Lengua viva

El Día del Idioma

Evangelina Simón de Poggia

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La Real Academia Española fue fundada por iniciativa del Marqués de Villena, aceptada por el rey Felipe V y creada por Real Cédula del 3 de octubre de 1714. Su objetivo era “mantener la propiedad, la limpieza y la pureza de las voces del idioma castellano”. Las primeras obras que publicó fueron: el Diccionario, llamado de “autoridades”, la Ortografía y la Gramática, la excelente edición del Quijote y la versión del Fuero Juzgo. El Castellano comenzó su expansión y la RAE se vio obligada a ir creando Academias correspondientes a la de España a lo largo y ancho del mosaico hispanoamericano y fuera de él.

Va a ser la Real Academia Española la que declare el 23 de abril el Día del Idioma con el fin de conmemorar la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra, ocurrida en Madrid, el 23 de abril de 1616. Fue un maravilloso representante del idioma español y su genio literario quedó plenamente revelado en su vena narrativa a través de su obra cumbre: Don Quijote de la Mancha. En ella, dio rienda suelta a su fantasía y a sus sentimientos en sus representaciones de: viajes, países nórdicos, tierras fantásticas, bárbaros, piratas, ladrones, brujas, tempestades y naufragios... Esta complejidad hace que su resumen sea casi imposible y justifica su éxito. Es un canto a la “libertad”... Dice el Quijote a Sancho: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos, con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres”. También lo es a la “justicia”, a esa justicia que es responsabilidad de cada individuo que, como él, debe de tratar que el mundo sea más próspero, más libre y menos injusto.

Por lo expuesto, el hidalgo caballero se enfrenta a las autoridades cuando éstas obran en contra de su concepto de justicia y de libertad. Don Quijote representa al espíritu justiciero que, con su rebeldía y sus ideas, está dispuesto a cambiar el mundo, aunque tenga que sortear obstáculos, sea ridiculizado y golpeado. Para ello se armó caballero con su celada de cartón de lanza, buscó a “Rocinante”, a su escudero Sancho y logró idealizar a la mujer amada, “Dulcinea”, destinataria de todos sus recuerdos y de sus andanzas. Es el símbolo del idealismo que, ajeno a las realidades de cada día, se consagra, en su mundo recóndito, a una noble quimera.

A su lado, Sancho, práctico, positivo y cargado de humanidad, se va contagiando de las manías de su héroe y, ante las burlas que éste suscita, pretende salir de nuevo en busca de aventuras y de gloria.