Federico Bernal
“La búsqueda de petróleo en Malvinas tiene efecto económico y geopolítico”
El hallazgo de una importante fuente de hidrocarburos dará sustentabilidad a las islas y fortalecerá la presencia británica. La situación energética del país y el desarrollo de una matriz alternativa a los hidrocarburos.
Emerio Agretti
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—Hace poco tuvo un gran impacto a nivel diplomático y en la opinión pública la exploración en busca de petróleo en área de Malvinas. ¿En qué fase están las tareas?
—El Reino Unido sigue en esta avanzada unilateral, violando las resoluciones de Naciones Unidas, OEA, las declaraciones y la posición Argentina y latinoamericana. En este momento, la plataforma semisumergible que llegó en febrero va por su tercera o cuarta perforación, y tienen previsto seguir perforando nuestro lecho marino por lo menos hasta fin de año. Están confirmando los resultados de la prospección sísmica, en cuanto a ubicación de pozos, volúmenes y calidad del crudo.
—¿Es importante la cantidad de petróleo?
—Las Malvinas tienen cuatro cuencas sedimentarias, que geográficamente son la continuidad de la Cuenca Austral. En la Cuenca Norte hay 40 regiones que contendrían hidrocarburos en cantidades comercialmente viables. En una de ellas se estableció la existencia de 240 millones de barriles, que es algo más de un 10 % de lo que extrae anualmente la Argentina. El Reino Unido tiene apenas un poco más que Argentina en reservas probadas. Y si multiplicamos esto por el precio internacional, estamos hablando de casi 17 ó 18 mil millones de dólares, nada más que en ese prospecto. Quedarían otros 38 solamente en la Cuenca Norte, que es apenas una de las cuatro cuencas que rodean las islas.
—¿Qué efecto tendría que se confirmen las previsiones?
—Hay muchos factores. En el recurso energético, lo que es el crudo y el gas natural, el impacto que eso tendría, tanto para Argentina como para Gran Bretaña, sería altísimo, porque ambos países tienen matrices energéticas que dependen de los hidrocarburos, con horizontes de reservas acotados. Aun cuando lo único que se encontrara fuesen esos 240 millones de barriles, el impacto es mucho más alto que si fuese en un país como Venezuela, que tiene 313 mil millones de barriles.
Después está el punto de vista económico, llevando eso a miles de millones de dólares. Y luego está el plano geopolítico. Ahí hay varias aristas: al descubrir esos recursos, las islas van a ser autosuficientes financiera y económicamente. Y hay que recordar que a pocos kilómetros de la Argentina tenemos una de las bases militares de lo que es el frente anglosajón más importante que hay en América Latina. Y que, al ratificarse esos volúmenes de petróleo, esa base se va a convertir en una fortaleza inexpugnable; sumada a las que están en Colombia y Haití.
—En materia de reservas de hidrocarburos, ¿Argentina está en una situación crítica?
—Contra lo que se suele escuchar o leer, la situación no es tan grave. La reserva de hidrocarburos sigue siendo baja, con un horizonte de seis o siete años. Pero se ha avanzado mucho en la reactivación del plan nuclear con Atucha II y Atucha III, y hasta se está hablando de una cuarta y quinta central nuclear. También hubo una reactivación de las grandes represas, creció la generación de energía eléctrica. Lo más importante es que se está haciendo un esfuerzo para diversificar la matriz y fuertes inversiones para todo el entramado eléctrico, cosas que se dejaron de hacer en la década del ‘90; y todo el sistema de gasoductos -que también va a beneficiar a Santa Fe-, con provisión asegurada a través de los acuerdos con Bolivia. Pero si en los ‘80 se pensó en un país gasífero, y recién ahora estamos llegando con gas natural por redes a la gran mayoría de las provincias, quiere decir que en el ínterin pasó algo grave.
—¿Cuál es “El mito agrario”, según el libro que acaba de publicar?
— El libro trata de una comparación de nuestro país con Canadá; la segunda parte va a ser con Australia. Porque siempre se dice que estos países son las potencias actuales y Argentina no, porque mantuvieron un perfil de exportadores de producción agropecuaria, mientras que nuestro país se desvió allá por 1930, cuando inició un proceso de industrialización -por efecto de la crisis internacional-, y lo profundizó ya más por decisión propia durante el peronismo.
Lo que yo hago en el libro es revisar la historia de Canadá desde mediados del siglo XIX hasta entrado el siglo XX, y mostrar que, en realidad, ese país logró ser lo que es hoy en día producto de una política de industrialización, de combinación estratégica entre el sector agrario y el industrial, en un proceso de democratización de la tierra, de complementación, de unificación de las colonias británicas -mientras en América Hispánica se desintegraban-, con grandes obras de infraestructura -como fue la interconexión de todo el país de este a oeste a través de ferrocarriles-, altísimas barreras proteccionistas para defender la incipiente producción local de los industriales estadounidenses y británicos.
Y así, muchas otras medidas, que ese Canadá que se desconoce comenzó a tomar a mediados del siglo XIX, y que fueron luego profundizándose hasta 1981, cuando vino una ola neoliberal que comenzó a privatizar todo. Pero ese Canadá está oculto, y ahí se erigieron las bases de una verdadera revolución industrial. Esas fueron las verdaderas razones y las bases del Canadá potencia que tenemos hoy en día, y no el Canadá agrario y agroexportador.
— ¿Ese modelo sería viable hoy en la Argentina?
— Más que nunca, aprovechando los altos precios que tienen los commodities, y que la Argentina es un gran exportador, la clave pasa por poder aprovechar esa bonanza de precios internacionales de renta agraria, y poder dejar atrás viejas antinomias y falsos enfrentamientos, y que verdaderamente esa monumental renta del universo rural argentino pueda ser distribuida entre todos los sectores productivos y sociales de la Argentina. A pocos kilómetros de acá, en Las Parejas, Armstrong, el Inta está llevando adelante una verdadera revolución agroindustrial en lo que es maquinarias agrícolas y agrocomponentes, son 700 y pico de Pymes nacionales que están produciendo cada vez más para el mercado interno y para exportar. Ése es un modelo que se tiene que replicar y aplicar a todos los niveles, y en todos los rubros. La combinación entre el Estado, los empresarios y los productores; eso es posible.
Federico Bernal disertó en Santa Fe en el marco del Ciclo Café Cultural Nación, que en nuestra ciudad coordina Daniel Vaschetto. Foto: Guillermo Di Salvatore.