Artes Visuales

“Miradas diversas”

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Obra de Daniela Rodi.

Domingo Sahda

Desde días atrás, Emiliano Quintana y Daniela Rodi exponen sus trabajos de reciente data en Estudio 24, Galería de Arte, calle San Martín 3026, ciudad de Santa Fe.

En el pequeño ámbito de la mencionada galería, los trabajos de Emiliano Quintana contrastan y se destacan -prima facie— por el proceso de oposición visual fondo-forma que se opera entre cada obra en particular y el muro-soporte, y en segunda instancia por el contundente trazo y la definición recortada de la forma plástica. Se opera en este montaje, y por voluntad del expositor, el involucramiento perceptual entre espacio y obra expuesta. No hablamos en este caso, puntualmente, del “cuadro” como plano geométrico definido sino de la pared o muro total que particulariza el espacio sobre el cual cada forma pintada y recortada aparece aplicada. La pared oficia de espacio plano de continencia, así resignificada.

La exploración entorno a un lenguaje discursivo propio aún no cristalizado aflora en plenitud. Emerge sesgadamente la idea de exploración plena en búsqueda de un acento propio.

El tipo de realización y su montaje permite que la obra, entendida como totalidad, se particularice en subtotales independientes entre sí. Un doble juego de hipótesis se da de manera clara. La posibilidad de recomposición en otro soporte permite imaginar otras situaciones de vínculo y expresión.

Cada silueta plana recortada es a su vez una obra con alcance propio. La deliberada actitud expresionista como canalización, ocasionalmente exacerbada, de la tensión emocional planea en cada trabajo, y en su reunión de conjunto. Contrastes plenos de recorridos del trazo, la ocasional textura cromática que refuerza la intencionalidad discursiva marcan la exacerbación del sentimiento por sobre el ordenamiento medido y controlado.

Tomada cada obra en particular, la resolución es ocasionalmente diversa, pero siempre ajustada a este modo expresivo que se apoya en la cuestión afectiva. Aquí las debilidades en la construcción plástica se subsumen en el potencial de conjunto abriendo promisorios caminos.

Por su parte, Daniela Rodi presenta una colección de trabajos en los cuales resemantiza el trazo: la línea, texturalizándola en hilos, lanas y hebras que devienen precisamente en aquel recorrido, que corporiza materialmente sobre el plano del lienzo de soporte. Encabalgados, los hilos, hipotéticamente sobre el tapiz en tanto arte textil sin proponérselos, son una suerte de dibujos “matéricos” que proyectan una refinada calidad plástica en busca de una entidad propia. El aglutinamiento del recorrido en función de la creación de planos accidentados, el laberinto táctil de los recorridos visuales propuestos se abren a la idea de “obra sin fin”. En ellas, no hay un contenido ideológico sobre el cual discurrir. La carga conceptual se proyecta a la pura abstracción de índole sensitiva, elaborando la autora metáforas evasivas que remiten a las ideas de lo inacabado, lo infinito, que admiten una continuidad en el tiempo y en el espacio.

Suerte de filigranas imbricadas, construidas con hilos variados en textura y color, cada trabajo expuesto es en sí mismo una sutil proyección de su autora, cada obra una pantalla en la cual cada quien se proyecta y/o se refleja.

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Obra de Emiliano Quintana.

Exposición del patrimonio artístico provincial

“Homenaje a Mujica Lainez”, “Colección Matilde Díaz Vélez”. En el Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez se exponen obras de arte plástico, pinturas y dibujos, pertenecientes al patrimonio artístico oficial.

Ambas muestras antes citadas se constituyen en la acertada actitud de exhibir las colecciones atesoradas a lo largo de los años, tanto para la fruición estética inherente al hecho de contemplar y dialogar subjetivamente con cada obra, cuanto al conocimiento e información general que posee la entidad como custodia del patrimonio artístico provincial, casi ignorado tanto por lugareños como por ocasionales visitantes. Cabe acotar que el desconocimiento es una carga negativa del espectro social, casi una pancarta señalizadora de aquello que debería enmendarse en tanto conceptualicemos que la tan mentada “construcción de soberanía” presupone un cierto esfuerzo superador de cada quien se sienta y asuma como sujeto partícipe —con voz propia— del accionar social. Se sabe de sobra que los lenguajes propios de la cultura y el arte visual lo son, no constituyen un pasatiempo entretenido toda vez que se asuma que en el “siglo de la imagen” la ignorancia o la descalificación de las mismas definen el nivel de pensamiento intelectual de cada quien. “Una imagen vale lo que mil palabras”. Bueno sería que la frecuentación de las mismas, cristalizadas en obras, fueran aprovechadas por el común. El primer paso siempre nos remite a la información y posterior conocimiento. Bueno sería que las instituciones dedicadas la formación de futuros recursos humanos superadores de lo actual, es decir el Ministerio de Educación y sus derivados, lo tuvieran en cuenta.

Así las cosas, aquel personaje singular —Manuel Mujica Lainez— de presencia activa y opiniones rotundas que en muchas oportunidades visitó esta ciudad, tanto en encuentros amicales como en actividades específicas propias de la cultura artística, aparece en una seguidilla de retratos que denuncian en cada caso el punto de vista de cada artista plástico que lo tomo como modelo de su pintura —su dibujo—. Resulta un singular ejercicio intelectual el cotejar las imágenes de la misma persona construida como personaje de cuadro por distintos autores. Se evidencia en todos y en cada uno de los tramos que la sobrecarga simbólica-ideológico-política de cada autor se proyectó sobre el modelo en cuestión, en tanto que él mismo proyecta un “aura” que orienta la perspicacia del pintor. Quien suscribe este texto recuerda cuando Manuel Mujica Lainez, en ocasión de conformar parte del jurado actuante en el otorgamiento del Premio Nacional de Pintura Ipclar. Santa Fe 1970. Solicitó ver su retrato existente en la pinacoteca del museo. Al verse en medio de sonoras carcajadas bromeó diciendo: “¡Berni me pintó como un comunista ricacho!”. Esta obra se exhibe en la colección expuesta. Doy fe de ello.

La “Colección Matilde Díaz Vélez”, en la cual se reúnen desde un pequeño bronce de A. Rodin, se entiende que pequeño por su volumen y no por su proyección artística y calidad de resolución modélica, a la bella pintura de pequeño formato, de Johan Barthold Jongkind, del óleo firmado por Daubigny, que informa acerca de los prolegómenos del Realismo Naturalista Francés de mediados del siglo XIX, punto de partida del Arte Moderno permite la apreciación y el regodeo visual de trabajos de reducido tamaño y gran calidad plástica.