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el clásico mate que identifica a sauce viejo.

Un viaje por la memoria de Sauce Viejo

Miriam Marsó, vecina y escritora de la localidad de Sauce Viejo, se propuso reconstruir la historia de su pueblo. Ya lleva seis fascículos editados, espera llegar a diez y no descarta superar esa cifra. Un trabajo a pulmón, con foco en la difusión y que parte de la premisa de que no se ama aquello que no se conoce.

TEXTOS. REVISTA NOSOTROS. FOTOS. GUILLERMO DI SALVATORE Y EL LITORAL.

“Siempre sucedió que cuando una idea titilaba en mi mente, debía escucharla y posteriormente llevarla a cabo. Siempre tuve intenciones de emprender actividades, proyectos, crear un museo, una biblioteca popular y tantas cosas que no podemos disfrutar aún en mi localidad. Hacer algo que sirviera a todos y quedara para la posteridad”. Así comienza el prólogo del primer fascículo de “Memoria”, escrito por Miriam Patricia Marsó, escritora y vecina de Sauce Viejo, quien decidió contar la historia de su pueblo a través de las voces de sus protagonistas, los pobladores del lugar.

“Me preguntarán, tal vez, por qué escribir la memoria de un pueblo como Sauce Viejo, donde resta aún tanto por hacer y por empezar; justamente porque si no comenzamos, nunca lo haremos”, añade la autora, visitadora médica de profesión pero periodista de alma -está cursando la carrera en el Instituto Superior Nº 12 de Santa Fe- que lleva seis fascículos editados y espera llegar a diez, aunque admite que esa cifra podría crecer a medida que se sigan sumando nuevas historias para contar.

Marsó ya había escrito otros libros. Cuentos para niños, poesías, una narración sobre la catástrofe hídrica de 2003 y una novela figuran entre sus creaciones literarias. Sin embargo, “necesitaba escribir sobre la historia de mi pueblo, pero de una manera diferente. Pensé, entonces, en llevarlo a cabo. Sucedió que, como tantas otras ideas, no podía sola y quizá el destino, la casualidad o lo que fuere hizo que conociera a otras personas que tenían los mismos propósitos”, relata. Cintia Aguirre, María Elisa Galván y Vanina Zonca integraron aquél grupo original y a ellas se sumó Alberto Arenaza, quien la acompañó a Los Médanos donde hallaron los primeros restos de cacharros que resultaron el puntapié inicial del trabajo. Es -admite la escritora- quien “no me deja caer”, cuando surge algún problema, ya sea personal o por falta de tiempo, que a veces sucede, simplemente cuando se necesita traslado hacia el lugar de la entrevista.

CONTAR LA HISTORIA

El objetivo de todo el esfuerzo, el “hilo conductor”, es “reconstruir la historia del pueblo tomando como herramienta la información que poseemos; las historias que ya se contaron y las que continuamos buscando”, como también “recolectar hechos históricos -ocupando recursos informativos de la misma gente que reside en el lugar- que sean verosímiles y demostrativos, por medio de fotos y/o documentos”.

En cuanto al público al que van dirigidos los fascículos , “el propósito es que sea para todo lector, pero tenemos la intención de que resulte un libro con material didáctico para que se pueda trabajar en las escuelas ¿Por qué en las escuelas? Porque pienso que debemos valorar lo nuestro, pero también enseñarlo, incentivar en los chicos el conocimiento y el gusto por el lugar donde viven; que aprendan a conocer y reconocerse pero, sobre todo, a querer y apreciar su tierra, la misma que nos muestra vestigios de la presencia aborigen que habitó la zona”.

“Los Marsó -de ascendencia ítalo-francesa- están instalados en la provincia de Santa Fe desde 1861 y, desde hace más de 100 años, en Sauce Viejo. Mi abuelo era islero, más precisamente cazador, a semejanza de mi padre, hermanos, tíos.... y eso también tira un poco”, reconoce Miriam.

El proyecto se puso en marcha cuando, en una recorrida por las costas de Sauce Viejo, se hallaron restos de cacharros que -supuso el grupo- encerraban “parte del legado de una tribu que habitó las islas y que nosotros queríamos dar a conocer”. La historia siguió con la idea de crear un museo en la localidad. “Nos dijeron que en Los Médanos, que es una isla, había restos de cacharros, que había que excavar y buscarlos”. Así fue que llamaron a una arqueóloga del Ministerio de Innovación y Cultura y tomamos contacto con María Rosario Feuillet -Lic. en Antropología y arqueóloga-. “Y fuimos al lugar donde encontramos huesos, que ahora están en etapa de investigación, porque se cree que allí hubo asentamientos aborígenes”. De aquél hallazgo ya se conocen las primeras conclusiones.

La tarea continuó con entrevistas a la gente de la zona., y la recopilación de testimonios de quienes habían trabajado en el Molino Arrocero de Fraga, el único de la región. Luego surgió la idea de escribir sobre Manuel Gálvez y los comienzos del pueblo, que “no tiene una fecha de fundación exacta, sino que empezó como un loteo para edificar la iglesia, la comisaría y demás dependencias”. “También sobre la familia de Salva, Salvador, quienes donaron el terreno para erigir el cementerio local”.

