El arroz, protagonista

De las estimaciones sobre la campaña actual del arroz se desprende que tendrá menor rendimiento que la del año pasado -hubo muchos días nublados en la decisiva etapa de floración- aunque más superficie cultivada, proceso de expansión muy marcado en la última década. En 2001 había poco más de 6.000 hectáreas “testimoniales” de arroz sembradas. Y este año, más de 30.000; esto es, cinco veces más, en un desarrollo que crea condiciones estables.

En materia de rendimiento, el crecimiento es todavía mayor: desde las 25.000 toneladas iniciales se evolucionó hasta las casi 200 mil de la campaña pasada. Hay, para decirlo de una vez, un resurgir del arroz, y están dadas las condiciones como para que el cultivo “se quede”.

Esta realidad, marcada estrictamente por cuestiones económicas -en el esquema de la Costa, flexible, hoy el arroz “conviene”-, viene acompañado de tecnología, crecimiento estructural -mucho más privado que público-, condiciones naturales inmejorables -campos bajos y la posibilidad de tomar fácilmente agua del San Javier en un corredor de más de 200 kilómetros, desde Santa Rosa hasta Romang- y cierta tradición arrocera ahora consolidada.

Cuando el arroz se retiró por años dejando paso a otras producciones, también se fueron parte del paquete tecnológico y la “inteligencia” que acompaña a un cultivo. La estructura. Los que siguieron haciendo arroz dependían y lo hacen todavía en gran parte de Entre Ríos o Corrientes. Pero ahora, con el crecimiento exponencial de la superficie cultivada, vuelven a formarse grupos de emprendedores, ingenieros agrónomos que disponen además de otra tecnología, básicamente en materia de semillas, fertilizantes y herbicidas.

También han mejorado sensiblemente -y bajado costos- el manejo de bombas, de acopio. La Costa sabe hacer arroz y cada año más gente ensancha la pirámide de quienes entienden, viven y trabajan en relación con este cultivo y ése también es un capital importante, intangible quizás, pero que entra en el haber de los balances a la hora de darle valor agregado al corredor.

Colaboran también el hecho de que el arroz no cotiza en Bolsa ni tiene las retenciones de otros productos; no hay problemas de abastecimiento interno, ni conflictos entre exportación y mercado doméstico.

Resta mucho por hacer y por crecer. Todavía hay tierras disponibles para sumar al creciente polo costero del arroz. El Estado puede hacer mucho con el mejorado de la estructura vial -endeble y “unodependiente” en los departamentos Garay y San Javier-, sobre todo transversal, para generar caminos confiables para la maquinaria: hoy hay pequeñas huellas entre las arroceras y escasos caminos. Entre las tareas pendientes figuran mejores desagües, defensas y obras de arte sobre rutas y caminos.

Por último, los principales actores dedicados al arroz deben encontrar las formas para que su actividad no quede envasada y los beneficios se derramen en las poblaciones y habitantes con los que conviven.