Mano a mano de El Litoral con Quique Wolff en Sudáfrica

“Messi tiene la tierra del potrero en sus bolsillos”

El ex capitán de la Selección Argentina en el Mundial de 1974, hoy periodista, habló de la Chiva Di Meola, de las canchas de Santa Fe, de su bronca por los barras y de las cosas que vivió en sus tiempos de jugador.

 

¿Quién no conoce a Quique Wolff?, ¿quién no lo recuerda con aquella melena enrulada al estilo Tarantini, jugando para Racing o para River, antes de irse a Unión Deportiva Las Palmas y al Real Madrid?, ¿quién no recuerda al marcador lateral derecho y capitán, con la 20, de aquella Selección de 1974 que sucumbió ante la Holanda de Cruyff, campeón sin corona?, ¿quién puede olvidarse del que volvió para terminar su carrera en Argentinos Juniors, jugando con Diego, y por último en Tigre?, ¿quién no ve actualmente Simplemente Fútbol o los noticieros de Espn?

Enrique Wolff es uno de los tantos sinónimos de fútbol que tenemos en nuestro país. Y aceptó gustoso el diálogo con El Litoral en el Centro de Prensa del mítico Ellis Park de Johannesburgo.

—¿Qué siente un jugador al ponerse la camiseta de la Selección Argentina en un Mundial, Quique?

—Aunque ganes o pierdas, es una experiencia incomparable. Se siente una gran ansiedad. Yo soñaba desde chico con jugar un Mundial y lo pude conseguir en 1974, en Alemania.

—Siempre hablaste con mucho afecto de Diego. ¿Cómo lo ves a Maradona?

—En realidad, no lo veo, hace mucho que no hablo con él... Diego es Diego... El que un día te dice una cosa y al día siguiente te dice otra; el que se ríe y después se enoja con algo que escucha, que le dicen... Yo me río porque cuando las cosas nos fueron mal, era porque Diego no tenía experiencia. Y yo me pregunto: ¿qué es la experiencia? Es tener un día. Te pregunto: ¿quién es el técnico que más partidos lleva dirigidos en el mundo?

—... No sé, ¿puede ser Alex Ferguson?

—Debe serlo... ¿Y a vos no te parece que Ferguson tuvo alguna vez un día? Eso es tener experiencia, contar con la posibilidad de dirigir. Alguna vez se le debía dar. Y te digo una cosa: Diego sabe de fútbol. Y lo sabía muchísimo y lo entendía cuando estaba adentro de una cancha.

—Claro Quique, pero desde afuera es distinto, ¿no?

—Pero yo te pregunto: ¿alguna vez viste a un técnico sacar una pelota de la línea o clavar un cabezazo en el ángulo? No, ¿verdad?... Y bueno, en la cancha siguen mandando los jugadores y el trabajo de Diego es poner a los mejores en la cancha. Y lo está haciendo, lo está haciendo bien.

—¿Hay una era Mourinho?, ¿un estilo de fútbol con una concepción muy tacticista?

—En este Mundial no sé cuál va a imperar. Si me preguntás qué fútbol prefiero, te digo que el de Guardiola con Barcelona, el de Brasil, el nuestro... Yo no sé quién tiene propiedad sobre el fútbol, no creo que un técnico pueda apropiarse de un estilo o del fútbol mismo. Y el que lo dice o lo cree así, miente. El fútbol es el de Di Stéfano en una época, de Pelé luego, de Cruyff después y luego llegó Maradona y ahora, ojalá, sea la era de Messi. ¿Quién se acordaba de los entrenadores cuando jugaban Di Stéfano o Pelé?, nadie. Entonces, espero que nadie crea que el fútbol es de los técnicos. Mourinho trató de implantar un estilo, pero lo hizo con el protagonismo de los jugadores el Inter, que es un equipazo. Si los jugadores no te responden, no hay estilo que valga. Yo prefiero seguir disfrutando del fútbol más ofensivo, más alegre, con la pelota bien jugada. Es el fútbol que aprendí de chico.

—¿Qué recuerdos tenés de las canchas de Santa Fe, Quique?

—Ja, ja, ja... Muy lindos. Jugar en Colón o en Unión era lindo y bravo a la vez. Fueron siempre reductos complicados. Pero lo mejor es que he ido mucho de periodista y tanto la gente de Colón, donde más he ido, como la de Unión, me ha tratado de maravillas. Son muy buenos y gentiles conmigo en Santa Fe.

—¿Qué te surge a tu mente cuando te nombro Colón o Unión?

—¡Tengo que hacer memoria!... ¿Sabés de quién me acuerdo?, de la Chiva Di Meola, con el que compartí un tiempo en River... A Santa Fe fui con Racing, con River y con Argentinos. Y me acuerdo cuando fuimos con Diego, un día de un calor tremendo... Creo que fue en 1979.

—¿Te acordás de haberlo marcado, por ejemplo, al Patito Brítez, o más adelante al Chavo Comas?

