CARTAS A LA DIRECCIÓN

Cumplir 99

 

Georgina García Kieffer.

DNI 11.723.024.

Señores directores: Una maestra esperancina que llega con esta primavera a los 99 años.

A Lidia Ester Kieffer de García.

Nada le fue fácil, trabajó y luchó siempre en lo cotidiano de la vida. Hoy es una mujer íntegra que nos prepara como siempre- para ver cómo se apaga suavemente la candela. Guardo con ella una relación de 55 años. Me admira su férreo sentido de proyecto en la vida, la sonrisa para los niños y los claros principios genéticos que se cumplieron en mi hogar, una especie de máximas imposibles de toda alteración porque la alemana imponía su sistema.

Una mujer sencilla de ésas que son las que siembran el surco que construyen las ciudades, con el trabajo honrado, digno y de un gran sacrificio hogareño. Dinámica hasta no poder más, fuerte como el acero para poder soportar una temprana viudez, ser maestra rural desde una edad casi adolescente alejada de su hogar y la pérdida sin entierro de su hijo único varón. Flexible como para dialogar de todos los temas con sus seis nietos y hacer las tareas escolares con todas las generaciones comentando ácidamente los cambios sin resultados en “la educación”.

Segura siempre de poder ayudarnos y receptiva de todos, con la invitación a comer incluida. Capaz de quedarse sola, es decir, sin la gente de su edad para dialogar y siempre comprendiendo a todos los sobrinos y familiares que iban perdiendo a sus mayores y necesitaban “refugio materno”.

Me sirvió de ejemplo para reírme de todos los problemas sobre los famosos incordios de los diálogos generacionales y pude siempre conversar y recibir respuestas tan racionales que asustaban por su duro equilibrio y jamás dejaban duda alguna respecto de su gran protectorado.

Despues del ingreso de la primavera, “Lili” llega a sus 99. Cada día es un regalo para nosotros y quien no lo toma “se lo pierde” como también nos enseñó.

Aprendí muchas cosas de esta bellísima mujer, aprendí que antes no se vivía mejor, porque las mujeres eran unas esclavas del trabajo, aprendí que educar es dar generoso el conocimiento pero con el merecido respeto y rigor que la escena exige, aprendí que hamacar a los hijos de pequeños y cantarles es importante porque “ a nadie he visto morir por exceso de amor pero sí por lo contrario”, aprendí que no tenía que jamás competir en lugares que no me correspondían sino donde las reglas eran parejas para todos, aprendí que la mesa es un lugar sagrado donde el respeto es natural, tanto como las canastas con carpetas tejidas, aprendí que es un gozo cocinar por horas y que el mayor festejo es la ingesta total y rápida porque estaba todo muy rico, aprendí que primero están los niños y que la oración a la noche protege de todo temor.

Aprendo, aprendemos que la candela aún apagándose ilumina mucho todo nuestro entorno.

Quiero que sepan que cada día desde esa operación de 2003 es un regalo, y que muchos se asombrarán al saber que su Srta. Lidia, sí, esa de primero a sexto y después directora de la escuela Rivadavia, cumple el 22 de septiembre 99 años.

Gracias, madre, por amarnos y ayudarnos siempre, gracias por este orgullo comprometido de ser hijos tuyos.

Tus hijas y tus nietos.