Jubilada

Consejera del ladrón

“No se muevan porque a alguno lo voy a matar”, gritó “El Chilenito” en uno de los momentos de más tensión que se vivieron durante las cinco horas que duró la toma de rehenes en la sucursal Pilar del Banco Nación.

Así lo contó Haydeé, una enfermera que había ido al banco a cobrar su jubilación, que fue tomada como rehén junto al resto de las personas pero se convirtió -según sus palabras- en una suerte de confidente del delincuente cuando el joven se quedó encerrado en el banco y decidió privarlos de su libertad.

La mujer relató a TN que el joven, a quien ella llamó todo el tiempo “Chilenito”, estaba “muy nervioso” en un primer momento y ordenó que todos se tiraran al piso, moviendo continuamente las armas que llevaba en las manos y amenazando con disparar.

En otro momento de tensión, dijo Haydeé, “le apuntó a la cabeza a un custodio, un joven que estaba ahí, diciéndole: “A vos te voy a matar’. Yo le toqué el brazo y le pedí que se tranquilizara, que no iba a pasar nada -contó la rehén-. El empezó a llorar y le dije: “Chilenito’, no hagas eso. Vos tenés una hija de diez meses, él (por el custodio) tiene una de dos años. Él cuida su trabajo”.

Según contó, ella lo convenció para que se tranquilizara, mientras le preguntaba por qué había tomado el camino del delito: “Soy HIV positivo, no tengo trabajo y si no hago esto, mi familia no come”, dijo que le contestó. Mientras esperaba la llegada de su familia -contó Haydeé-, el joven ladrón, que pedía no volver a la cárcel de Batán, le ordenó a uno de los empleados del banco juntar en una bolsa la plata en monedas que había quedado e instó a los rehenes a entregar los billetes de 100 pesos que tuvieran en su poder.

“Después hizo fabricar un cigarrillo con un billete de cien pesos. No sé si era droga. pero me hacía arder la nariz. Yo le decía: echaste buena, “Chilenito’ y se reía”, contó la mujer. También refirió que en un momento comenzaron a descomponerse algunas personas mayores y el “Chilenito” le ordenó a ella que fuera, como custodia, a acompañarlas al baño.

“Yo sabía que él no iba a tirar, salvo que hubiera una balacera. Es más, le dije a la policía que le dieran el coche y que se fuera. A mí me liberó en la primera tanda porque me dijo: “En vos confío, en el resto no’”.