EDITORIAL

Residuos, ambiente y un compromiso compartido

La generación, acumulación y destino de los residuos sólidos domiciliarios constituyen aristas de uno de los principales desafíos ambientales que afronta el planeta en la actualidad y que se materializa, sobre todo, en los grandes centros urbanos. Esta capital no es la excepción: miles de toneladas de desechos son producidos cada año y su recuperación -impulsada por organizaciones no gubernamentales en alianza con el poder público- aún resulta pequeña si se compara con la magnitud el problema.

A todas estas cuestiones, se suma la proliferación de minibasurales, producto del trabajo informal de cientos de personas que encuentran en los desechos una precaria forma de supervivencia.

Se trata de una problemática que, como se dijo, es común a ciudades de todo el mundo, como también lo es -cada vez en más sitios- la preocupación por revertir esta situación. Es por eso que para los gobiernos se ha vuelto prioridad desarrollar acciones que permitan combinar la gestión pública y la participación privada para resolver o al menos morigerar los efectos de esta situación. Ambas son esenciales para obtener resultados que se puedan sostener en el tiempo y que trasciendan a sucesivas gestiones políticas.

Por estos días, se anunció la puesta en marcha de la campaña de recolección diferenciada de residuos que en las próximas semanas se iniciará en algunos barrios de la ciudad. El objetivo es lograr que la basura sea separada en origen, para facilitar el aprovechamiento de los materiales que pueden ser recuperados y evitar que se contaminen con lo orgánico. Al mismo tiempo, se procura disminuir la cantidad de basura que ingresa a la planta de relleno sanitario.

Se trata de un plan posible de sostener si se tiene un adecuado acompañamiento oficial pero, sin dudas, su éxito estará fundado en el compromiso que se logre por parte de la comunidad. Más allá de la decisión de sancionar a quienes no cumplan con horarios y días de recolección de unos y otros materiales, la consecución del programa implica un verdadero protagonismo por parte de la ciudadanía.

Son varias las acciones que se vienen promoviendo desde hace algunos años en procura de disminuir el impacto de los residuos en el medio ambiente, tales como la opción por envases retornables en reemplazo de los plásticos descartables; la mayor limitación posible en el uso de packaging, el reemplazo de las tradicionales bolsas de nylon por otras fabricadas en materiales más fácilmente degradables o la reutilización de estos envases. Una vez más, a ordenanzas y disposiciones legales se debe sumar la acción individual y comunitaria.

En definitiva, la concientización ciudadana resulta el factor clave para dotar de sentido específico y cotidiano a un compromiso con la ecología y el medio ambiente ya instalado.