Para producir “bajo techo”

Frutillas más dulces en el túnel

frutillas más dulces en el túnel

Una nueva tecnología viene “copando” los campos frutilleros de Coronda y la costa. Se trata de macrotúneles de fabricación local, los que abaratan los costos y maximizan la eficiencia productiva.

 

Federico Aguer

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En España cubren con sus siluetas alargadas más de 5.500 hectáreas. En México, ya superan las 2.500. En otros países del mundo, los macrotúneles se multiplican al ritmo de la creciente demanda de alimentos. En nuestro país, si bien todavía cubren un área incipiente, registran un crecimiento importante en los últimos años, motivado por los beneficios que implica para el productor frutihortícola.

“No son invernaderos, sino estructuras livianas de acero, fáciles de montar y desarmar, aptas para la producción de berries y otros cultivos de acuerdo a la necesidad de cada zona”, nos aclara el Ing. Agr. David Piumatti, integrante de la Comisión Frutihortícola del Ministerio de la Producción y de la Comisión de Cultivos Intensivos del Colegio de Ingenieros Agrónomos de la Provincia de Santa Fe.

Este especialista, quien también representa a una importante firma multinacional con sede en Coronda, es una de las personas que más ha recorrido la producción de frutilla o fresa en todo el mundo, trayendo la idea de replicar este sistema de producción a Coronda.

“Esta empresa se instaló en Coronda para estar cerca de la producción estable de frutilla. Se trabaja cerca del cultivo porque es la base de fruta de la mayoría de los preparados de los yogures a nivel mundial”, especifica.

Según Piumatti, una empresa grande con varias filiales en lugares estratégicos del mundo, siempre tiene pedidos estables y puede garantizarse la venta de frutas. Además, esa continuidad asegura un empuje muy importante para la producción. “La industria absorbe la fruta que el agricultor deja de mandar al mercado fresco por exceso de oferta o por bajos precios, aunque la fruta con destino industrial debe ser de buena calidad porque termina en un yogurt que satisface a cualquier consumidor”, garantiza.

Las industrias reciben la fruta fresca y tamañada, de acuerdo a especificaciones fijadas de antemano, para luego seleccionarlas, acondicionarlas y congelarlas con el sistema IQF (Congelado Rápido Individual) manteniendo así las características originales de la fruta. Luego, la exportación de esta fruta se realiza en todas sus formas (cubos, slices, enteras, etc.) a mercados tan exigentes como EE.UU, Canadá, Francia, Austria, Brasil, entre otros; mientras que otra parte de la fruta congelada se destina al mercado local para su uso en yogures, jugos, pulpas, helados, etc.

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La religión lo prohíbe. En Marruecos, las mujeres musulmanas deben ocultar su rostro mientras cosechan.

Virtudes y desventajas

“Antes el productor plantaba sin tener claro los objetivos, en cambio hoy planifica su producción, su cosecha, su logística y comercialización”, explica Piumatti, en referencia al cambio de mentalidad de muchos productores, lo que ha traído de la mano la incorporación de este tipo de tecnologías para nuestra zona.

De hecho, todavía mucha gente recuerda la frutilla pequeña de Coronda, con la que se obtenían 4.000 kg. /ha. “Hoy ni se cubrirían los costos”, dice. Al respecto, actualmente se busca obtener y plantar variedades con alto potencial de rendimiento, cuya fruta sea grande, brillosa, con altos grados “brix”, de forma cónica y con capacidad de resistencia al transporte y a la comercialización, ya que son enviadas para su venta a todo el país. Hoy se buscan alcanzar altos rendimientos por ha para amortiguar los elevados costos de producción que tiene el cultivo.

Un problema importante y crítico (además de la baja rentabilidad) que está atravesando el sector es la escasez de mano de obra para las labores de cosecha y despalillado de la frutilla. Son varios los motivos por los cuales hoy existen inconvenientes en la disponibilidad estable de mano de obra (recordar que la cosecha se prolonga por 5 meses y medio); una legislación laboral no acorde al cultivo, y planes sociales que seducen al trabajador temporario. La falta de cosecheros y la retirada anticipada de los mismos (en su gran mayoría de la provincia del Chaco), provocan que los lotes de frutillas comiencen a atrasarse, provocando grandes pérdidas en la calidad y cantidad de fruta. La misma al madurarse en exceso es susceptible al desarrollo de plagas y enfermedades que una vez que invaden el cultivo se hacen imposibles de controlar.

