A los 80 años, murió el padre Atilio Rosso

“Tranquilo, ya me voy con Dios”

En el Colegio Mayor Universitario, sito en San Jerónimo 3328, se podrá despedir al sacerdote a partir de las 17. Mañana, a las 9, habrá una misa de cuerpo presente y luego el cortejo fúnebre recorrerá los centros comunitarios del Movimiento Los Sin Techo. Será sepultado en la ciudad de Leones, provincia de Córdoba.

De la Redacción de El Litoral

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El fallecimiento del padre Atilio Rosso, el principal referente del Movimiento Los Sin Techo, conmocionó a los santafesinos. Tenía 80 años y su deceso se produjo alrededor de las 4 de la mañana, mientras descansaba en un hotel de la localidad de Villa Mercedes, en San Luis. Estaba con el sacerdote Raúl Alcorta, ya que ambos debían llegar a la provincia de Mendoza para participar de una celebración litúrgica. Un infarto de miocardio paralizó su corazón y fue la causa de su muerte. “Murió como ha vivido, realmente en paz”, dijo con la voz entrecortada a El Litoral el padre que lo acompañó en sus últimas horas de vida y amigo desde hacía 30 años.

“Salimos de Santa Fe a las 9 de la mañana. Hicimos una primera escala en la ciudad cordobesa de Leones, su lugar de origen, donde visitó a su hermano, cuñadas y sobrinos. Fue a saludar a cada uno, como era su rutina. Ahora, enjugando las lágrimas, veo con ojos residenciales cómo Dios lo fue preparando: alcanzó a despedirse de toda su familia”, expresó el padre Alcorta, al otro lado del teléfono, mientras viajaba de regreso a Santa Fe trayendo el cuerpo de su entrañable amigo.

“A la tarde seguimos hacia Mendoza, pero para no cansarnos decidimos dormir en Villa Mercedes”, continuó relatando. “Antes de acostarnos, leyó los diarios e hicimos juntos las oraciones de la noche. Una de las últimas cosas que lo recuerdo hacer es leer completo el diario El Litoral por Internet”.

Pero a las 4 de la mañana, Alcorta se despertó sobresaltado: “Lo escuché pedir un medicamento al conserje, salté de la cama, me tomé un remís y se lo traje. Pero cuando volví me di cuenta de que no era algo que íbamos a poder resolver solos y llamé al servicio de emergencia. Tardaron más de 40 minutos en llegar”, dijo con pesar. “Me decía que nunca se había sentido así y me pidió que rezara con él. Yo no sabía qué hacer, pero él me decía que me serenara y repetía: ‘Calmate, calmate’ ”.

Mientras esperaban que llegaran los médicos, poco había por hacer. Los sacerdotes volvieron a unirse en la oración hasta que Atilio dijo sus últimas palabras: “Tranquilo, tranquilo, ya me voy con Dios”.

“Gran pérdida”

Una profunda tristeza invadió esta mañana la sede administrativa del Movimiento Los Sin Techo. Con lágrimas en los ojos pudo observarse a varios de sus colaboradores llegar al edificio de San Jerónimo 3328 sin poder creer la noticia.

En diálogo con El Litoral, Jorge Jourdán, asesor de la organización creada y dirigida por Atilio Rosso, manifestó estar muy triste y shockeado tras la muerte del sacerdote. Al mismo tiempo, señaló que “el mensaje que nos dejó fue el de la resurrección y la esperanza”.

“Hay que ver su muerte desde esas dos ópticas, como él quería. Atilio fue un sacerdote que vivió pensando en la resurrección y murió rezando. Cuando se descompuso, según nos contó el sacerdote que lo acompañaba, le pidió que rezara antes de llamar al médico”, contó Jorge Jourdán, quien trabaja en Los Sin Techo desde 1986. Y agregó: “El padre estaba organizando el festejo del bicentenario en el barrio San Pantaleón y estaba muy entusiasmado con eso”.

Consultado sobre cómo lo recordarán en la entidad, indicó “como uno de los curas que más ayudó a los pobres y estuvo al lado de ellos”.

“No lo vamos a olvidar”

David Cerdán, un vecino de Las Lomas y colaborador del Movimiento Los Sin Techo, definió al padre como “el principal vocero de los marginados”. Al igual que las otras personas que se encontraban en el edificio del Colegio Mayor Universitario, donde era rector y funcionaba su organización, el hombre de barrio Las Lomas estaba triste y dolido. “Quién sabe si volveremos a tener un sacerdote como él. Fue un cura que trabajó por los más necesitados como pocos. Al padre Rosso, los santafesinos le debemos mucho y debemos continuar su obra”, finalizó una de las colaboradoras del Movimiento Los Sin Techo en Alto Verde.

