Por la marcha de la economía y las desavenencias de la oposición

La resurrección de Néstor Kirchner

Tanto los análisis sobre el ocaso político como aquellos sobre el aparente resurgimiento del ex presidente pecan de compararlo con la volatilidad de la oposición, en vez de con las cuestiones que debe resolver. La Justicia pasó a ser un escenario complicado para el oficialismo.

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Kirchner, y uno de sus “apóstoles’, Guillermo Moreno

 

Sergio Serrichio

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CMI

La política argentina suele alternar obituarios prematuros y resurrecciones apresuradas.

Hace pocas semanas, cuando los obstáculos judiciales y legislativos que enfrentaba el gobierno para disponer de las reservas del Banco Central (BCRA) parecían insuperables y estaba en entredicho el canje de deuda pública en el que el ministro de Economía, Amado Boudou, trabaja desde fines del año pasado, abundaban los pronósticos sobre la aceleración del declive del poder kirchnerista.

Pero luego de que la Justicia allanara el camino al Fondo del Desendeudamiento Argentino (Fodear, mentiroso nombre de lo que es en verdad la llave de una nueva fase de endeudamiento), de que el gobierno cortara con un par de gritos y un asado en Olivos el conato de rebelión del interior a raíz del proyecto de modificar el reparto del impuesto al cheque, y de que la oposición volviera a exhibir su torpeza, pasaron a dominar los análisis sobre el “regreso’ de Néstor Kirchner.

Con la economía creciendo en torno del cinco por ciento, la oposición desarticulada, los gobernadores re-domados y abundancia de efectivo (el Fodear, el dinero fresco que entraría con el canje, la vuelta al crédito externo y los dólares de la soja), empezaron a dibujarse escenarios con el ex presidente como actor central, el macho alfa del peronismo, el único de los posibles candidatos que da el pinet, el hombre capaz de revertir, con su determinación e inescrupulosa creatividad, picos de impopularidad de los que un político raramente vuelve.

El énfasis en las desavenencias entre opositores, que tienen al vicepresidente Julio Cobos como artífice destacado, tienden a su vez a exagerar el grado de cohesión de las fuerzas oficialistas, donde también abundan los recelos y zancadillas. Sucede que bajo liderazgos como el de los Kirchner, el disenso y aún los casos de abierta hostilidad se ocultan tras una fachada de unidad.

Relaciones aceitosas

Un par de episodios bastó, sin embargo, para mostrar la precariedad del edificio K.

El primero fue la huelga de estibadores que paralizó por unos días las actividades en algunas terminarles portuarias de Rosario. Y el segundo aún abierto- la advertencia de China de que podría restringir las compras de aceite de soja de la Argentina, presuntamente por cuestiones de calidad, aunque se sospecha que por detrás hay cuestiones de regateo de precios y de reciprocidad comercial.

En base a cifras de los últimos años y proyecciones recientes, la consultora Abeceb.com estimó lo que está en juego: exportaciones por casi 2.000 millones de dólares y una recaudación fiscal, por retenciones, de más de 600 millones de dólares.

Además, la persistencia de la inflación, que en marzo se ubicó otra vez entre el dos y el tres por ciento (o 27 a 34 por ciento anual), va haciendo cada vez más burdas las argucias oficiales para negar el problema, o, cuanto menos, sacarle el cuerpo a su responsabilidad.

El propio episodio rosarino sirve para iluminar la cuestión; la huelga se levantó luego de que los estibadores que habían arrancado pidiendo una mejora del cien por ciento- aceptaran un aumento del 27 %, bendecido por Hugo Moyano, los ministerios de Economía y de Trabajo y el propio secretario de Comercio Interior, el incombustible Guillermo Moreno.

Ese aumento cuadruplica la pauta de inflación del presupuesto nacional, triplica la que algunos funcionarios fueron forzados a admitir, duplica la de documentos internos de Economía y coincide con la cota inferior del rango de aumento anual de precios que algunos funcionarios reconocen en secreto pero no se animan a escribir en ningún papel, por miedo a las filtraciones.