—Es que cuando jugué en Argentinos Juniors ya no lo hice más como marcador de punta, sino que lo hacía de marcador central.

—¿Te acordás de Cococho Alvarez?

—¡Pero cómo no! Cococho era un jugador bárbaro. ¿Sabés qué recuerdo?, su pegada. Y metía goles. Además, lo ponían en cualquiera de los puestos del medio y rendía igual.

—¡Qué plantel el del ‘74, Quique! Estaba Brindisi, Babington, Perfumo, el Mencho Balbuena, Kempes, aparecía Houseman...

—La lista de 1974 es interminable, como también la lista es interminable en el “82, cuando el Flaco Menotti llevó a España a los campeones mundiales de 1978 más Maradona, Ramón Díaz y Juan Barbas, un equipazo. La lista también es interminable en 2002... Y tanto en España como en Corea y Japón teníamos muy buenos jugadores pero nos quedamos con las manos vacías... En 1974 teníamos un plantel maravilloso. Pero no se dio, jugamos contra una Holanda superior a todos. A veces, el mejor plantel no es el mejor equipo, ¿no?

—¿Y el de Italia 90?

—No, no... No tengo tanta alegría por lo del “90. Llegamos a la final y nos peleamos luego porque dijimos que habían inventado un penal a favor de los alemanes sin reparar en el detalle de que Alemania nos ganó con un penal, pero nosotros no tiramos un solo córner en ese partido. Ese Mundial fue Diego con su tobillo hinchado, Caniggia haciendo lo que podía, Balbo jugando increíblemente de lateral por derecha... No jugamos un solo partido bien y llegamos a la final... Yo quiero disfrutar del fútbol y dejar algo. Algunos campeones no dejan nada. Fijáte Italia en el último Mundial, pasó casi de suerte la primera fase y luego fueron campeones. A mí no me gusta eso.

—Con otra dirigencia, ¿arrimaban en el “74?

—No, no... Vivíamos una época diferente porque a la Selección se le empezó a dar jerarquía a partir de que volvimos del Mundial de Alemania y agarró las riendas el Flaco Menotti. Nosotros nos habíamos clasificado con Sívori jugando muy bien al fútbol y dejando en el camino a Bolivia y a Paraguay con grandes partidos. Pero los dirigentes se pelearon con Sívori y él se fue. Era todo improvisado. Me acuerdo que después del Mundial de 1974, el Polaco Cap hizo una citación más. Fue en el Jockey Club de San Isidro, no me voy a olvidar más. Yo ya estaba vendido a la Unión Deportiva Las Palmas pero fui igual porque, para mí, la Selección es lo más grande que hay. Cuando llegamos al trabajo, éramos 8 y él había citado a 30. Recuerdo que el Polaquito Cap me agarró de un brazo y me dijo al oído: “Quique, andate, esto está terminado”. Y bueno, por suerte llegó el Flaco Menotti, le dio jerarquía, recorrió todo el país, la Selección fue prioridad para los clubes y ahí se empezó a transitar el camino que hoy tenemos, que es muy agradable.

—¿Te importa o te preocupa el tema de las barras?

—Me pongo a pensar en cuánta gente no puede venir porque no le da el dinero para estar acá. ¿Cuánta gente se tiene que quedar en la Argentina y se muere por estar acá?, y me pregunto cómo hacen estos tipos para venir. Yo me río cuando en la Argentina se dice que la Selección no tiene clima porque va a verla la familia. ¡Qué bueno que vaya la familia a la cancha!, ¿qué mejor que eso? Acá se apaña y dejan venir tipos sin escrúpulos porque, seguramente, en el día de mañana los favorecerán en alguna campaña. Pero claro, después se lavan las manos y dicen que no, que ellos no le dan dinero ni los apañan. Yo vengo a ver mundiales desde que dejé de jugar y esto siempre pasó.

—Pasa por la AFA, por los dirigentes, por los políticos, por los sindicalistas...

—Por todos, los nombraste a todos. Lo peor es que todo el mundo lo sabe y está todo bien... Yo pienso en la gente que trata de educarse, de trabajar y que no puede venir porque no le da el dinero. Y veo a estos tipos que están acá y que seguramente deberán estar pensando: “Vieron que nosotros lo podemos todo”. Me da pena y bronca.

—¿Messi va a ser lo de Pelé para Brasil, lo de Kempes y Maradona para Argentina, lo de Zidane para Francia?

—Nosotros lo necesitamos a Messi... Yo entiendo que los jugadores y el propio Diego le quieren sacar presión, pero Messi está acostumbrado a jugar bajo presión, él juega en el Barcelona, no nos olvidemos. Estoy convencido de que Argentina tiene al mejor jugador del mundo, es el único que en un minuto puede cambiar la historia de un partido. Yo disfruto mucho viéndolo a Messi porque él se divierte jugando en la Selección y así lo quiero ver. Messi tiene la tierra de los potreros en el bolsillo y la saca a relucir en cualquier momento. Lo veo contento, feliz. Eso es bueno. Para él y para nosotros.

