Para invertir en el tambo

La pasión como combustible

A fuerza de empeño y dedicación, este entrerriano tozudo logró que sus vacas se metan entre las mejores de la región. Su tambo fue elegido como el más productivo del departamento.

La pasión como combustible
 

Federico Aguer

[email protected]

César Jacob nació hace 42 años en Ramírez, provincia de Entre Ríos. Si bien proviene de un hogar humilde, siempre tuvo muy claro cuál sería su destino: la lechería era su vocación. Hijo de un camionero a quien (con el paso del tiempo) le supo agradecer los valores inculcados para lograr sus objetivos, decidió mudarse a Esperanza para concretar su sueño. Claro que lograrlo no fue fácil. Sus comienzos en la Facultad de Veterinaria los solventó trabajando como mozo en los bares locales.

En 1990 se casa con Silvia, y gracias a una rutina de estudio implacable logra recibirse cuatro años después. “A mí, formar una familia me ayudó a apurar la carrera”, menciona en agradecimiento a esa maestra jardinera “de fierro” que supo ponerle el hombro en esos comienzos.

Allí llegaron sus hijos Juan Pablo, Virginia, Nicolás y Agustín. Y también el primer trabajo de tambero, en Nelson. Al año de estar allí ya manejaba los tres tambos de Stratta, haciéndose cargo de la producción, alternando también las funciones de tractorista, alambrador y veterinario. Duro, pero una verdadera “beca” de aprendizaje, con 500 vacas en ordeñe bajo su supervisión. “En ese trabajo aprendí los secretos del oficio y también a sentir cómo piensa un tambero. Tengo en la memoria todas las sensaciones vividas en esa etapa que nunca olvidaré”.

En el 95 intenta en Suardi, pero se debe volver a los 4 meses. “Me morí de hambre”, recuerda. En el 96 los Menossi Schnidrig de Felicia confiaron en él y lo asignan al mando de sus 6 tambos, con 18.000 litros de producción; todo un desafío. “Es fundamental que crean en uno, y por eso les estoy agradecido”, dice. En 2001 incorpora trabajos a terceros, con lo que empieza a armarse de sus primeros ahorros para dar forma al sueño del tambo propio. En 2004 compra sus primeras 10 terneras en Progreso. “Les puse la caravana RP100 en adelante, para que no parezca tan poco...”

En ese entonces, igual que ahora, la selección pasó por el buen proyecto de ubres y buenas patas que presentaban esa terneras. “Mejor 10 buenas que 15 baratas”, aconseja. Las puso a pastaje en Felicia, y en un año y medio pudo comprar 99 terneras más, la máquina de ordeñar y los bretes, aunque las terneras no tenían servicio todavía. “¿Y cómo lo vas a pagar?”, le preguntó Silvia. “No sé”, le contestó. “Para mí, el tambo propio era algo imprescindible, no lo podía postergar”.

Con el tramontina en la mano

Ya tenía las vacas, la máquina ordeñadora y los bretes, pero le faltaba el campo. Ese dato fundamental le llegó a comienzos de 2006. 313 hectáreas con 92 trabajables de suelo clase 4 en Grutly, con un lote de 40 hectáreas de alfalfa.

“Levanté el teléfono y llamé a Williner para ofrecerles mi producción, aunque debían adelantarme el pago. Por suerte lo hicieron, y desde entonces soy entregador de esa industria”, evoca con gratitud. Ese 1 de febrero parió la primera vaquillona, y cuatro días después entregaron la primera partida de leche enfriada ¡en un freezer!.

CAMPO_P9B.jpg

De esas primeras vaquillonas, 22 quedaron en el camino como parte de pago por las pasturas, por lo que arrancó con 77 animales. 17 parieron en el mes de febrero y el resto a lo largo del año.

“No teníamos nada. Un tramontina hacía de destornillador. Se rompía un poste y había que comprar una pala, un pisón, y un poste nuevo, etc. Hasta los baldes para las guacheras, todo a medida que se avanzaba”, sonríe. Por suerte, su cuñado le mandó un tractor para trabajar. Un viejo Hanomag que llegó desde Entre Ríos para quedarse “no sirve para el barro, pero es un fierro”, lo defiende. El equipo de frío fue una inversión costosa pero imprescindible, con una capacidad de 1.700 lts.

En 2007 llegó el agua. De 2.000 litros pasaron a 1.000. “Perdimos las alfalfas y se me fue el tambero. Estuve haciendo el tambo una semana hasta que conseguimos otro. Por suerte la casa del tambero estuvo inundada un solo día”.

