Las aventuras del sueño y de su ausencia

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De haber querido ser distinto, confiesa Pablo De Santis, le hubiera gustado saber dibujar. “Durante el colegio secundario, llenaba el margen del cuaderno de cocodrilos, pulpos, edificios, dragones y letras adornadas de púas u hojas de árbol. El trazo era infantil: todo lo que fuera sombra, volumen o perspectiva me resultaba un lenguaje incomprensible. Los dibujos eran planos, como si fueran jeroglíficos.

“A partir de mediados de los ochenta, cuando empecé a trabajar con Max Cachimba en la revista Fierro, sentí que hacer guiones era participar indirectamente del mundo del dibujo, sin necesidad de saber dibujar. En ese entonces enviaba los guiones a máquina por correo, a Rosario, y veía después el resultado en las páginas de Fierro. Hacer un guión sigue siendo así: es como mandar una carta, escrita un poco a los apurones, y recibir por respuesta las propias palabras transformadas en algo distinto, mejor, más profundo. Un guión no existe del todo, es apenas una promesa; una historieta, en cambio, ya es una parte del mundo”.

Continúa contando De Santis que al aparecer la nueva época de Fierro se reunió con Juan Sáenz Valiente, y de esa reunión nació “El hipnotizador”, la notable historieta que cuenta las aventuras del melancólico hipnotizador Arenas, que mientras duerme a los demás para desenterrar sus secretos él mismo es acosado por el insomnio. Con gran talento, Sáenz Valiente convierte cada “elemento en expresión. En sus páginas todo nos dice algo: las caras, los cuerpos, las manos, las inquietantes escenografías, las sombras”.

Ahora Reservoir Books acaba de publicar estas aventuras de “El hipnotizador”, cuyo oficio es volver al pasado. “El buen Arenas es como un prestidigitador que hace aparecer la historia de los otros a través del sueño. El trance es un teatro donde lo olvidado regresa bajo la forma de sombra, símbolo o enigma. Pero Arenas ha sido marcado por una maldición: su propio pasado no le llega a través de los sueños, sino del insomnio”.

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