“Cambié y todo cambió”

EL programa DE ENTRENAMIENTO DE DALE CARNEGIE busca optimizar los vínculos entre las personas PARTIENDO DE UN CAMBIO DE ACTITUD.

“Cambié y todo cambió”

Desde el año pasado se dicta en nuestra ciudad un programa de liderazgo, comunicación eficaz y relaciones interpersonales, cuyo fin es mejorar las relaciones familiares, empresariales y comerciales. Para ello, recomienda poner la lupa sobre nosotros mismos.

TEXTOS. REVISTA NOSOTROS. FOTOS. FLAVIO RAINA

“100%”. Trazado en tinta negra, en la esquina superior izquierda de la blanca pizarra, la inscripción impone su mensaje durante las ocho horas diarias que Renzo Carugo pasa en su oficina. Atiende a clientes, a otros empleados y sus problemas, habla por teléfono con su esposa y sus hijas, siempre a la vista de la inscripción, inmutable al paso del tiempo. Ella impone un objetivo que si bien no remite a finanzas ni a la producción, infiere directamente en ellas.

Una cifra, un porcentaje, una totalidad que, lejos de hablar de resultados fríos, se compone de amor, de preocupación y respeto. “Ese 100% me recuerda todos los días, y durante todo el día, que soy totalmente responsable de las relaciones que mantengo con mis pares, con mis clientes, mis amigos y mi familia. La calidad de esas relaciones es 100% responsabilidad mía”.

Renzo Carugo ronda los cuarenta. Es rosarino, trabaja en una empresa internacional de telecomunicaciones desde hace 17 años, donde está “en contacto directo con clientes internos y externos, con cuentas asignadas a las que brindar soluciones y personas que deben proveerme de ellas”. Lejos de dedicarse a los recursos humanos -es técnico en electrónica, licenciado en sistemas-, su interés por las relaciones interpersonales nació hace diez años, cuando por recomendación de su empresa cursó varios programas del Programa de Entrenamiento de Dale Carnegie. A partir de allí, dice haber descubierto que “siempre se puede actuar de otra manera, aunque sea algo tan pequeño como reconocer que la otra persona está haciendo algo correcto; ya sea el esfuerzo de preparar una comida, llevar las nenas al colegio, o decir gracias”, gestos simples pero significativos que suelen ser reconfortantes.

Suma de experiencias

Renzo es sólo una de las 7 millones de personas que cambiaron su vida a partir de conocer a Dale Carnegie, un estadounidense que en el año 1912 se dedicaba a brindar cursos de oratoria y descubrió en sus alumnos cuánto les costaba comunicarse. “Se dio cuenta de que esas personas tenían sus propias historias y que sólo necesitaban valor para sacarlas a la luz”. Tal como relata en sus libros, Dale se interesó por el tema y se dirigió a las bibliotecas “pero halló más libros sobre gusanos y su interacción, que sobre relaciones humanas”. Así formó estos programas: una compilación que desde 1912 a nuestros días se perfeccionó, se revisó y mejoró para llegar a lo que es hoy.

A ojos de Renzo, “Dale fue un visionario, una persona que pudo sintetizar las experiencias de vida de miles de personas en libros y métodos, ése fue su logro. Sus principios son implementados en diferentes ámbitos. Cada una de las personas que asisten al programa lo hacen por una motivación particular: algunos buscan mejorar su oratoria, otros superar su timidez y otros mejorar sus relaciones de trabajo; y, para su propia sorpresa, logran crecimiento en todos estos ámbitos.

Creo que pertenece al campo de la comunicación, pero también apunta a revalorizar nuestra confianza, a reivindicarnos como personas de logros, a descubrir el líder que hay en nuestro interior”.

Cuestión de principios

Sin fórmulas mágicas, artilugios complejos ni técnicas de manipulación, el programa se articula en tres series de principios, de nueve máximas cada una. Cada uno estos 29 principios se erigen sobre la empatía, ya que -según Carnegie- “nada inspira y alegra más a las personas como las palabras de afecto. Quien las pronuncia puede olvidarlas pronto, pero quien las recibe las atesorará y se las repetirá a sí mismo durante toda la vida”.

Así, la primera fase apunta a generar empatía con quienes nos rodean, a fin de mejorar las relaciones. A partir de allí, la segunda busca lograr una correcta influencia para ganar cooperación. Logradas éstas, la tercera tiene por fin demostrar liderazgo, que no es más que “la otra persona se sienta satisfecha de hacer lo que usted sugiere”. De allí se desprenden los primeros pasos a dar en cada etapa. En la primera, indican a quien busque mejorar sus relaciones el imperativo “no critique, no condene ni se queje”; recomiendan al que quiera ganar cooperación entusiasta que “la única manera de salir ganando en una discusión es evitándola”; e indican: “empiece con elogio y aprecio sincero” si quiere demostrar liderazgo.