“Tranquilo, ya me voy con Dios”

El padre Atilio Rosso fue definido esta mañana por sus colaboradores como “el principal vocero de los marginados”. “Se nos fue una persona increíble”, decían.

Foto: Archivo El Litoral/ Luis Cetraro

Movimiento Los Sin Techo

En el período 1985-2000, desarrolló una estrategia basada en responder al derecho a la vivienda, al desarrollo del hábitat y a la falta de organización del sector marginado. En este período, se beneficiaron 7.000 familias con planes de erradicación de ranchos y 1.500 con provisión de agua potable domiciliaria. Además emprendió un proyecto de desarrollo urbano, capacitación, salud, atención a niños con carencias nutricionales.

Desde el año 2000 viene desarrollando una segunda etapa destinada a proteger el derecho a la vida y ayudar a los niños a alcanzar niveles de desarrollo intelectual normales. Cuenta con 11 centros de salud materno infantil y con 16 jardines maternales. Ha instalado la primera red inalámbrica de Internet en los barrios periféricos con más de 120 computadoras destinadas a la estimulación educativa.

Vida y obra

Atilio Rosso nació en Leones, provincia de Córdoba, el 23 de noviembre de 1929. Se graduó como doctor en Química en la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Nacional del Litoral, y en su paso por la facultad tomó un activo rol en el movimiento estudiantil de la década del ‘50. En 2002 fue designado ciudadano universitario de esa alta casa de estudios.

Ingresó al seminario de Santa Fe para iniciar su preparación como sacerdote en 1959; y celebró su primera misa en Alemania, el 18 de septiembre de 1965. Al año siguiente, en la misma fecha, celebró su primera misa en Leones.

Fue rector del Colegio Mayor Universitario desde 1965 hasta hoy. Allí, el 2 de mayo de 1970 se realizó el Primer Congreso para Sacerdotes del Tercer Mundo, que intentó articular la idea de renovación de la Iglesia posterior al Concilio Vaticano II. Contó con la presencia de varios obispos, entre los que estaba Mons. Vicente Zazpe, Mons. Antonio Brasca y Mons. Jerónimo Podestá, entre otros; y sus allegados recuerdan que Rosso “fue uno de los primeros en firmar el documento”.

Desde 1975 y hasta 1988, fue párroco de la Pquia. María del Carmen de Monte Vera y las capillas que de ella dependen, sitas en Constituyentes, Arroyo Aguiar y Ángel Gallardo.

En 1988, comenzó a trabajar con la comunidad boliviana de Ángel Gallardo, y logró documentar a la mayoría. Para ellos fundó el Club Tarija, que tomó por nombre la localidad de donde procedía la mayoría de los inmigrantes, y adonde Rosso viajó en 1983 para buscar la Virgen de Chaguaya, que entronizó en Ángel Gallardo y en cuyo nombre erigió un templo.

En esa época, creó la escuela de oficios Formación Profesional Acelerada (Fpa), con 14 cursos de oficios para adultos, que funciona en los centros comunitarios barriales.

En 1985, fundó en Monte Vera y Ángel Gallardo, el Plan de Los Sin Techo hacia los 500 años de Evangelización, con miras a 1992; y que en 1988 tomó por nombre Movimiento Los Sin Techo. El movimiento fue reconocido por organismos internacionales como la Unión Europea, la Fundación Interamericana de Estados Unidos de América o la Cooperativa NCIV de Holanda, por el organismo Miseerior del episcopado Alemán, su par Sebemo de Holanda, y el organismo estrictamente clerical Advenia de Roma.

En 1987, fue declarado por las Naciones Unidas “El Año Internacional de Los Sin Techo”. Ese año el Papa Juan Pablo II escribió el documento “Qué has hecho de tu hermano sin techo” y refirió a Los Sin Techo como experiencia en Latinoamérica.

En 2004, el Senado de la Nación declaró su “reconocimiento y beneplácito” por la tarea solidaria de Rosso y Los Sin Techo.

En 2005, el rey Juan Carlos de España le concedió la Encomienda de la Orden de Isabel La Católica como fundador y “alma mater” del Movimiento, y “en reconocimiento a sus méritos y dilatada trayectoria en la lucha por la erradicación de la pobreza”.

Hasta sus últimos días ofició la misa dominical del Colegio Mayor Universitario y administró los Sacramentos en los barrios de nuestra ciudad.

Su voluntad era ser enterrado en su tierra natal de Leones.