Necesidad

Otro serio problema que sufren los productores es la falta de inscripción de productos fitosanitarios en los cultivos de frutilla, frambuesa, verduras de hoja y cultivos que si bien se consideran menores se consumen a diario. “Si el cultivo sufre el ataque de una plaga, el agricultor no tiene muchas herramientas para su control” se lamenta Piumatti. Como alternativa se está intentando producir cultivos orgánicos, pero se hace muy difícil en nuestra zona por las condiciones climáticas desfavorables reinantes. Además no hay todavía un diferencial de precio entre la fruta orgánica de la tradicional que justifique su producción. “Aquí estamos con la suma necesidad de incorporar productos fitosanitarios a diferentes cultivos. La legislación argentina no tiene concordancia alguna con respecto a la de los países desarrollados como EEUU y la CE, ni siquiera con la del Mercosur, ya que Uruguay, Brasil y Chile tienen una legislación de productos habilitados muy diferente a la nuestra”. Además agrega “si le preguntan a cualquier chacarero, sabe que se produce un acostumbramiento de la plaga a un mismo ingrediente activo y que con el paso del tiempo ni siquiera ese producto servirá para prevenirla o combatirla”.

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En Coronda. Si bien la adopción de los macrotúneles es gradual, los mismos son cada vez más comunes en el paisaje corondino.

Vale aclarar al respecto que el SENASA y la ASSAL están interviniendo a nivel provincial en este tema, que dichas entidades son los encargados de muestrear y analizar frutas en toda la cadena de comercialización.

A través de una junta realizada en la oficina de SENASA Regional Santa Fe se ha logrado convocar a directivos de la Central a una reunión a realizarse el 4 de noviembre en Santa Fe, donde se tratará el tema del registro de nuevos productos fitosanitarios para cultivos frutihortícolas.

A nivel de avances, los agricultores de nuestra región se están tecnificando cada vez más, “y no tenemos nada que envidiar a otros países en la parte productiva,ya que estos macrotúneles ya se han instalado en muchos países del mundo. Sin embargo, todavía debemos mejorar en las etapas de cosecha, transporte y comercialización de la fruta, ya que algunos agricultores tienen galpones de empaque precarios y sin cámaras de frío, y ése es un tema que se podría resolver con una línea crediticia”, sugiere Piumatti.

El productor santafesino en general trata de incorporar la mejor tecnología y el uso eficiente de los insumos para mejorar la rentabilidad del cultivo. Hace tres años que el cultivo viene con rentabilidades menores, y por eso apuesta a estas tecnologías para lograr más kilos de fruta precoz o primicia que es la que tiene mejores precios de venta.

En primera persona

Daniel Dip, productor corondino, asegura que las variedades de frutilla se eligen por su mayor o menor productividad. “Hay que tener varias, algunas para lograr primicia y otras para complementar la calidad a lo largo del ciclo productivo”, aconseja este productor que se decidió por la tecnología de los macrotúneles. El primer año incorporó dos. Al año siguiente ya eran seis, y un año después accedió a un crédito del Banco Nación para llegar a tener una hectárea y media “bajo techo”. Según Dip, los macrotúneles tienen grandes ventajas: menos desarrollo de plagas, menos pulverizaciones, facilitan la cosecha, no hay que tapar y destapar cada día, libera la gente para la cosecha, además de otras virtudes que optimizan el trabajo. “Esta tecnología nos cambió la manera de trabajar. De hecho, si pudiera, llenaría la quinta con macrotúneles”, dice.

“Ahora trabajamos a campo y bajo techo, pero ya estamos sacándole el polietileno por el verano que se viene. Lo ideal ahora sería ponerle una malla con media sombra y estirar un poco la cosecha, pero es una inversión muy grande que no llegamos a afrontar”, aclara. Los Dip venden al mercado de Buenos Aires, y este año (como en toda la zona) vienen con un 20 a un 30 % de merma productiva a causa del frío. “La calidad de la fruta deja mucho que desear”, se lamenta Dip, quien planea trabajar la frutilla hasta el 15/20 de diciembre, luego de lo cual comenzará con las tareas de preparación: se desarma todo y se abona, se siembra verde y se prepara la tierra para el año que viene.


Pérdida

La helada más fuerte del mes de agosto ocasionó una pérdida (según la zona) estimada en 100 gr. por planta(o sea 5.000 kg. por ha.) en los cultivos cubiertos por microtúneles, mientras que las plantas cultivadas en los macrotúneles no sufrieron daño por frío.

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Todo automático. En España, se ha alcanzado un nivel muy avanzado de automatización dentro de los macrotúneles.

 

/// en relación

Números que hablan por sí solos

Las estructuras metálicas tienen una vida útil de 10 años, y los plásticos de 3 aproximadamente. El costo total (estructura, sogas y polietileno) es de aproximadamente $ 125.000 por hectárea. Bajo estas estructuras se producen hasta un 20-25 % más que los que se logran en los tradicionales microtúneles. Las ventajas se ven en una mayor uniformidad en la producción, más precocidad (mejores precios), un 20 a 25 % más de producción; menos impacto ambiental por menor uso de plaguicidas; versatilidad para otros cultivos; facilidad de armar y desarmar; y mayor protección contra la helada.

Bajo estas estructuras se producen hasta un 20-25 % más que los que se logran en los tradicionales microtúneles.



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“Esta tecnología nos cambió la manera de trabajar. De hecho, si pudiera, llenaría la quinta con macrotúneles”

Daniel Dip

Productor corondino