La nómina es extensa y, para quienes busquen traducirla en logros, su cumplimiento puede ser trabajo de toda una vida. “No son principios mágicos -explica Carugo-, el logro es que uno se dé cuenta de las cosas, sepa que se puede actuar de otra manera. La escucha activa, atenta y sincera, es la diferencia de la manipulación. Nos encontramos muchas veces con personas que nos adulan, pero que no expresan un sentimiento verdadero. En cambio, si quiero cambiar mi actitud es porque realmente me importa la otra persona, no voy a cambiar por algo que no me interesa. Si hay un familiar con el que no se tiene una buena relación, entonces ¿por qué no mejorarla?”

William Shakespeare supo escribir que “es más fácil obtener lo que se desea con una sonrisa que con la punta de la espada”. Con el mismo espíritu, a ojos de Dale Carnegie, “usted puede hacer más amigos en dos meses interesándose genuinamente en los demás, que en dos años tratando de que las personas se interesen en usted. Lo que es justamente otro modo de decir que para hacer amigos hay que ser un amigo”.

El cambio empieza por uno

Como en la pizarra de Renzo, y tal como indica un saber popular, en la tarea por mejorar las relaciones con otras personas es preciso saber que “el cambio empieza por uno mismo”; o, como prefirieron definir los egresados del último Programa de Entrenamiento que se dictó en Santa Fe: “yo cambié y todo cambió”.

En palabras de Carugo, el principio del cambio somos “nosotros mismos. Lo que cada uno hace es responsabilidad de uno; tengo que modificar mis hábitos y actitudes para poder ganarme el derecho de ver a las personas de otra manera, no juzgarlas ni criticarlas, sino hacerlas sentir importantes. Se pueden decir las mismas cosas de forma agresiva que de un modo amigable. Puedo generar empatía o generar rechazo, actitudes totalmente contrarias en una relación. Si uno le pide algo a otra persona tiene nuestro interés, pero la otra persona ¿por qué tiene que hacerlo, porque se lo pido o porque va a obtener un beneficio propio? Quienes lo pongan a prueba verán con sorpresa que logran más cooperación con una sonrisa y con gestos amables; y que las razones son más fuertes si son para beneficio mutuo. Es importante que el otro sienta que nos importa y hacerlo sinceramente, sin adular; ser un buen oyente; encontrar el terreno común entre ambos. Ya conocemos lo que nos separa, veamos qué nos une”.

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“Ya conocemos lo quE nos separa, veamos qué nos une”, FUE unO DE LOS DESAFÍOS PLANTEADOS.

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Con voz propia

Empresario de una legendaria empresa familiar de la localidad santafesina de Matilde, Paul Mangiaterra se acercó al programa de Competencias Interpersonales que finalizó el 6 de julio, a fin de perfeccionar su relación tanto con sus socios como con sus empleados. Consultado por la experiencia, comentó que “pensé bastaste sobre lo que nos ocurrió” y concluyó en que “nos enseñaron a comunicar y escuchar con muchísimo respeto. Las historias relatadas nos impactaron y conmovieron al punto de generar una relación muy especial entre quienes cursamos el programa. También fue beneficioso el tiempo que estuvimos sin escuchar el celular, en un intenso ambiente de comunicación en el que el coach rescató siempre una fortaleza sobre cada relato. Esto logró algo diferente a lo que estamos acostumbrados”.

A ésto, Gisela Castelló agregó que “no es un curso, es un entrenamiento. Al utilizar las herramientas propuestas cada semana noté cambios. Realmente mi actitud cambió; soy una persona muy alegre y optimista y esto me ayudó a trasladar mi alegría y ganas de estar bien a los demás, a mis compañeros de trabajo, a mi familia y a mi esposo. Es una experiencia muy interesante”.

Por su parte, Marcelo Bisbal es ingeniero electrónico y contó que conoció los libros de Dale Carnegie “hace muchos años y desde entonces me interesé por sus conocimientos. En marzo de este año me invitaron a escuchar la presentación del Programa de Entrenamiento Comunicación Eficaz, Liderazgo y Relaciones Interpersonales, que se realizó en Santa Fe, y la propuesta llamó mi atención. Así fue como asistí a la charla de presentación y me quedé impresionado con la promesa de tantas herramientas importantes para mejorar la comunicación y las relaciones interpersonales. Acepté el desafío y comencé con muchas expectativas, que fueron creciendo con gran entusiasmo. Hoy agradezco haber recibido los conocimientos, el profesionalismo de quienes lo dictaron, la colaboración entusiasta de los asistentes graduados y la entrega de los participantes del curso, quienes lo enriquecieron con sus experiencias y reflexiones”. Días después de finalizar su cursado, Bisbal opinó que esta capacitación tan particular “tiene un amplio espectro de beneficios, tanto a nivel personal como profesional. Después de 12 semanas intensas, mis expectativas fueron superadas y las promesas cumplidas”.