De blanco o no... siempre radiante

Dos diseñadores locales aportan su experiencia en diseño de vestidos de novias. Telas de calidad, variedad en los cortes y colores que se abren paso para combinar con el blanco.

TEXTOS. REVISTA NOSOTROS.

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“Cinco años atrás, cuando el renombrado diseñador italiano, Renato Savi, (con quien tuve el gusto de colaborar hasta el año 2006) comenzó a realizar vestidos de novias con flores de colores, realmente parecía muy raro. Las primeras novias que aceptaron el desafío fueron las japonesas que vieron de muy buen gusto los colores es sus trajes”. Así lo describe la diseñadora Maria Angélica Tustanovsky y añade: “en estos cinco años, el color fue ganando terreno y hoy día todos los diseñadores lo proponen en sus colecciones de novia”.

La novia actual es joven, como se dice en italiano sbarazzina, juguetona, simpática; el color llena espacios de energía, da vida y luminosidad: “puede agradarnos o no -advierte- pero antes de decidir podemos darnos el gusto de probar”.

El color natural o manteca, que tuvo su verdadero auge dos años atrás, lentamente está dejando paso al blanco, seguramente porque es el blanco el que se complementa generosamente con todos los colores y, si está solo, adquiere con su efecto radiante presencia por si mismo.

La moda en los vestidos de novias está ofreciendo una exquisita variedad de cortes, drapeados y pliegues: faldas con pliegues diagonales realizadas en raso duchesse de pura seda natural que dan calor entre sus ondas a encajes bordados y faldas de tul con galones de encaje rebrodé. La parte superior del vestido, muy rica y romántica, no deja de lucir encajes chantilly que despliegan su esplendor (naturalmente, realizado sin costuras) y cortes sorprendentes. El corsé sigue a todo ritmo ya no como prenda separada sino unida al vestido. El strapless deja poco a poco paso a escotes más sofisticados y glamorosos.

“Es una moda rica, importante, que regala belleza a la belleza de la novia”, apunta y pide olvidar la palabra “sencillito”, para dejar “que esta moda elaborada y rica nos envuelva y disfrutemos el placer de endosarla. y... no dejemos de “osar’ con un toque de color”.

COLA Y VELO

La cola es la gran protagonista en todos los modelos; es la presencia del vestido. “En nuestra ciudad la novia quiere divertirse en su boda, quiere bailar, correr, saltar y la cola puede ser un problema. Por este motivo, la cola desmontable es la ideal pero debe estar siempre”, sostiene Tustanovsky.

Colas de tul o de raso con bordes de guipiur, o encaje rebrodé o de organza de seda natural... “La novia entra a la iglesia y todo el espacio a su alrededor lo ocupa la cola es, a través de ésta, que la novia parece volar hacia el altar”.

“El momento en que la novia prueba por primera vez el velo todos lloran. Siempre me pregunté por qué; y la respuesta es que el velo es “la novia’. Cuando el vestido está en su primera prueba y no se parece todavía en nada al vestido soñado, probamos el velo. Y, en ese momento, el vestido se transforma en el más adorable de todos”.

El velo enriquece el vestido y le da vida. Puede ser corto o largo, con bordes anchos o finos, tan largo que hace de cola; corto doble o simple que cubre gentilmente los hombros; el velo que desciende sobre la cara para entrar en la iglesia “hasta el momento en que el papá ofrece su preciado tesoro en el altar al novio, levantando el velo y dándole un beso en mejilla a modo de despedida...”

con ESTILO PROPIO

Todo está permitido; telas nobles como el shantung de seda natural, tafetán de seda natural, crepe satin, organzas y gasas tornasoladas; colores clásicos como el blanco, el beige y marfil, o con un toque más estridente y jugado como el rojo sangre o el verde esmeralda; siempre y cuando la comodidad de la protagonista de la fiesta esté por encima de las tendencias de moda. Hay que perseguir un objetivo principal: que la novia luzca impecable pero también que se sienta a gusto en uno de los días más importantes de su vida. Todas estas consignas son las que expone el santafesino Martín D’Poss al momento de describir su propuesta en vestidos de bodas.

En lo que respecta a telas, “el abanico de opciones en cuanto a materiales, texturas y colores es muy amplio”, asegura el diseñador. Y apunta que “habitualmente, la sociedad santafesina pide materiales nobles: si bien con el tiempo ha abierto más su mentalidad, todavía se siente algo estructurada, algo conservadora y extremadamente clásica, por momentos”.

Aún así, “llega al atelier gente con ideas diferentes y eso me permite innovar”.

Si bien las telas por las que se opta habitualmente son las mencionadas, aclara que “se pueden incorporar a un vestido actual y vanguardista las telas de las abuelas; siempre es bueno poner un poco de recuerdo en un momento tan importante como es el casamiento”.

LOS COLORES SE RENUEVAN

En materia de colores, la tradición indica que el blanco es el preferido por las novias. Pero la renovación también se abre paso y pone su toque vanguardista. El sello de cada diseñador hace la diferencia. “Los básicos son blanco, beige, marfil y té. Se puede jugar con colores neutros o puros y agregar un detalle de color, inclinándose por los pasteles como natural, rosa viejo, celeste, aguamarina, dorado y ocres, o jugar con un color agresivo”.

A lo mejor, una novia puramente de blanco, elige un toque de color rojo sangre, azul noche o verde esmeralda, tanto en el lazo o en el tono con que reviste sus zapatos o en el ramo, apunta. Luego, ese mismo tono puede repetirse en la indumentaria del novio.

En cuanto a las tendencias, admite que es importante tener en cuenta lo que va sucediendo año tras año en el mundo de la moda, “pero también es fundamental respetar la esencia de cada uno y en el momento de diseñar -además de informarse- aplicar lo que se siente. Ahí es donde surge el sello de cada uno”.

“Me gusta vestir a la persona que tenga algo para contar, que tenga personalidad, que se involucre en el casamiento, en el diseño y en el proyecto en común que generamos en el escritorio, desde el primer momento”, señala.

En una novia, “no sólo trato de que el diseño quede fantástico sino, por sobre todo, analizar a la persona que tengo enfrente, ver las proporciones y altura, pero también su personalidad y el contexto en el que se va a desarrollar la ceremonia. Porque, más allá de que esté divina, el objetivo es lograr que se sienta plenamente cómoda y segura con lo que lleva puesto”.

El color natural o manteca, que tuvo su verdadero auge dos años atrás, está dejando paso al blanco, que se complementa generosamente con todos los colores y, si está solo, adquiere con su efecto radiante presencia por si mismo.
 

+datos TENDENCIAS

Maria Angélica Tustanovsky sugiere:

- Pollerines: si, pero sin aros y con muchísimo tul.

- Cola: grande, importante, suntuosa.

- Velo: largo o corto, el que más nos conmueva.

- Color: hasta donde nos animemos.

- Flores: muchas, y en el vestido o en el peinado son protagonistas.

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CONCEPTO

“Me gusta vestir a la persona que tenga algo para contar, que tenga personalidad; que se involucre en el casamiento, en su diseño y en el proyecto en común que generamos desde el primer momento. Es importante ver a la persona que está enfrente, las proporciones y altura, su pelo, su perfil, pero también su personalidad, para que se sienta plenamente feliz y cómoda con lo que lleva puesto”. Martín D’Poss.

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