Una patología compleja

La importancia de los factores

psicológicos en la obesidad

Los especialistas remarcan la necesidad de un abordaje integral, que contemple aspectos orgánicos y psicológicos. Aseguran que no existen soluciones mágicas.

De la redacción de El Litoral

[email protected]

“La obesidad es una enfermedad orgánica, pero también psicológica. Por eso es necesario que el tratamiento tenga en cuenta estos factores”, explicó el psicólogo Alexis Sturla, en la jornada “La dieta: cuando la solución se convierte en un problema”. El evento fue organizado por la Facultad de Psicología de la Universidad Católica de Santa Fe, su Centro de Estudiantes y Qualitas.

Sturla remarcó la importancia de los factores psicológicos a la hora de abordar esta patología. “Es un tratamiento prolongado porque se necesita trabajar sobre los cambios de hábitos”, explicó.

En tanto, el Dr. Carlos Miguel Mussi -quien también participó de la jornada- especificó: “Cambiar un hábito implica seis meses de acción y otros seis meses de mantenimiento. Es decir, un año por lo menos”.

Entre las razones psicológicas que podrían explicar la obesidad, los especialistas señalaron: temor a la vida social o a las relaciones sexuales, como forma de autocastigo o de agredir al compañero, como excusa para evitar lo deseable, entre otras.

Asimismo, es necesario tener en cuenta que la comida tiene un valor simbólico y existe una conexión emocional con los alimentos. “Muchos alimentos están asociados a buenos o malos recuerdos. Es imprescindible detectar cuáles son esos alimentos porque si una dieta los restringe, puede dificultar el cumplimiento del plan nutricional o provocar la caída del paciente”, alertó Sturla.

Sin soluciones mágicas

En tanto, el Dr. Mussi desacreditó a “las dietas y pastillas que se presentan como soluciones mágicas”.

Por el contrario, hay que ofrecerle al paciente un menú de opciones, que incluya un plan alimentario, un estilo de alimentación y actividad física. El especialista aconsejó “empezar por lo que le resulte más fácil al paciente para preservarlo de nuevas frustraciones”.

Esto se conoce como “autoeficacia”, es decir “ofrecerle a la persona un escenario en el que pueda tener éxito”. Habrá pacientes que se sientan más seguros comenzando por realizar actividad física, mientras que para otros ésta será una de las metas más difíciles de alcanzar.

Finalmente, las recomendaciones apuntan a controlar los estímulos, nutrir al paciente de otras fuentes de gratificación -para que no encuentre placer sólo en la comida- y construir apoyo social con los referentes significativos, básicamente la familia y en el ámbito laboral.

1.jpg

La comida tiene un valor simbólico y existe una conexión emocional con los alimentos.

Foto: Archivo El Litoral