llegan cartas

Los animales y nosotros

 

Alberto de Luján Castillo.

DNI. 6.212.519.

Señores directores: En estas últimas semanas se han visto publicadas en esta página, numerosas opiniones polémicas referentes a los perros callejeros, gatos y otros animales considerados útiles o amigos del hombre, que fueron disparadas por la nota de un tocayo mío que denunció agresividad de los perros abandonados que merodean por las calles, casi salvajes y de los cuales se ocupan algunas personas sólo para mantenerlos vivos y saludables, pero sin ningún control en la vía pública, opinión a la que apoyaron algunos y se opusieron otros.

También suscitó protestas el artículo de un periodista que aborda temas políticos, históricos y sociales, quien alegremente expresó su simpatía por las corridas de toros, a los que se sacrifica cruel e inhumanamente al final del espectáculo; esta persona obviamente no tuvo ningún comentario de apoyo. Estas opiniones, con claros fundamentos, han sido enriquecedoras no sólo para formularse un juicio sobre el problema que representan algunos animales que el hombre ha domesticado para lograr ciertos fines, sino también por los dignos pensamientos de quienes se involucraron en este tema, que en algunos textos, a mi humilde entender, alcanzaron una belleza ponderable, no sólo por el escrito en sí, sino por el contenido emocional y sensible que condicionan a la razón y llegan al corazón con ternura. Yo pienso que en el caso de los perros, animal llamado “el mejor amigo del hombre” debemos reconocerlo en sus virtudes y no calificarlo como asesino si ataca a un ser humano.

Pensemos que hay perros que han sido educados (se supone) con fines utilitarios para ser guardianes defendiendo su territorio, o adiestrados para la caza, casos éstos en que el animal debe tener cierto porte; o bien para ser mascota mimada de la familia y juguete de los niños.

O sea que a perrazos de fuerte contextura y temperamento no se les puede dar el destino de un perrito faldero (salvo el caso de los boxer, entre otros) que son muy confiables, sin agresividad y con tolerancia para con sus amitos. Ahora, si cualquiera de estos animales, criados en cautiverio y bien mantenidos, si por algún mal comportamiento (morder a alguien, orinar o defecar en lugar prohibido, ladrar continuo, etc.) se los arroja a la calle o abandona lejos de su casa, pasan a ser los perros din dueño, de la calle y sobreviviendo como pueden, reaccionando agresivamente si son atacados; la respuesta de algún humano con estos animales es el castigo y hasta la muerte en muchos casos. También hay gente que toma perros que cuando son grandes no pueden cuidar o mantener, y si no consiguen regalarlos optan por deshacerse llevándolos lejos y dejándolos en libertad a lo triste de su suerte.

O sea que en todos los casos es el humano quien los cría, malcría, abandona, maltrata, humilla y mata a estos animales que, como tales, son puros, inimputables e inocentes. El hombre suele ser tan animal con los animales que si bien ellos no crearon la computadora ni leyeron la Biblia, tampoco inventaron Auschwitz ni arrojaron bombas atómicas sobre Hirosima y Nagasaki. Y cierro con dos citas de Anatole France: “¿Qué pensamientos pudieran subsistir en los hombres, reducidos al estado a que reducimos a los perros, caballos y animales de corral?”, y “Hasta que no hayas amado a un animal, parte de tu alma estará dormida”.