Panorama preelectoral

Las “guerras de popularidad”

del presidente Barack Obama

Se agrava el frente doméstico del país, con 95 mil puestos de trabajo que se perdieron en septiembre. Tampoco llega a su fin la guerra con Afganistán, que ya lleva diez años. Demócratas podrían perder el control en ambas cámaras.

Alberto Galenao - Telam

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Si el presidente estadounidense, Barack Obama, tuviera que hacer un balance para las elecciones del 2 de noviembre, debería anotar en su diario que se agrava el desempleo y que la guerra en Afganistán entró en su décimo año sin solución a la vista.

También debería escribir que si se cumplen los vaticinios de algunas encuestas, los demócratas perderán el control de ambas cámaras a manos de los republicanos (especialmente la de Representantes, donde se renuevan las 435 bancas), estimulados por el ascenso en las primarias del grupo conservador Tea Party.

A tal punto se encuentra en baja la popularidad de Obama que la Casa Blanca tuvo que desmentir que la secretaria de Estado, Hillary Clinton, vaya a reemplazar al vicepresidente Joe Biden de cara a las elecciones generales de 2012.

Con el apoyo de las mujeres y los latinos, Clinton podría ayudar a Obama que, según una encuesta de la cadena televisiva CNN y Opinión Research Corporation, tiene una adhesión del 47%, mientras que un 45% de los encuestados dice que extraña las políticas del ex presidente republicano, George W. Bush.

Obama, que conquistó la presidencia con una popularidad del 60%, tuvo que afrontar esta semana la tercera salida de un miembro de su gabinete, ya que el Consejero de Seguridad Nacional, el general James Jones, presentó la renuncia y será reemplazado por Tom Donilon, quien siempre quiso incrementar las tropas en Afganistán.

Según el diario The New York Times, la salida de Jones -prevista para fin de año- se aceleró luego de las declaraciones que el funcionario aparentemente hizo para el libro “Las Guerras de Obama”, del periodista Bob Woodward, que describe las luchas internas en el gobierno demócrata por Afganistán y la situación de Al Qaeda en Pakistán.

Jones dice que algunos funcionarios como el asesor del presidente, David Axelrod, o el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibas, eran “sanguijuelas”, o sencillamente, “la mafia”, relató Woodward.

El libro

En su libro, el veterano periodista cuenta cómo el mandatario norteamericano parece haberse implicado a sí mismo en una guerra que podría envenenar su presidencia, del mismo modo que Bush se destruyó en Irak y los ex presidentes Lyndon Johnson y Richard Nixon se arruinaron en Vietnam, señaló Neil Sheehan, del diario The Washington Post.

Sheehan, que comenta el libro de Woodward -conocido por su investigación junto con el fallecido Carl Bernstein del caso Watergate, que culminó con la renuncia de Nixon- dijo que Obama entró en la guerra enviando otros 21.000 soldados a Afganistán “sin mucha examinación” del conflicto.

El libro menciona que el presidente estadounidense pretende fortalecer a los militares y a los policías afganos para, gradualmente, retirar las tropas estadounidenses de Afganistán.

“El problema es que los aliados de Obama, el presidente afgano Hamid Karzai, y su medio hermano, Ahmed Wali Karzai, presiden un gobierno masivamente corrupto y no da evidencias de estar dispuesto a modificar eso”, dice Woobward, según Sheehan. Algunos analistas señalan que Obama debería revisar la estrategia estadounidense en la guerra en Afganistán, cuyo apoyo disminuye en Estados Unidos y el oeste de Europa, donde Holanda decidió retirar las tropas, mientras Canadá se prepara para adoptar una medida similar.

Para el jefe de las fuerzas estadounidenses en Afganistán, general David Petraeus, “el diálogo es la manera de acabar con una insurgencia” que se ha robustecido en ese país asiático, a pesar de sufrir varias derrotas desde la invasión estadounidense del 9 de octubre de 2001, tras los atentados del 11 de septiembre de ese año.

Punto débil

Presionado por Washington, Karzai inició contactos con representantes talibanes -que quieren imponer una línea dura del Islam sunnita- para buscar una solución negociada del conflicto, aunque la Casa Blanca considera que es imposible lograr avances en la guerra sin el apoyo de las autoridades paquistaníes.

Pero es el frente doméstico el punto más débil de Obama, porque que la economía estadounidense no marcha como quiere el mandatario y en septiembre se perdieron 95.000 puestos de trabajo, en tanto la taza del desempleo se ubica en el 9,5 %, de acuerdo a informes del Departamento de Trabajo.

Mientras cae la popularidad de Obama crece la de Sarah Palin que, según una reciente encuesta de Gallup, tuvo un 76% de voto favorable como posible candidata presidencial, aunque un sondeo de la cadena CBS dice que el 48% de los estadounidenses tienen una imagen desfavorable de la ex gobernadora de Alaska.

La ex candidata republicana a la vicepresidencia se identifica con el Tea Party, un legendario grupo antisistema que ayudó a ganar a muchos candidatos republicanos en las primarias, con tres ejes fundamentales: responsabilidad fiscal, gobierno limitado y libertad de mercado.

Quizá por ese motivo algunos analistas no desestiman la posibilidad de que se dé una batalla entre Hillary Clinton y Palin por la presidencia en 2012, si se confirma la caída de la popularidad de Obama.

Las “guerras de popularidad” del presidente Barack Obama

El presiente de EE.UU., Barack Obama, seguido por el Consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, James Jones.

Foto: EFE