Maradona

Dr. Alberto Niel

Ciudad.

Señores directores: Para justipreciar a una persona hay que pensar como un contador, haciendo un balance de sus virtudes y defectos y de las cosas que ha hecho -res non verba-, fundamental para hacer un análisis crítico y llegar a conclusiones reales y valederas. Su balance, a mi juicio, es ampliamente positivo y de ahí colijo que Maradona es un buen tipo, como decimos nosotros sintetizando, digno de ser querido y apreciado no sólo como un jugador de fútbol superdotado sino como persona y como ser humano, como ciudadano, como familiar, como amigo, como compañero y como solidario con todos aquellos que gozaron de su ayuda y apoyo espiritual y material. Cuando le sobró el dinero nunca lo utilizó para explotar a nadie, como casi todos lo hacen, fieles a las reglas de “El Capital” de Marx, sino que los remuneró justamente y los ayudó cuando lo necesitaron. En su gloriosa época napolitana de endiosamiento popular, sus amigotes del entorno se las ingeniaron para reclutarlo en sus filas como habitué de la joda nocturna y del desenfreno y la droga. Piensan ustedes, a su edad, con su desmensurada popularidad, entre muchedumbre de gringuitas desprejuiciadas, alcoholistas y drogadictos que se le ofrecían en bandeja, y cuéntenme con la mano sobre el corazón cuánto tiempo hubieran resistido a semejantes acechanzas. Posteriormente, vuelto al país y en sus cabales, tuvo la valentía de exponerse en todo los medios de comunicación masiva como un pésimo ejemplo para nuestra juventud, exhortándola a no imitarlo, iniciando luego un intenso tratamiento especializado que todavía no ha concluido. Más que injustos e irracionales seríamos si no pudiéramos perdonarle el haberse extralimitado en el arranque de bronca que tuviera en una entrevista televisiva, repetida hasta el cansancio en busca de un rating, que por supuesto consiguieron por la superabundancia de televidentes estúpidos, buscadores habituales del chimento y del escándalo, que les resulta mucho más divertido que comentar las virtudes del Dr. Favaloro.