Los chicos sabaleros se divierten...

Santa Rosa de Lima, con pasado y futuro

El Litoral siguió visitando las escuelitas que componen “Colón en tu barrio”. Cerca de 4.000 chicos disfrutan de esta iniciativa que se expande por la ciudad.

Santa Rosa de Lima, con pasado y futuro

La lectura del Evangelio en un descanso necesario para estos chicos que, con diversas edades, se divierten, escapan a los riesgos de la calle y sueñan algún día con jugar en Colón.

Foto: Flavio Raina

 

De la Redacción de El Litoral

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“Casita de los chicos” es un centro que funciona frente al Hospital de Niños. Con entrada sobre calle Lamadrid, nuclea cerca de 300 chicos de diversas edades. El objetivo del Centro es, mediante el fútbol, alejar a los chicos de la calle y darle una contención que sirva para una inserción social. Las diferentes categorías participan en la liga infantil AFI de Santo Tomé. Adolfo Martínez es su presidente y Ana María Leiva, una incansable trabajadora que lucha por lograr mejoras para sus niños.

Mientras la hermana Matilda, de la Parroquia Santa Rosa de Lima, habla con todos ellos, y les enseña el Evangelio, Ana María nos confía su principal anhelo. “Yo me sentiría realizada y feliz si lograra algún día poder participar en el torneo de la Liga Santafesina. Sería como un logro de toda mi vida. Si conseguiría eso, podría decir tarea cumplida y entregar el mando a otra persona”. Mientras tanto, sigue trabajando con ahínco y ahora con el apoyo que se le brinda a través de Colón y el programa “Colón en tu barrio” que se implementó a través del Departamento de fútbol infanto-juvenil del club rojinegro.

Desde la categoría 92 a la 2002, no hay discriminación de nenes o nenas. Todos concurren a la Casita a jugar y pasar un rato de sana alegría, que a su vez sirve como preparación para la competencia de cada fin de semana. “La idea es, mediante el fútbol, sacar a los chicos de la calle y darles una inserción social, que les permita desenvolverse”. Loable.

Desde 1998, trabajan para brindarles la posibilidad de jugar, de crecer y cada día de partido compartir la comida. “Ricardo Acosta, que hoy está en Unión, es nuestro, es de la Casita, pasa que al no tener fines de lucro la liga en la que participamos, nos vemos imposibilitados de hacer contratos. Tenemos un chico en Rosario Central también. Y ahora que estamos vinculados a Colón, veremos si alguno termina poniéndose la sangre y luto. Sería buenísimo”.

Pero en 12 años han pasado por tragos amargos, de esos que justamente buscan evitar brindándoles un espacio de deporte y recreación. “Lamentablemente, hemos vivido la muerte de muchos chicos, que se metieron en lo que no tenían que meterse”. Junto a Adolfo, sacan a relucir una carpeta que, a manera de álbum fotográfico, muestra momentos de su historia. Jugadores varones, jugadoras mujeres, diferentes equipos formados antes del partido, integran una historia móvil de un centro que pide apoyo “a gritos” para no dejar de realizar su trabajo social.

Una vez que la Hermana Matilda terminó de rezar en un coro que resonaba al unísono, la pelota comenzó a rodar y la alegría se desató sin previo aviso. Chicos de todas las edades sueñan que juegan en los mejores equipos del mundo y la llegada de Colón a su casa le abre una puerta que pocas veces vieron.

Los más grandes hacen jueguitos y esperan poder usar la cancha. Total, al ser los más grandes, pueden volver un rato más tarde a sus casas. Los medianos esperan su turno practicando un “burrito” y los más chiquitos ya armaron sus improvisados arquitos para dividir el terreno; así, todos tienen un pedacito donde divertirse. En ese ratito, todos son iguales, todos sueñan con ser felices tras una pelota, que rueda de un lado a otro buscando tanto los pies habilidosos, como los que sólo logran apenas pegarle a la redonda. Y Colón, cumpliendo una función más importante desde lo social que desde lo deportivo, allí está presente.

Es en Santa Rosa de Lima, justamente un barrio en el que nació la barra más importante que tuvo Colón en aquellos tiempos de lucha en los torneos de ascenso y del regocijo por grandes equipos que engalanaron la década de los “70. ¿Alguien puede olvidarse de la tradicional Santa Rosa de Lima?