EN EL FESTIVAL DE CANNES
Diego Lerman y “La mirada invisible”
El director argentino presentó ayer su última película en el certamen francés. El filme indaga sobre la última dictadura militar.
De la redacción de El Litoral
Télam
El cineasta argentino Diego Lerman estrenó ayer en el Festival de Cannes “La mirada invisible”, su tercer largometraje, que protagoniza Julieta Zylberberg y que aborda el momento final de la última dictadura militar a través del drama de la preceptora de un colegio, que es a la vez cómplice y víctima de la represión imperante.
Basada en la novela “Ciencias morales”, del escritor argentino Martín Kohan, y con guión del propio Lerman y María Meira, la película se incluye en la sección Quincena de Realizadores del certamen francés, donde compite con películas de México, Uruguay, Brasil, Congo, Dinamarca y Francia, entre otros países.
Si bien el contexto es el período final de la dictadura militar en la Argentina, en el momento previo a la guerra de Malvinas, la película transcurre íntegramente en las aulas, los claustros, los pasillos, las escaleras y los patios del Colegio Nacional de Buenos Aires, donde los jóvenes están sometidos a una disciplina férrea e impiadosa, que es mantenida mediante espionaje y castigos.
“La mirada invisible” es justamente -además del título del filme- el concepto de vigilancia constante que el jefe de preceptores (Osmar Nuñez) le transmite a María Teresa, una joven preceptora de 23 años, sexual y culturalmente reprimida, que comienza a esconderse en los baños de los alumnos para sorprender a los que fuman y llevarlos ante la autoridad. Pero poco a poco la joven preceptora (interpretada magníficamente por Zylberberg) hace de esa vigilancia un hábito oscuramente excitante, persiguiendo y acosando a los estudiantes, lo que parece demostrar que no es de la violación de las reglas sino de su aplicación a ultranza de donde surgen la torsión y el desvío.
“Creo que es una película ambientada en la dictadura, pero ésa no es su temática central. Además, me parece más contundente que la dictadura esté afuera de campo, porque eso hace más fuerte su presencia densa y pesada”, afirmó Lerman, quien ya había visitado Cannes en otras oportunidades e incluso trabajó este proyecto en el atelier de la Cinéfondation.
La mirada
En una entrevista con Télam, Lerman se mostró emocionado por participar con su tercer filme en el Festival de Cannes, ponderó el trabajo actoral de Zylberberg y Nuñez, y habló sobre la novela de Kohan y sobre las perversiones que provoca en algunas personas una educación rígida y represiva, tal como le ocurre a la protagonista del filme.
El director contó que la historia de Kohan lo sedujo por “la condensación de cuestiones, pero creo que una de sus potencias es cómo describe ese microcosmos que era un colegio secundario en el funcionamiento del cuerpo del gobierno militar, y cómo detrás de la descripción exhaustiva de esa microcélula y su funcionamiento dejaba ver el todo. Me seducía mucho esa metonimia, describir exhaustivamente la parte para mostrar el todo”.
“Es una película donde lo que se cuenta es el discurso del poder, donde ves todos los sistemas de control y represión que hay -explicó Lerman-. El único punto de vista es el de la preceptora y “La mirada invisible’ hace alusión a su percepción de las cosas, a su subjetividad, y también de quién la mira a ella, esa especie de panóptico donde todos son vigilados en una pirámide de controles y complicidades”.
Perversiones
En pantalla, Julieta Zylberberg despliega un sorprendente trabajo corporal para encarnar a María Teresa, una joven de 23 años rígida, negada sexualmente, que vive con su madre y su abuela, y que en el colegio se muestra como una adolescente insatisfecha obligada a ser una adulta, reprimiendo sus sentimientos y siendo cómplice de su jefe al mismo tiempo.
“Trabajamos mucho en una dirección, hubo mucho trabajo previo de charlas y ensayos, modos de caminar, miradas, fue un período corto pero muy intenso donde improvisamos sobre cosas que incluso no estaban en el guión”, recordó el director. Y añadió: “Lo que me interesaba era que ella incorporara el personaje. Para mí era importante que no fuera un personaje sumamente hermético y que su ensimismamiento estuviera exteriorizado y no se convirtiera en algo psíquico, por eso había algo corporal y de miradas que debía estar todo el tiempo presente”.
“La mirada invisible” muestra la perversión que surge del exceso de disciplina y prolijidad, ancla en el supuesto por el cual “detrás del esquema rígido que sea, detrás de cualquier sistema represivo, se generan estructuras e individuos enfermizos y la represión se transforma y sale a la luz en forma de perversiones -contó el director-. Es como si quisieras hundir un corcho debajo del agua: lo hundís, lo hundís, pero por su naturaleza va a salir y cuando lo haga seguro saldrá con más fuerza. La represión genera su efecto opuesto y se traduce en ciertas perversiones”.




