Al margen de la crónica

Una misión que no termina

 

En los ‘60 apareció en TV una de las series más famosas de la historia: “Misión imposible”, creada por Bruce Geller, con actores como Steven Hill (luego reemplazado por Peter Graves), Martin Landau y Barbara Bain.

Contaba los avatares de un grupo de espías dedicado a resolver encargos aparentemente irrealizables, que llegaban a través de mensajes que a los pocos segundos se “autodestruían”. Inmortalizada por el popular tema central de Lalo Schifrin, se proyectó entre 1966 y 1973 y marcó un hito.

En 1995, Brian de Palma la tomó como inspiración para rodar una película de igual nombre y similar premisa, protagonizada por Tom Cruise y John Voight, con papeles secundarios impecables como Vannessa Redgrave, Jean Reno y Ving Rhames. Pese a ciertas exageraciones -propias del espíritu de la serie- la película funcionó.

Y tan bien le fue, que dio origen en 2000 a una segunda parte, también con Cruise. Aunque esta vez se buscó poner más acento en la acción (De Palma priorizaba la intriga) y para eso se contrató a un director especializado como John Woo.

Otra vez (aunque el trabajo decayó en calidad) el público respondió y unos años más tarde se produjo la tercera parte de la saga. En esta ocasión, la dirección recayó en J.J. Abrams (famoso por “Lost”) y contó con un villano de lujo, encarnado por uno de los grandes actores de esta época como es Phillip Seymour Hoffman (el que no esté de acuerdo, vea “Antes de que el diablo sepa que estás muerto”, de Sidney Lumet y cambiará de opinión). Y poco más.

Para marzo de 2011 está previsto el estreno de la cuarta parte de “Misión Imposible”, otra vez con Cruise por encima de los créditos. Esta vez el director elegido es Brad Bird, conocido por dos notables películas animadas como “Ratatouille” y “Los increíbles”. Tal como están dadas las cosas, parece que además de imposible, la misión es interminable.