Al margen de la crónica

Gran actor y mejor director

A principios de los años ‘90 el actor australiano Mel Gibson ya se había convertido en un actor conocido. Sus trabajos en populares películas de la década anterior como “Mad Max” y “Arma mortal”, sumados a otros como los que hizo en “Galipolli” (1981) y “El año que vivimos en peligro” (1983) dirigidas por Peter Weir lo habían convertido en el típico actor comercial valorado por Hollywood.

Sin embargo, lejos de quedarse en el éxito fácil, Gibson asumió el riesgo en 1993 de ponerse tras las cámaras y convertirse en director, algo que muchos actores intentaron con desigual fortuna. Rodó así “El hombre sin rostro”, interesante propuesta centrada en la amistad que se forja entre un hombre huraño de rostro desfigurado y un niño.

Pero las películas dirigidas por el australiano, las que lo llevaron al éxito y al reconocimiento, fueron aquellas de aliento épico ambientadas en distintas épocas de la historia. Bajo esa premisa filmó, en 1995, “Corazón valiente” basada en la vida del patriota escocés William Wallace y su gesta del siglo XII. El film brilló en la entrega de los Oscar de aquel año y el propio director fue galardonado por su labor.

Nueve años después rodó la que tal vez sea su película más polémica y apasionante: “La pasión de Cristo”, que generó gran éxito de público en todo el mundo. Lo realista de sus secuencias y el gran trabajo en los apartados técnicos volvieron a ser puntos fuertes, que se repitieron dos años después en “Apocalypto”, ambientada en la América precolombina.

Hace un tiempo se supo que el próximo proyecto de Mel Gibson se titulará “Vikings”, está previsto para 2012, tendrá guión de William Monahan (el mismo de “Infiltrados” de Scorsese”). Parece que otra vez el actor-director apostará a lo que más sabe. El único dato desalentador es que sería, según declaró él mismo en marzo último, “su último trabajo cinematográfico”. Ojalá lo reconsidere.