“Un hombre serio”

La crisis de un hombrecito gris

La crisis de un hombrecito gris

El actor Michael Stuhlbarg (izquierda) es el protagonista del film de los hermanos Coen.

Foto: Agencia EFE

 

Laura Osti

La película comienza con una fábula judía europea de finales del siglo XIX que plantea una paradoja al mostrar cómo las creencias pueden operar sobre la realidad hasta someterla a su antojo.

Pero la historia propiamente dicha de “Un hombre serio” transcurre hacia fines de la década de los “60, en los suburbios de Minneapolis, concretamente, en un barrio judío de clase media. El protagonista es Larry Gopnik, un profesor universitario de Física y padre de familia, de unos cuarenta años de edad.

El planteo de los hermanos Joel y Ethan Coen es casi metafísico, un juego de una intelectualidad exquisita, que solamente podrá apreciarse en toda su complejidad si se posee cierta información previa, que tiene que ver con esos temas cruciales que pusieron en jaque al pensamiento en el siglo XX: el principio de incertidumbre, la teoría del caos, una idea no determinista de la existencia y el conflicto entre ciencia y fe.

Apelando a una estética casi hiperrealista y a un humor bastante sarcástico, la película cuenta las peripecias de Larry cuando un buen día que vuelve, como siempre, a su casa después de trabajar, su mujer, Judith, lo sacude con un intempestivo pedido de divorcio que no da lugar a apelaciones.

A partir de ese momento, comienza a desencadenarse una serie de acontecimientos fatídicos y desgraciados sobre Larry, que lo van poniendo contra la pared y para los cuales no encuentra explicación racional. Sucede como si el mundo a su alrededor participara de una sorda conspiración en su contra.

De golpe, su universo, que parecía en orden y funcionando de manera normal, empieza a desajustarse por todos lados, arrojándolo al abismo exacto de la angustia.

La búsqueda de respuestas a las cuestiones fundamentalmente morales que se le plantean a cada instante lo lleva a consultar a tres rabinos sucesivamente. También peregrina por varios despachos de abogados, porque con cada problema que se le presenta surge la amenaza de un litigio. En ningún caso obtendrá lo que está buscando.

Su mujer se quiere divorciar para casarse con otro hombre, pero es Larry el que se tiene que ir de la casa. Para colmo, tiene a su cargo a su hermano Arthur, un desempleado con varios vicios inconfesables, que termina enredado en conflictos penales.

Sus hijos, dos adolescentes, están concentrados en sus propios intereses y lo ven solamente como el que debe proveerles todas las satisfacciones a sus demandas.

En el trabajo, algunos colegas quizás celosos comienzan a hacerse eco de rumores inciertos que ponen en duda su idoneidad. Un accidente automovilístico lo enfrentará a una situación trágicamente absurda... y así indefinidamente.

Larry no consigue retomar el control de su vida y ni siquiera puede entender lo que está pasando ni con él ni con su mundo, todo eso visto desde la perspectiva hebrea, a la que los Coen muestran como una comunidad tremendamente esquemática, ritualista, cerrada, formal, pero misteriosa a la vez.

Larry es una especie de antihéroe urbano que encarna en sí mismo prácticamente todos los dilemas del espíritu de los sesenta, desde una perspectiva judía norteamericana. Un lindo cóctel con cierto regusto a existencialismo tardío o posmodernismo temprano, o algo así. Interesante.


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MUY BUENA

Un hombre serio

A Serious Man, Estados Unidos-Francia-Gran Bretaña/2009. Guión, edición y dirección: Joel y Ethan Coen. Con Michael Stuhlbarg, Richard Kind, Fred Melamed, Sari Lennick, Aaron Wolff, Jessica McManus y Peter Breitmayer. Fotografía: Roger Deakins. Música: Carter Burwell. Duración: 106 minutos. Apta para mayores de 13 años con reservas.