Después, la cosa se acomodó y César pudo comprar otro tractor más grande, aunque tuvo que venderlo en 2009 para darle de comer a los animales en medio de una sequía sin precedentes. “Nunca vendo una vaquillona por necesidad, pero un tractor sí”, dice Jacob. “Es que cuando las vacas están bien, tenés más posibilidades de sobrellevar mejor una crisis, sino podés quedar en el camino”.

Desde el inicio, en “El Amparo” usan genética canadiense, “es la más confiable”, dice César. “Busco la vaca por el tipo: patas, ubre, carácter lechero, grupa, que dure un parto y medio más que el promedio; vacas lindas, medianas, que duren y que sean funcionales”, confiesa.

CAMPO_P9A.jpg

Como veterinario, viene haciendo Inseminación Artificial a Tiempo Fijo, promediando entre 30 a 45 % de preñez, tratando que las vacas no paran en verano. A futuro, “me gustaría hacer implante de embriones, pero hoy la prioridad es aumentar la producción en litros”, analiza.

Además, hacen control lechero oficial y califican dos veces por año en ACHA, porque al quedar registradas las lactancias en las fichas,queda oficializada la producción y el animal vale más.

Estrategia

Como en todo tambo, la comida es una pata fundamental sobre la que se asienta la producción. “Usamos el balanceado de Garay, que es un producto muy confiable y parejo”, confiesa. Algunos secretos de manejo para mejorar el bienestar animal: conviene largar los animales lo más temprano posible. “Le llevamos el agua a la lonja en un carrito y quedan comiendo hasta las 9 de la mañana, con eso logramos ganar entre un litro y medio y un litro 800 de producción por vaca”.

En “El Amparo” ordeñan a las 2 de la mañana y a las 2 de la tarde, y centran la alimentación en silos de autoconsumo, con una capacidad de 40 vacas en total. Gracias a que les proporcionan casi 10 kg. de balanceado por día a cada animal, se han evitado los problemas de empaste típicos de la alfalfa. Y han llegado lejos: tienen el mejor promedio productivo del departamento Las Colonias, con 29,5 lts. diarios de leche por animal. “Siempre estamos entre el primer y el quinto lugar”, expresa orgulloso.

En diciembre de 2007, por un error de manejo, se le murieron siete de sus mejores vacas, pero lejos de acobardarse, César decidió redoblar la apuesta: iba a presentarse en la Rural de Rafaela con sus animales.

“¿Qué estoy haciendo acá?, se decía a sí mismo, buscando un lugar entre los grandes. Sin embargo, las palabras de aliento brindadas por Omar Fux, René Lasso o Alberto Bircher lo decidieron a seguir adelante. Y no le fue nada mal. Un tercer y cuarto puesto en el año 2008 en el concurso por tipos le marcaron que iba por el buen camino. Al año siguiente ganaron con dos terneras y la tercer mejor hembra. Este año llevaron cuatro hembras, que obtuvieron el primer y segundo lugar, la tercer mejor hembra y la reservada gran campeona vaca joven. Como si fuera poco, en San Vicente ganaron el premio a la gran campeona hembra, con la “Amparo Atrevida Goldwyn”. “Le pusimos ese nombre porque creímos que era un atrevimiento presentarse, pero confiamos en la calidad de nuestros animales”.

El sueño no se detiene. “Mientras la vida me lo permita, seguiremos creciendo”, dice César, que ya alquiló otro campo en Hipatia: 75 hectáreas clase 2 para llegar a los 4.000 lts. de producción.

“Para nosotros, “El Amparo” es el mejor nombre que le pudimos poner a esta empresa. A lo largo de los años, ha significado justamente eso, un refugio para nuestra familia y el tambero que quiera trabajar con nosotros, cuidando y queriendo las vacas. No hay otro secreto”. Los resultados están a la vista. Sólo basta con mirar esos animales.


CAMPO_P9C.jpg

Equipo de trabajo

César lidera un equipo compuesto por Héctor Sánchez, Daniel Sánchez y Daniela, su mujer. Además colabora el Ing. Agr. Oscar Senn con la planificación agrícola y el Méd. Vet. Carlos Celaye y Hernán Botto en la confección del silo.

El menor de sus hijos, Agustín -de 13 años- fue elegido como el mejor presentador en pista del país, y ya cruza opiniones con su padre sobre virtudes y defectos de las vacas. Tienen el sueño de armar una cabaña. A la derecha, el primer lote de terneras, puntal del emprendimiento de la familia Jacob.

Fotos: archivo