Preocupación en las escuelas secundarias
Estudiantes apáticos: se llevan
materias y desisten de rendirlas
Prefieren repetir el año en vez de intentar eximirse mediante los exámenes recuperatorios. Inquietud entre los directivos de las escuelas ante esta creciente demostración de desinterés por el estudio.
Mariela Goy
La nueva modalidad que encontraron los alumnos para eludir el sacrificio por el estudio inquieta a los directivos de escuelas secundarias de la ciudad. Es que no son pocos los estudiantes que desistieron de rendir en diciembre o marzo los exámenes recuperatorios de las materias reprobadas durante el año. Peor aún, se presentaron solos o con sus padres para informar a la escuela sobre su “opción” de repetir el curso.
Esta conducta se hizo notoria a partir del año pasado y encendió una luz de alarma entre los directores de las escuelas Almirante Brown, Domingo Silva y Simón de Iriondo, tres secundarias públicas de trayectoria y con numerosa matrícula.
“Es algo nuevo: decidieron no presentarse a los exámenes y vinieron a principios de año a reinscribirse. Directamente dijeron yo repito”. La declaración de Roxana Maulle, directora de nivel medio del Almirante Brown, es coincidente con las de sus colegas de otras escuelas.
Mónica Manassero, autoridad máxima del comercial Domingo Silva, sostuvo que “la característica que se dio este año en el período de examen es que los chicos que se llevaron muchas materias, directamente desistieron de venir a rendir”. Aseguró que “es una conducta nueva que se empezó a ver el año pasado cuando los alumnos que se llevaron entre 5 y 6 materias no se presentaron a las mesas de diciembre”.
El diagnóstico del rector de la Escuela Simón de Iriondo (ex Colegio Nacional) es igual de crítico. “Hemos notado una anomia respecto de presentarse a rendir. Es más, tuvimos algunos inconvenientes con los padres porque ya venían a anotarlos como repetidores en diciembre. Tratamos de motivar a los chicos para que rindan pero no hubo caso”, comentó Alberto Roblero.
En ese colegio incluso detectaron alumnos que tenían sólo 4 asignaturas pendientes y no se presentaron a las pruebas recuperatorias, aún sabiendo que pasaban de año con aprobar apenas dos de ellas.
Si bien los directivos no tienen un relevamiento exacto de la cantidad de alumnos que mostraron esa conducta, dijeron que el número de casos es “notorio”. Manassero revisaba la planilla de una comisión de 1er año del Comercial Domingo Silva que puede servir como muestra. En ese curso promovieron en diciembre sólo 11 alumnos sobre un total de 29, es decir, “casi todo el curso se llevó materias a marzo y 8 de ellos no han rendido nada de nada”, detalló la directora.
Sin esfuerzo no hay paraíso
Cada uno por su lado, los responsables de las tres instituciones educativas públicas dieron sus miradas sobre qué puede estar pasando con esos adolescentes y cuáles podrían ser las causas de la apatía.
Para Maulle, del Brown, la cuestión tiene que ver con todo un contexto sociocultural donde la cultura del esfuerzo se va perdiendo. “Y como ahora la escuela secundaria es obligatoria y en definitiva el banco no está más en juego, ya no es necesario esforzarse tanto para no perder el lugar en la institución”, advierte.
La docente considera que existe una “mirada pesimista” y de “baja autoestima” de los alumnos sobre sí mismos y de los padres sobre sus propios hijos acerca de los resultados que se pueden obtener mediante el esfuerzo. “Es como decir para qué, si no voy a poder; hay en cierta forma un espíritu de frustración”, opina.
Si no los mueve la avidez por el conocimiento, la posibilidad de perder a sus compañeros de curso tampoco parece ser un estímulo para intentar eximirse. La directora asegura que los chicos de ahora tienen bastante potencial para crear nuevas redes de vinculación. “Más allá de que en el momento pueden tener una angustia grande -admite-, ahora son más abiertos a relacionarse rápidamente, así que ése no es un impedimento”.
Manassero añade: “Después vienen a pedir un banco y nosotros tenemos una capacidad limitada, del 10% de la matrícula, para destinarla a los alumnos repetidores. Entonces los ordenamos por mérito. ¿Y cuál es ese mérito? El esfuerzo que hicieron para aprobar, y ahí muchos hacen agua porque decidieron de antemano que no iban a estudiar”.
Emanuel, un alumno de tercer año que esperaba su turno de examen en la puerta del Brown, parece reforzar los dichos de las docentes. “Para qué te voy a mentir: me llevé 5 materias a marzo y es porque no estudié durante el año. Mucha joda, recién agarré los libros un día antes de las pruebas”, contó a El Litoral sin ganas de ensayar una respuesta políticamente correcta.
Cariz perverso
El rector Roblero sostiene que por intentar retener a los alumnos en el secundario se implementan políticas que “tienen un cariz perverso”, ya que en lugar de incentivar mediante el otorgamiento de becas, el pago del colectivo o la compra de libros al alumno que estudia y trata de salir adelante, se “premia” en sentido inverso. El caso ejemplificador es el de Corrientes, donde una madre se enojó con la directora porque hizo pasar de año a dos de sus hijos y no iba a recibir el aporte económico otorgado a los repetidores.
El rector de la escuela Simón de Iriondo agregó que hace un tiempo el plan de becas nacionales tenía como condición que el chico no hubiera repetido, mientras que hoy al que repite una sola vez, se le sigue sosteniendo la beca. “Tiene que haber un incentivo diferente para aquel chico que estudia, que saca buenas notas, que no se lleva materias, porque si se lo pone en las mismas condiciones que aquel que recibe becas pero no hace nada por superarse, se lo desalentará”, señala el docente.
Los directores aseguran que las instituciones hacen autocrítica, buscan las fallas pedagógicas y cómo mejorar las estrategias para que los alumnos avancen, pero advierten que “siempre hay un límite que es el otro y su contexto”.
“Tenemos jóvenes solos, muy solos. En algunos casos podemos trabajar con ellos pero el abordaje no es fácil, sobre todo a esa edad y con padres muy adolescentes en sus actitudes. No están con sus hijos en todo el año, pero vienen a pelear una nota. Esas actitudes adolescentes reafirman la inseguridad del propio hijo”, cierra Maulle.
Sea por los factores presentados por los directivos o por otras causas, esta nueva conducta es un síntoma más de un nivel de enseñanza con serias dificultades. El secundario -ahora obligatorio- desvela a los responsables de la educación que tienen el ineludible desafío de encontrar modelos tendientes no sólo a retener al joven sino a mejorar la calidad de este tramo de la enseñanza.





