Ganados y carnes

El criador disfruta de su momento

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Dramática. Para el autor, la caída del stock bovino y de la producción de carne ha sido tan dramática que la escasez resultante pone por un buen tiempo a los ganaderos a resguardo de cualquier ocurrencia o arbitrariedad oficial.

Foto:Archivo

La escasez de hacienda pone a los ganaderos a resguardo de cualquier ocurrencia oficial. No sólo el ternero sigue con precio firme, sino también la vaca para faena.

 

Ignacio Iriarte

A medida que pasan las semanas y los altos precios de la hacienda se mantienen, el estado de ánimo de los productores va cambiando. Se insinúa ahora con más claridad la fase de retención del ciclo ganadero.

Si bien el escepticismo prevalece todavía en muchos productores ganaderos, y los temores a nuevas intervenciones destructivas no han desaparecido, se va notando en forma incipiente un cambio en el estado de ánimo.

Es que la caída del stock bovino y de la producción de carne ha sido tan dramática que la escasez resultante pone por un buen tiempo a los ganaderos a resguardo de cualquier ocurrencia o arbitrariedad oficial.

La baja esperada en el precio de la hacienda, producto de la fatiga del consumo, se ha producido pero en forma muy moderada. La disminución en las cotizaciones ha quedado compensada por la suba sorpresiva de algunas categorías, como la vaca.

Por su parte, si bien el consumo ha sentido el impacto de que los cortes de carne de hacienda “chica” sean un 70 por ciento más cara que hace seis meses, las bajas en esta categoría liviana de consumo tienen un límite en la reducida cantidad de cabezas que está ofertando el feedlot , oferta que se ubica actualmente 30 por ciento debajo de igual momento del año pasado.

Es la hora del criador. No sólo el ternero sigue firme, sino que también ahora se ha valorizado -más allá de todo cálculo- la vaca para faena (gorda, manufactura, conserva). Hay que recordar que para un criador típico, el 35-40 por ciento de los kilos que vende son justo de esta categoría.

Decisiones oficiales

A medida de que la oferta de vacas se reduce y el Gobierno no sólo abre las exportaciones sino también organiza compulsivamente la barata, los valores de esta categoría tienden a subir. A mediados del año pasado, en plena liquidación, se faenaban 350 mil vacas por mes, mientras que ahora la matanza no llega a las 190 mil cabezas, con tendencia claramente declinante.

En la medida de que se reabren las ventas al exterior -aunque sea con cuentagotas- y los frigoríficos exportadores cumplen con el considerable volumen actual de “barata” con vaca gorda o manufactura, el precio de esta categoría, que además escasea, tiende a recalentarse.

El Gobierno está en un dilema. Si decide reabrir la exportación, por poco que lo haga, induce a una suba no sólo en el precio de la vaca sino también en el precio del novillo, cuya cotización había caído en las últimas semanas una vez “cumplida” la cuota Hilton.

Los precios para la vaca y el novillo pesado que hemos conocido en los últimos dos meses han guardado relación con un nivel de exportación reducido al mínimo histórico (15-17 mil toneladas por mes); como este registro era insostenible, porque condenaba al cierre a buena parte del sector exportador, y a la pérdida de trabajo a miles de obreros (presión sindical), se acordó con la industria reabrir la exportación (20 mil toneladas peso producto por mes) a cambio de dos mil toneladas “institucionalizadas” de barata semanal.

El Gobierno está en un dilema. Si decide reabrir la exportación, induce a una suba no sólo en el precio de la vaca sino también en el precio del novillo, cuya cotización había caído en las últimas semanas


Recalentamiento

En un contexto de una oferta de 200 a 210 mil toneladas mensuales de carne vacuna, pasar de las 15 mil a 17 mil toneladas de exportación a las 30-35 mil toneladas (res con hueso) que supone el acuerdo, produce inevitablemente un recalentamiento de las categorías buscadas por la exportación (vacas, novillos) y cuyos precios, con la exportación cerrada, estaban en un piso artificial. Si se abre la exportación, por poco que sea, y en un contexto de faenas inéditamente bajas, ese volumen exportado deberá inevitablemente sustraerse del consumo.

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