegó a tener a mediados del año pasado, y que sólo en estas últimas semanas ha comenzado a reponer más de lo que vende, la hacienda liviana de consumo (ternero, novillito, vaquillona) aguanta bien este nivel de precios. Cedió muy poco desde el pico de cotizaciones de la segunda quincena de febrero.

En el caso del novillo pesado y de la vaca manufactura o conserva, se empieza a sentir el cierre de las exportaciones, que están limitadas a unos pocos productos.

Cuatro problemas

La exportación está afectada por cuatro problemas diferentes. El primero y principal es que está pagando por el novillo un precio que supera entre uno y 1,50 peso en gancho lo que después recupera una vez vendidos todos los diferentes cortes y subproductos y pagados los costos de faena y procesamiento. En las últimas dos semanas, ante un nivel de pérdidas inédito, con acuerdo o sin acuerdo entre las diferentes empresas, éstas han bajado masivamente los precios de compra del ganado, al costo que muchas industrias, ante la resistencia de los productores a vender a estos menores valores, están pagando menos, pero están faenando también menos. Y este es el segundo problema: la reducción entre un 30 y 50 por ciento de los volúmenes de faena, que aumenta el peso de los costos fijos. En marzo la faena sería más baja aún que en los tres meses precedentes.

El tercer problema deriva de que el Gobierno, impotente ante la espectacular suba de los precios de la carne al mostrador, reclama ahora a las empresas exportadoras más grandes una participación mayor en la “gran barata”, lo cual no consiste en otra cosa que “obligar” a los frigoríficos exportadores (una decena de ellos) a vender los fines de semana a las grandes cadenas de supermercados cortes a un precio que es la mitad del que obtendría la empresa si se le permitiera vender libremente la carne. Si bien la “gran barata” era hasta hace poco de carácter más bien simbólico (1.500 toneladas al mes), hoy el aumento de las exigencias del Gobierno encuentra a las plantas con faenas mucho más bajas, perdiendo mucho dinero y con precios de “barata” cada vez más alejados del valor de mercado.

El cuarto factor adverso, es sin dudas, el cierre de las exportaciones; éstas venían declinando desde diciembre, básicamente porque los números a varios destinos no cerraban, porque no había novillos y vacas, y porque a estos precios mayoristas era más rentable vender al mercado interno. Pero ahora se ha debido dejar de producir para algunos mercados externos, donde todavía los precios FOB cerraban o al menos convalidaban los precios que se pagaban por el novillo.


Acorralada

Hoy, aún después de la baja, el precio mayorista del novillo en gancho -a través del tipo de cambio neto- supera al valor de la carne en Estados Unidos en unos 10 centavos por kilo, unos 50 centavos a Brasil y unos 65 centavos a Uruguay. Por estos motivos, la exportación está acorralada y presiona a la baja sobre los precios de novillos pesados y vacas a riesgo de reducir aún más su faena y su nivel de actividad.