américo pesoa habla a 32 años de la gran hazaña...

Un triunfo que se pareció a la obtención de un campeonato

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Pesoa hoy. Con algunos kilos de más, el entrerriano despunta el vicio jugando un torneo amateur con amigos. Y sale campeón.

Foto: Juan Carlos Haberkon

El 19 de noviembre de 1978, Patronato venció a Unión en el Presbítero Grella quitándole un invicto de 24 partidos. Fue el último encuentro oficial entre ambos equipos.

 

Juan Carlos Haberkon

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Paraná (Enviado Especial)

Como a la historia la escriben los que ganan, El Litoral viajó a Paraná para encontrarse con un verdadero ganador. Ahí, cerca de Oro Verde, estaba Américo Ramón Pesoa corriendo detrás de una pelota, el mismo que metió el pase gol para que el correntino Rubén González definiera ante la salida de Biasutto, aquella noche de mucho calor en Paraná. El Patrón le quitó al Tatengue un invicto de 24 partidos y todo fue una verdadera fiesta. Hay quienes comparan a esa victoria con la obtención de un torneo, y dicen no exagerar.

La Mona Pesoa se muestra, hoy, tan amable y respetado como lo fue siempre. Apenas finalizó el partido de su equipo (ganó 5 a 0 y obtuvo el torneo de la Liga Amistad) el ex volante de Patronato accedió al diálogo.

—¿Qué recordas de aquel 19 de noviembre de 1978?

—En el fútbol no todo está dicho. Cuando llegó Unión a Paraná con un invicto de 24 partidos, nosotros éramos un conjunto en formación. Sin embargo, nunca subestimamos a Unión. Sabíamos quienes eran ellos y la clase de jugadores que eran Ribeca, Alí, Bottaniz, Merlo, Mazzoni, Telch, todos jugadores que trascendieron en el fútbol nacional. Unión tenía un muy buen equipo.

—¿Fueron superiores a Unión?

—No, en líneas generales fue un partido parejo. Hubo pocas opciones de gol y si Lito Bottaniz marcaba el tanto en un mano a mano que tuvo, la cosa hubiera sido diferente porque después llegó un contraataque de parte nuestra y ahí hicimos el gol nosotros.

—¿Cómo fue ese gol que quedó grabado en la memoria de los hinchas de Patronato?

—A la jugada del gol, la inicia Rojas, me la pasa a mí por derecha y cuando Bottaniz me dejó recibir el balón, mandé el centro para que González defina ante la salida de Biasutto. Así ganamos.

—Y después...

—Después del partido fue toda una fiesta, una locura. La gente no lo podía creer.

—Hubo un jugador de Unión que habló de rarezas en el entorno de ese partido. ¿Qué tenés para decir sobre el tema?

—Cuando el jugador entra a una cancha lo hace para jugar. El que tiró la piedra fue “Batata” Merlo, entonces él debería haber explicado qué es lo que significa un partido donde hubo rarezas. Adentro de la cancha, éramos once contra once y el arbitraje de Teodoro Nitti fue bueno.

—¿Merlo fue un jugador complicado o conflictivo?

—Lo tuve como compañero en Colón y siempre fue de hablar mucho. Para mí, es el Jorge Rial del fútbol... (risas). La verdad que fue y es un gran tipo, y ese tema nunca lo tocamos. Después lo tuve en Belgrano de Paraná, cuando él dirigía junto a Luque y la verdad que tengo los mejores recuerdos de todos.

La gran cosecha

Américo Ramón Pesoa, la Mona, como lo llaman en el ambiente reconoce que lo mejor que le dejó el fútbol fue la amistad con un montón de gente que hoy, tres décadas después, lo saluda como si fuera un futbolista actual. “Uno puede ser bueno, regular o no tanto como jugador, pero lo mejor es lo que queda después del jugador de fútbol. En mi caso, la cosecha de amigos se sigue incrementando. El hincha de Patronato me sigue saludando como si fuera jugador de la actualidad y esas cosas no se comparan con nada.

—¿Seguís despuntando el vicio del juego de la pelota?

—Todos los sábados jugamos con un grupo de amigos en la Liga Amistad y eso me pone muy bien. Hoy (por el sábado) conseguimos el título de campeón con un equipo que me tiene como entrenador y jugador. La verdad es que formamos un grupo humano bárbaro y eso alcanza para divertirnos todos los fines de semana.

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Un equipo de Colón de la década del “80 con Pesoa entre los 11. De pie: Juncos, Godano, Micheli, Bustingorria, Pighín e Inderkumer. Agachados: Mercado, Pesoa, Andrada, Mir y Benítez. Foto: Archivo El Litoral

/// opinión

La caída en el Grella

Raúl Londero (*)

El partido fue esperado por toda la ciudad, ya que Patronato había comenzado a recuperarse con tres empates y dos victorias tras un comienzo errático.

