“Sólo un hombre”

Conmovedor relato de una despedida

Conmovedor relato de una despedida

Colin Firth, protagonista de “Sólo un hombre”, dirigida por Tom Ford. Foto: Agencia EFE

 

 

Laura Osti

“Es un poema sobre un hombre que cree que está en el último día de su vida”, así resume el contenido de su primera película, el diseñador de moda devenido en guionista y director de cine Tom Ford. A single man, basada en un libro de Christopher Isherwood, cuenta la historia de un profesor (Colin Firth) en la California de 1962 que pierde a su pareja (Matthew Goode) en un accidente. Su duelo y sus deseos de morir contados en un día de su vida.

El personaje protagónico, George Falconer, es un profesor universitario de Literatura en Los Angeles y aunque está radicado en los Estados Unidos, es de origen británico. Los hechos narrados transcurren entre la posguerra (Segunda Guerra Mundial) y los días en que las tensiones con Cuba suben de tono y se agitan los fantasmas de supuestos ataques con misiles provenientes desde la isla.

En ese marco, Falconer, un hombre homosexual de mediana edad, tiene que afrontar la mayor tristeza de su vida: la pérdida del ser amado. Es algo que ha ocurrido de manera inesperada, producto de un accidente automovilístico, cuando llevaban dieciséis años de convivencia, aparentemente feliz.

En los casi cien minutos que dura el film, Ford va contando esta historia, que en el tiempo “real” transcurre durante un solo día, mediante recursos como sueños, fantasías, flashbacks, voz en off, tomando como punto de vista la subjetividad del protagonista. Es un intento por captar mediante el lenguaje cinematográfico lo que va pasando por la mente de Falconer. Mientras, el espectador puede observar su dolor contenido, su angustia, su soledad y su desajuste con la realidad que lo rodea, que sigue su ritmo, indiferente (o casi) a su tormenta interior.

Falconer parece estar decidido a terminar con su vida esa misma noche, pero algunos encuentros inesperados y ciertas señales que es capaz de percibir de parte de los otros, le hacen dudar y quizás desistir.

Un modo de sentir la vida

Ford, acostumbrado al mundo de la moda y de la publicidad, utiliza esos lenguajes que conoce bien y consigue trascenderlos, poniendo en imágenes un modo de sentir y de ver la vida, que puede resultar esteticista a ultranza, pero que no está desprovisto de emociones ni de sentimientos, aun cuando cierto sentido de la elegancia impide los desbordes y los extremos. El uso de los colores está vinculado al estado de ánimo del protagonista, así como cada plano y el sonido. Nada está librado al azar, destacándose el excelente trabajo de Eduard Grau en iluminación y fotografía.

El diseñador cineasta logra poner todo en juego y no esquiva ninguno de los asuntos que perturban la mente de Falconer en el día más triste de su vida. Su relación con la eterna novia de la juventud (Julianne Moore), con quien mantiene un vínculo intenso que perdura en el tiempo, no satisface a ninguno de los dos y roza lo decadente. Los límites difusos que se desdibujan un poco más entre el profesor y uno de sus alumnos, que provoca un acercamiento demasiado inquietante para el hombre mayor. Un encuentro callejero con un taxi boy que de una sola mirada parece desnudarle el alma y ponerlo contra la pared. La vecinita de la casa de enfrente que parece leerle los pensamientos... y así, cada contacto, cada experiencia, cada recuerdo, son vividos con una sensibilidad extrema, que se manifiesta sin embargo con extraordinario cuidado por las formas. Lo que demuestra que Ford no solamente entiende de moda sino que algo conoce del alma humana y también de cine.

Su propuesta es digna, agradable a los sentidos y amable con el espíritu, sin dejar de ser provocadora y transgresora.

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MUY BUENA

Sólo un hombre

A Single Man, Estados Unidos, 2009. Drama. Dirección: Tom Ford. Guión: Tom Ford y David Scearce; basado en la novela de Christopher Isherwood. Elenco: Colin Firth, Julianne Moore, Matthew Goode, Nicholas Hoult, Ginnifer Goodwin, Teddy Sears y otros. Producción: Tom Ford, Chris Weitz, Andrew Miano y Robert Salerno. Música: Abel Korzeniowski y Shigeru Umebayashi. Fotografía: Eduard Grau. Montaje: Joan Sobel. Duración 99 min.