Aunque reconfortado por la proximidad del canje de deuda, Boudou ya no sabe qué decir sobre la inflación. De hablar de “tensión’ y “reacomodamiento’ de precios pasó a decir esquivando groseramente el bulto- que “los precios no los aumentan ni el Indec ni el gobierno, sino empresarios y comerciantes”.

Es cierto, pero los empresarios y comerciantes son grosso modo- los mismos de cuando no había inflación o ésta era mucho más baja. Además, cuando el gobierno celebra las exportaciones y el superávit comercial (que el BCRA traduce, mediante un combo de deuda y emisión de pesos, en aumento de reservas) no se preocupa tanto en dar crédito al autor del fenómeno, el mismo sector privado del que salen las empresas y comerciantes a los que atribuye la inflación, o como prefiera llamarla.

Tirándose de las mechas

En ese escenario, la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, busca atizar líneas de crédito a tasas de interés reales negativas para bancos y empresas, en base a una expansión monetaria que, a la corta y a la media, tal vez incluso a la larga, redundará en un salto inflacionario adicional.

Ni Boudou, ni la ministra de Industria y Turismo, Débora Giorgi, ven con buenos ojos el protagonismo de la presidenta del BCRA, Mercedes Marcó del Pont, que tendrá sus diferencias doctrinarias con su antecesor, Martín Redrado, pero comparte con él el gusto por la figuración mediática. Ni con uno ni con otro el Central implementó ni implementará la política de “metas de (baja) inflación’, pero si cultivó metas de imagen personal. A Marcó del Pont, por quien tanto hizo la oposición al victimizarla, el kirchnerismo mandó incluso a medirla como potencial candidata en una geografía electoral adversa, la Capital Federal.

La Justicia, en tanto, ha dejado de ser terreno seguro para el oficialismo. Le dio, es cierto, satisfacciones como el rápido sobreseimiento de los Kirchner en la causa por enriquecimiento ilícito, y el reciente vía libre al Fodear. Pero también tiene entre ojos al ex secretario de Transporte, Ricardo Jaime, un hombre estrechamente ligado a Néstor Kirchner, por la multiplicación de sus propiedades y negocios y las dádivas que recibía de empresas a las que supuestamente controlaba.

El mismo juez que tiene en jaque a Jaime, Norberto Oyarbide, podría en cualquier momento llamar a declaración indagatoria a Mauricio Macri, por un caso de espionaje que huele demasiado feo y demasiado cercano al jefe de gobierno porteño, uno de los pseudo-presidenciables opositores al lado de los cuales Néstor Kirchner parece un gigante. Un gigante al lado de pigmeos, pero no de los problemas que se empeña en crear.


Disparidades

La recuperación económica llegó a los sectores medios y altos que comenzaron a incrementar el consumo de bienes durables y de lujo, en tanto que el extracto social bajo no acusó recibo de la situación, sino que más bien reflejó una retracción en la adquisición de alimentos y bebidas. Así lo advirtió el Area de Estudios Económicos del Banco Ciudad, que destacó que los datos de consumo y actividad difundidos en la semana confirman que la recuperación económica avanza con gran heterogeneidad entre sectores económicos y sociales. Esto es evidente a la luz de los datos de producción industrial, en donde conviven una fuerte expansión de la industria automotriz con una retracción de la industria alimenticia, y en el consumo masivo, donde se observan subas fortísimas en las ventas de bienes durables y bajas sostenidas en el consumo de alimentos y bebidas, subrayó el análisis.

 

Mea culpa

El senador radical Gerardo Morales aseguró que su partido fue “el único que se ha hecho cargo de los errores” cometidos durante el gobierno de Fernando de la Rúa, entre 1999 y 2001. “Hace nueve años que venimos escuchando cuestiones de la Alianza. Sin embargo, nuestro partido ha sido el único que se ha hecho cargo de los errores. Esperamos que la presidenta, Randazzo y los otros ministros se hagan cargo del gobierno más corrupto de la historia argentina”, criticó. Recordó que “muchos miembros de primera línea de este gobierno integraron también el gabinete de Fernando de la Rúa con responsabilidades que nunca tuve. Participé un año en el gobierno nacional (de De la Rúa) y me retiré a mi provincia sin ninguna denuncia sobre mi gestión”, destacó.