Con alma de acordeón

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Ersilio Juan Broda

Acomoda sobre sus hombros los 18 kilos que pesa el acordeón y le arranca sonidos. Es el instrumento que eligió en su infancia y sigue siendo su compañero inseparable. se define como luthier y está lejos de los escenarios, pero no de la pasión por la música.

TEXTOS. REVISTA NOSOTROS. FOTO. AMANCIO ALEM.

CASI DESDE LA CUNA. “Yo no me acuerdo pero, según mi mamá, tenía unos 3 ó 4 años y cuando íbamos a un lugar donde alguna persona tocaba el acordeón, me quedaba toda la noche mirando. Pienso que la música es algo con lo que se nace porque, si no se lleva dentro, es muy difícil tocar un instrumento”.

UNA ELECCIÓN. “Cuando nací era el auge de Feliciano Brunelli que ha sido el acordeonista número uno. La gente, principalmente del campo, quería que sus hijos estudiaran acordeón cuando lo escuchaban por radio. Era un éxito bárbaro. Conmigo fue algo distinto porque el que quería tocar era yo y le insistí tanto a mi papá que un día me compró el instrumento”.

APRENDIZAJE. “A los diez años empecé a estudiar música con un profesor de Sastre y, cuando cumplí los 12, ya estaba tocando con su orquesta. Tomaba las lecciones, las llevaba a casa y así aprendía mi hermano, Enzo. Más tarde formamos un trío con dos acordeones y una batería, y trabajamos prácticamente desde 1945 hasta que nos vinimos a Santa Fe. Acá formamos un conjunto y trabajamos con una cantante que era muy famosa en la época: Margot Villar. Tocábamos en la ciudad, pero la mayor parte en la zona norte: actuábamos todos los sábados y algunos domingos, cuando se hacían bailes”.

LA ORQUESTA. “En Santa Fe hicimos un poco de todo pero durante varios años tuvimos una orquesta que se llamaba Sorocabana. Era una orquesta característica integrada por mi hermano, un cantor, un guitarrista, un violinista y yo. La orquesta típica hacía tangos y la característica hacía de todo. Aquella era la época del pasodoble, la ranchera, el foxtrot”.

CAMBIOS. “Estuvimos con la orquesta casi 30 años. Después de esa época vinieron los hijos y empezamos a hacer otras cosas. Pero antes de jubilarme, empecé a arreglar acordeones. Para eso, visité a todos los luthier que había en Santa Fe, que los había y muy buenos. Hoy quedan muy pocos”.

RESTAURACIÓN. “Soy luthier, pero trabajo más que nada en restauración de acordeones. No hago afinación, aunque sí todo lo demás. La afinación es muy complicada y demanda 30 días, porque hay que desmontar todas las voces que son casi 300 en cada instrumento, sacar una por una, limpiar todas y recién empezar a afinar. Además, hay que tener mucha experiencia. Lo tiene que hacer una persona que haya trabajado al lado de otro afinador”.

DE FÁBRICA. “Para mi los mejores acordeones son los alemanes (Hohner) y los italianos. En la Argentina se han fabricado acordeones bastante buenos de una firma muy importante que se llamó Anconetani. Tengo uno del año 1898; cuando lo compré estaba desarmado. Lo quise restaurar para tenerlo como reliquia pero no para tocar porque el sonido está muy deteriorado. Estos acordeones se dejaron de fabricar hace muy poco tiempo”.

EN AUGE. “En este momento el acordeón está en auge. Ni hablar con los chamameceros pero también lo tocan mucho los grupos de cumbia. Algunos son tecladistas que se van al acordeón: tocan solamente el teclado y no los bajos. Aún así tienen que practicar mucho la posición porque no es lo mismo tocar el teclado propiamente dicho que el teclado del acordeón. También entró este instrumento en el folclore, con Soledad, Los Nocheros... En los años ‘60 y ‘70 el acordeón había desaparecido prácticamente. Ahora empezó un nuevo auge para todos los instrumentos”.

COMPLETO. “El acordeón tiene el teclado, que hace el canto, y si no hay batería los bajos hacen el acompañamiento. Cuando era joven, salía a tocar en los casamientos con un solo acordeón y bailaban más de 300 personas. El acordeón y el bandoneón son los dos instrumentos más completos para tocar”.

PASIÓN. “Siempre toqué acordeón. Trabajo con este instrumento porque lo conozco tanto. Es parte mía. No lo hago comercialmente sino como un hobby. Ésto me ayuda a vivir. Cuando estoy en el taller, a veces me tienen que avisar que es la hora de comer porque me olvido de todo. Siempre digo que jubilarse y sentarse es lo peor que se puede hacer”

EN FORMA. “Ahora toco en mi casa y con la gente amiga que me llama para hacer reuniones. La gente grande disfruta más de mi repertorio porque entiende lo que era la música de la época: pasodoble, ranchera, foxtrot, baión... También folclore y chamamé. Pero nosotros no éramos muy chamameceros porque ese ritmo, para poder hacerlo con su verdadera esencia, tiene que ser correntino. Allá tienen un estilo propio y si uno no es de la zona, no se lo puede dar”.

EXPERIENCIA. “El instrumento absorbe lo que es la persona. En la misma mano tenemos distintas vibraciones: el acordeón y el bandoneón toman mucho de las vibraciones y eso hace cambiar, de una persona a otra, el estilo. Por supuesto, la mano es la parte del cuerpo que más trabaja con este instrumento. Es fundamental la digitación para hacer escalas cromáticas con velocidad. Lo principal es trabajar con las dos manos y, al mismo tiempo, coordinar con la cabeza. La práctica se adquiere con el tiempo”.

UNA VIDA

Ersilio Broda tiene 80 años y “todavía estoy trabajando en ésto”.

DEL INTERIOR

Nació en San Martín de las Escobas y, en 1952, se vino a Santa Fe con su hermano Enzo.

PRECOZ

A los 10 años empezó a estudiar acordeón con un profesor de la localidad de Sastre. A los 12 ya tocaba en su orquesta. Ahora sigue haciéndolo pero para su familia y en alguna reunión social.

INSEPARABLES

Se define como luthier y restaurador de ese instrumento, al que conoce como si fuera una parte suya.

así soy yo