Empezaba la segunda rueda y Patronato recibía a Unión, que llegaba con 24 partidos invicto, tercero en el Metropolitano del ‘78, a dos puntos de Quilmes, el campeón.

El club había remodelado su estadio con una tribuna nueva, para lo cual toda la comunidad podía contribuir con un aporte para la compra de una bolsa de cemento, que sirvió para levantar la tribuna cabecera que hoy da a calle Grella.

Además se colocó la luz artificial, palcos, plateas y nuevas comodidades, a lo que se sumó el esfuerzo por reforzar al plantel que había ganado invicto el torneo regional del ‘78 y que le permitió clasificarse para el viejo Torneo Nacional.

La ciudad palpitaba este encuentro como una gran fiesta. Y llegó el pitazo esperado de Nitti con un estadio colmado de gente y en un rápido contragolpe el correntino Rubén González le dio la victoria por uno a cero a Patronato y el estadio fue una fiesta.

Fue una revancha de la derrota en Santa Fe cuando Unión le ganó 2 a 0 con goles de Arroyo y Miguel Giachelo en la primera rueda.

El festejo en todo el estadio y la ciudad se vivió como un campeonato, porque fue la primera victoria de un equipo de Paraná frente a un grande que estaba jugando en el torneo de la AFA.

Fue un 19 de noviembre de 1978, una noche cálida y difícil de olvidar por diez mil almas, que vibraron como si hubiera sido un campeonato y algo más que hoy, a 32 años, quienes estuvimos en el Grella esa noche volveremos a ver pero en el Nacional B.

(*) Corresponsal de TN en Entre Ríos y jefe de noticias del canal local de Cablevisión.

Un triunfo que se pareció a la obtención de un campeonato  Y un día Patronato cortó la racha

Nuestra cobertura. El Litoral, como siempre, estuvo presente en aquel famoso partido jugado en 1978, constituido en el antecedente inmediato de los choques oficiales entre ambos clubes. Fue la única vez que Patronato militó en la máxima categoría del fútbol argentino. Y fue uno de los mejores años de Unión.

Foto: Archivo El Litoral

Maradona en el recuerdo

“Jugar contra Maradona fue algo muy lindo. Diego fue, es y será por mucho tiempo el mejor jugador del mundo. A mí tocó enfrentarlo en el “80. Yo vestía la camiseta de Plantense y el estaba en Argentinos. Me ganó dos veces e igualamos las restantes. Cuando volvió de obtener el Mundial juvenil del “79 nos hizo cuatro, con baile incluido, en la cancha de Ferro. Ese día la rompió, por eso y por muchas cosas más, es imposible olvidarse de lo que fue Maradona como jugador”.

Colón, un párrafo aparte

“En Colón pasé, junto al Nacional del “78, los mejores años de mi carrera como jugador”. Visiblemente emocionado, Pesoa aclara que el trato de la gente sabalera fue único. “He vestido varias camisetas pero lo que me brindó la gente de Colón fue único. Todos los hinchas son pasionales y por ahí comenten atropellos, pero los sabaleros son especiales. Viven para el fútbol, para Colón. No tengo palabras para agradecer el trato que me brindaron en esos años que me tocó vestir la rojinegra del Centenario. Soy hincha de Boca, pero mi corazón está siempre con Colón, por todo lo bueno que me dio”.

Cerceñó una seguidilla inigualable...

Y un día Patronato cortó la racha

 

Alberto Sánchez

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Para el fútbol universal, 1978 nos lleva invariablemente al primer campeonato mundial logrado por Argentina. El equipo del “Flaco” Menotti que le ganó 3 a 1 la final a Holanda, con una formación que aún la recitamos de memoria, pero que sin dudas tuvo en el “Matador” Kempes, a la figura sobresaliente, no sólo del seleccionado albiceleste, sino también del certamen.

Para el fútbol nacional, 1978 nos transporta al recuerdo de un Quilmes campeón del entonces Torneo Metropolitano, erigiéndose el elenco cervecero conducido por el “Piojo” Yudica, en una de las “sorpresas”, logrando lo que muy pocos, hasta ese momento, habían llegado a alcanzar, entre los que se pueden nombrar al Estudiantes del ‘67, Chacarita del ‘69 y Newell’s del ‘74.

Para el fútbol local, 1978 nos obliga a rememorar una campaña que muy difícilmente se pueda emular. El equipo de Unión, con Reynaldo Volken como entrenador, además de culminar el campeonato en la tercera posición, mantuvo un invicto de 24 cotejos, racha que comenzó en la fecha 25 del “Metro” mencionado (en la anterior había perdido contra el cervecero, a la postre campeón del certamen), y que continuó en el entonces llamado Torneo Nacional, luego de la cita ecuménica mundialista en nuestro país.

