Solicitan su expulsión del PJ

Alicia Velázquez de Ramos.

DNI Nº: 18.242.116. Ciudad.

Señores directores: Nuevamente me comunico con ustedes, a través de este medio y por su intermedio a los lectores que siempre lo acompañan, para contarles un capítulo más de la ya conocida historia que atraviesa mi familia y en particular mi esposo Eduardo Ramos. Historia, que si fuera el guión de una ficción, diría que está realizada por autores unineuronales, monotemáticos y extemporáneos de poca repercusión en la sociedad. Sociedad que posee indudablemente problemas muchos más importante y graves de los que no avizora soluciones, al menos en el corto plazo. Sabido es, porque en varias oportunidades pude expresarlo la persecución a la que está sometido mi esposo desde hace algunos años. Desde las descalificaciones más perversas, hasta las mentiras más infames fueron ventiladas en cuanto medio de comunicación tuvieron a su alcance, claro eso sin tener en cuenta la veracidad de las mismas y mucho menos la condición de inocente que asiste aún hoy a mi esposo. La pérdida de su trabajo sólo por decisión política, la negación de una vivienda digna sólo por portar el apellido Ramos. El proceso judicial al que fue sometido culminó con una sentencia, la cual está apelada y de la que muchas veces manifesté que carecía de las garantías básicas de defensa, sin pruebas y matizada con algunas presiones a conjueces. El traslado de su lugar de detención por la publicación de sus libros, castigarlo por lo que piensa o por decir la verdad. Negarle la posibilidad de estudiar en una institución privada y en una pública aún si haberlo solicitado. A todo esto sumamos ahora, la solicitud de expulsión del Partido Justicialista que de lograrse sentaría un peligroso precedente, no sólo para éste y sus afiliados sino para otros. Gestión de la que no me cabe duda, forma parte de una maniobra política, lo que en el lenguaje partidario conocemos como “tiro por elevación”. Manipulaciones, aprietes, compra de voluntades es a lo que nos tiene acostumbrado el matrimonio gobernante y aquellos que forman parte de su séquito, quienes están dispuesto a conseguir todo de cualquier modo.

Soy peronista de familia, vi por primera vez la foto de María Eva Duarte de Perón en el comedor de la casa de mi abuela a los siete años, en un altar acompañada de flores y velas encendidas que nunca faltaban. A los diecisiete años conocí a Eduardo, en la escuela de conducción política en la que él daba clases. De maestro a alumna pasamos a compañero y compañera, no sólo de la causa sino también de la vida. Hemos militado en todos los ámbitos: en barrios, en el trabajo y en todo lugar en el que circunstancialmente nos toca transitar, hasta en el patio de la cárcel. El peronismo es una cultura y la vivimos como tal. Es un movimiento con más de sesenta años en la República Argentina por el cual han pasado muchas personas, también aquellos que fueron expulsados por el General Perón hace algo más de treinta años, entre otras cosas por asesinar a compañeros en pos de intereses e ideales que no eran perseguir el bien común del pueblo. Son ellos los que ahora pretenden expulsar a mi marido del Justicialismo, lamento decirles que aunque lo logren nunca callaremos la verdad y siempre seremos peronistas.