Para reconstruir la historia del pueblo se pidió a los entrevistados que cuenten la historia de su vida. “Mucha gente nació en la localidad y nos relata sus recuerdos y experiencias; nos acercan fotos de la época y vamos haciendo una recopilación de datos. Ese es el material que va a los fascículos”, cuenta la autora.

Como se dijo, “Memoria” se difunde en las escuelas con la idea de que “los jóvenes, sobre todo, conozcan el lugar. Porque no se ama lo que no se conoce. No podemos pretender que nuestros hijos quieran al pueblo si no lo conocen, si no conocen su pasado y sus lugares históricos” en una localidad cuya población se incrementó de manera notoria, con gente que tenía su casa de fin de semana y que decidió establecerse de forma permanente.

Marsó reconoce el aporte realizado por la escritora santafesina Nidia Orbea de Fontanini que sumó algunos datos, como que el territorio integraba el departamento Las Colonias hasta la sanción de la ley del 31 de diciembre de 1890, cuando pasó a formar parte del departamento La Capital.

A PULMÓN

“A los fascículos los hago yo, la tinta la gasto yo porque no tengo ningún apoyo. No vendo las publicaciones sino que las reparto en las escuelas. Estuve haciendo un taller literario durante dos años en escuelas de Sauce Viejo (Canónigo Severo Echagüe, del barrio Las Delicias; Fuerza Aérea Argentina, del pueblo, y Escuela Rural Pte. Perón, del barrio Adelina) y alcanzamos a trabajar este material con los mismos alumnos. Por eso sería importante que alguien preste su colaboración para imprimir los fascículos y repartirlos. No quiero dinero, pero si que me faciliten un poco las cosas. Éste es un trabajo que lleva tiempo porque demanda de una investigación, significa trasladarme al museo, a la biblioteca... y todo insume gastos que ya no resultan fáciles de afrontar”.

Aún así, sigue adelante. “Amo escribir, creo que nací con un papel y un lápiz. No podría estar sin ésto. Pero, además, me motiva la necesidad de dejar algo para mi pueblo. Quiero con toda el alma a Sauce viejo. Aunque nací en Rosario por cuestiones de trabajo de mi padre, desde muy chica nos instalamos allí”.

Marsó participó el año pasado, junto a chicos y chicas de la escuela Perón, de la Feria del Libro de Santa Fe. “Nos dieron una distinción en la Legislatura de la provincia por esa actividad y también nos ayudó Nidia Orbea de Fontanini -por esa misma actividad de taller literario, me otorgaron en diciembre del año pasado el Primer Premio Nacional a la Excelencia-. Hubo un compromiso de políticos para pagar el transporte que luego no se cumplió, así que junté moneda por moneda para traerlos a la ciudad. Participamos de la feria y los llevé de vuelta a Sauce. Hay que sentir lo que se hace; si no, sería imposible”.

Además del trabajo, el estudio y la escritura, Marsó conduce “Aquí, mi tierra”, junto a Raquel Creus, en la FM Aeropuerto de Sauce Viejo, los sábados de 12 a 13.30, y coordina desde hace ocho años el taller literario “Tinta de Sauce” que reúne a chicos y chicas, jóvenes y adultos y pretende “darle un espacio a quienes no pueden trasladarse a otro lado y tienen deseos de escribir”.

“Algunos integrantes del taller obtuvieron premios en distintos certámenes y participaron de la Feria del Libro”, cuenta, orgullosa. Y también junto a ellos organiza, desde 2002, el encuentro de escritores “Laura Mundín” que reúne a gente de la localidad y la región.

Además, en 2008 y 2009 dictó talleres en escuelas de la localidad, “siempre ad honorem”. “El año pasado conseguí apoyo para viajar en colectivo, pero este año no voy a poder hacerlo porque tengo que trasladarme a dos lugares diferentes, hacer fotocopias para los chicos, y todo eso tiene un costo”.

“Todo ésto que estamos haciendo es a pulmón -insistió- y es necesario difundirlo, como también es importante agradecer a las personas que están colaborando”. Pero -concluyó- “sería importante la colaboración para que entre todos continuemos forjando el destino de Sauce Viejo, siguiendo con la labor que comenzaron otros hace mucho tiempo”.

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Miriam Marsó recopiló la historia de su pueblo.

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la autora del trabajo Junto al grupo de trabajo.

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a través de los fascículos de miriam marsó, emprendemos un recorrido por la memoria colectiva y paisajística de sauce viejo.

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más datos

PUBLICACIONES

Además de “Memoria”, Miriam Marsó escribió “La luna, el ángel y los niños” (cuentos), “Por un camino azul” (poemas), “Biografía de una catástrofe” (relatos sobre la inundación de 2003), “Clara” (poesía), “Poeta isleño” (poesías) y la novela “Y todo a media luz...”.

TALLER

Desde hace ocho años coordina el taller literario “Tinta de Sauce”, del que participan niños, adolescentes y adultos. Con integrantes del taller fundaron el encuentro de escritores de Sauce Viejo “Laura Mundín” que se reeditará este año, en octubre.

RADIO

Los sábados, de 12 a 13.30, conduce “Aquí, mi tierra” por la FM Aeropuerto, de Sauce Viejo. Desde allí, busca destacar y difundir el trabajo de personalidades locales vinculadas con la cultura.