Fueron 17 victorias y siete empates. Recordándose goleadas ante River (5-0 en el 15 de Abril) y Boca (4-0 en la Bombonera), además de importantes triunfos de visitante ante Racing y Vélez, o el triunfo sobre Argentinos Juniors, con el “Dieguito” incluido; más el clásico santafesino, que terminó igualado 1-1 en el Centenario, cuando el rojinegro contaba también con un gran plantel.

Crónica inesperada

Pero ese impresionante historial se truncó ante un adversario que, en los papeles, no parecía hacer peligrar la continuidad del mismo. Por la 8va. jornada (1ra. de la 2da. rueda) del Nacional, Unión (que lideraba la Zona B) viajó a la ciudad de Paraná para enfrentar a Patronato.

El 29 de noviembre de 1978, el estadio Presbítero Bartolomé Grella fue el escenario del partido en el que, mediante el tanto de Rubén González, el Patrón logró la hazaña. Con el 0-1 final, Unión se despidió de una seguidilla de resultados positivos inigualable, que incluyó 41 goles a favor y sólo nueve en contra.

En la previa del encuentro, El Litoral publicó: “Puede anticiparse una concurrencia excepcional y muy posiblemente caerá el récord obtenido por Patronato ante Boca. Es que no sólo el paranaense llevará gente, sino también el santafesino y en forma máxima, arrastrado por la notable campaña del equipo (24 fechas invicto) y por el hecho de ser el puntero absoluto del grupo B, con dos unidades de ventaja sobre el segundo”.

A manera de crónica del cotejo, El Litoral expresó: “A los 15 minutos, Taboada Rojas tocó para Pesoa, quien se fue velozmente por el lateral y tiró un centro a la puerta del área, Merlo salió a destiempo a buscar la pelota y le quedó a su disposición a Rubén González, que fusiló a Biasutto”.

“El Tate, herido en su orgullo, se desesperó para ir a buscar el empate, pero siempre chocó con la férrea defensa del Patrón, que jugó la última media hora con un hombre menos. Patronato no pasó la mitad de la cancha y Unión fue a la desesperada por la igualdad, que no llegó”, comentó El Litoral.

/// análisis

El gran escribano

Enrique Cruz (h)

En la galería de los grandes dirigentes de la historia de Unión, está, sin dudas, el nombre del escribano Rubén Neme. Cuando la directiva de Armando Capello se fue del club, en medio de una crisis económica y deportiva (Unión quedó complicado luego de un 1977 malo), asumió el escribano Neme. Y allí se inició un proceso de reconstrucción en todos los aspectos, que terminó con el llamado a elecciones para que asumiera Super Manuel Corral en una situación absolutamente distinta a la que debió sufrir el escribano Neme.

Neme armó el equipo que terminó haciendo una notable campaña en el Metropolitano de 1978, que llegó a semifinales en el Nacional de ese año y que en 1979 estuvo a punto de salir campeón. Apostó a un técnico de la zona como Reynaldo Volken, no se equivocó con los refuerzos y empezaron a tener oportunidades y continuidad algunos jugadores que la necesitaban, como Pumpido, Hugo López, Alí, etcétera.

Pero lo más importante, es que Neme fue una prenda de unión trascendente para el club. Detrás de él se encolumnaron los diferentes grupos. Estaba identificado con Corral —fue su vicepresidente en la década del 80—, pero todos respetaban al escribano, emblema inconfundible de una notable generación de dirigentes que trabajaron con mucha eficacia y dedicación en el club.

Hay dos anécdotas de aquel entonces. Una, es que el escribano entregó el club antes de perder el invicto (el último partido de esa serie fue un 4 a 0 en la Bombonera ante Boca); la otra, es que la barra de Unión le entregó una plaqueta en reconocimiento a su actuación al frente del club como síndico. Se lo extraña al escribano y no es para menos. Pero no hay lugar para el olvido cuando se trata de un gran unionista. Y Neme lo fue.

 

/// EL DATO

En la nebulosa

Tiempo después de la derrota, Alcides Merlo dijo: “Ese día Unión no podía ganar”, haciendo referencia a la labor del árbitro del partido, Teodoro Nitti. No obstante, nunca se pudo corroborar la veracidad de las palabras de “Batata”. Después de la caída ante Patronato, Unión volvió a la senda de resultados positivos, terminó puntero en el grupo B y fue eliminado en instancias de semifinales por River, siendo Independiente el campeón del torneo, pero aquella derrota frente al rojinegro de Paraná cortó una racha inigualable e irrepetible: “Una máquina, por perfecta que sea, puede un día no funcionar con normalidad”, publicó El Litoral con respecto al cotejo.