Enrique Cruz (h) (Enviado Especial a Johannesburgo, Sudáfrica)

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Lionel Messi demostró su enorme jerarquía en el Barcelona, donde festejó todos los títulos posibles. Enrique Wolff es un experto en el fútbol ibérico y, por lo tanto, una palabra autorizada para analizar el rendimiento de la figura argentina.

Foto: Archivo El Litoral

“Messi tiene la tierra del potrero en sus bolsillos”

El enviado especial de Diario El Litoral a Sudáfrica dialogando con Enrique Wolff, quien no sólo tiene una vasta experiencia como periodista sino que además fue jugador argentino en el Mundial de Alemania Federal 1974.

Foto: El Litoral

“Messi tiene la tierra del potrero en sus bolsillos”

Johan Cruyff elude al arquero argentino y se encamina a convertir uno de los goles de Holanda ante el seleccionado albiceleste, en el Mundial de 1974, que jugó Wolff. La “naranja mecánica” no tuvo piedad y venció por 4 a 0 en ese partido.

Foto: Archivo El Litoral

El Quique del Real

Enrique Wolff se dio el gusto de jugar en Real Madrid, siguiendo un camino que empezaron a marcar Di Stéfano y Rial.

Junto con Di Stéfano, Rial fue otro de los protagonistas de la época más gloriosa del Madrid. Tiene en su haber las cinco Copas de Europa consecutivas que alzó el Real Madrid y formó con Gento la mítica ala izquierda de la década de los ‘50. Junto con ellos compartieron equipo sus compatriotas Roque Germán Olsen, entre 1950 y 1957, y Rogelio Domínguez, el arquero contra el que tuvo que ganarse la titularidad Juanito.

Los ‘70 estuvieron también marcados por la presencia argentina. Miguel Pérez, Eduardo Anzarda, el ex Unión Jorge Touriño, el cordobés Guerini, otro ex Unión como el “Larguirucho” Roberto Martínez y Enrique Ernesto Wolff, que llegó desde Las Palmas y jugó desde el ‘77 al ‘79, conociendo allí a don Santiago Bernabeu en sus últimos meses de vida.

Luego fue el turno de Jorge Valdano, de Oscar Ruggeri, de Juan Esnaider, de Fernando Redondo y tantos otros argentinos hasta estos tiempos, cuando se destacan los goles de Gonzalo Higuaín.

Pero Quique Wolff se dio el gusto de dejar sentados su nombre y su prestigio de jugador en la Casa Blanca, compartiendo el plantel con Miguel Angel, Benito, Pirri, Camacho, Stielicke, Santillana, Guerini, Macanás y Vicente Del Bosque, el actual entrenador de la Selección Española.

/// análisis

Mirando las pantallas

Enrique Cruz (h) (Enviado Especial a Johannesburgo)

La última reunión de la International Board fue concluyente. Apelando a su sentido ultraconservador respecto de mantener las reglas de juego, desestimó el uso de la tecnología que ya se instala de manera “brutal” en los propios estadios. El Soccer City, por ejemplo, tiene dos pantallas gigantes por las que se va emitiendo la imagen que se observa en todo el mundo, salvo las repeticiones.

Si en el partido que jugaron Eslovenia y Estados Unidos, en Ellis Park, se hubiera repetido el gol anulado a los norteamericanos en los minutos finales, la bronca habría sido aún mayor que la demostrada por los jugadores al final del cotejo: no sólo que estaba habilitado el que marcó el tanto, sino que, además, hubo un clarísimo penal en contra de un compañero. Era penal y gol, pero el juez marcó posición adelantada. Y se equivocó.

En el mismo estadio, pero esta vez en el encuentro entre Brasil y Costa de Marfil, algunos minutos después del segundo tanto del equipo sudamericano (el golazo de Luis Fabiano con doble sombrerito adentro del área), se vio la imagen en repetición por las pantallas gigantes. De inmediato, uno de los colaboradores de Eriksson, el sueco que dirige a Costa de Marfil, se dirigió al cuarto árbitro para decirle que el francés Lannoy -de floja actuación- no había visto que Luis Fabiano bajó la pelota o la acomodó con su brazo derecho.

Que el fútbol convive con el error humano... no caben dudas. Y que ese error humano no sólo es de los que juegan con la pelota, sino también de los que deben impartir justicia, también está fuera de discusión.

Ocurre que la Fifa, además, es un organismo extremadamente conservador. Y uno se imagina que, por más que sucedan cosas como las que se están viendo en el Mundial y las que se vieron en las Eliminatorias (basta recordar cómo clasificó Francia en detrimento de Irlanda), no habrá apertura total hacia el aporte que cada vez se hace más intensivo por parte de la televisión.

Eso sí, habría entonces que prohibir terminantemente que las imágenes se repitan, apenas ocurridas o pasado el tiempo, pues, si no, los reclamos caerán como cataratas sobre las narices de los jueces.