Armonía o maridaje
“Yo no hubiera querido un chocolate, si de ellos no saliera ese olor a trópico y arrebato. Pero todo fue probarlos, ¿y qué tarde no quiero un chocolate...? Ahí está una copa de vino blanco, haciéndome pensar en la risa entregada y fácil que me produce al darle dos tragos.”. (Ángeles Mastretta. “El cielo de los leones”).
TEXTOS. MARIO BASS.
En el breve pasaje de este hermoso libro, vemos cómo la mexicana Ángeles Mastretta, supone una relación entre chocolate y vino blanco. ¡A quién se le hubiera ocurrido!.
Durante muchos años vivimos bajo los preceptos de los maridajes estrictos del Siglo XIX en adelante. Hoy escuchamos a Miguel Brascó decir: ”...ojo con los maridajes, porque traen yeta. (...) Las combinaciones de los escabios con los morfis son inventos de pendex flacos, todos menores de 23 y criados a milanesas con fritas y pizzas delivery. Éstos, en sus recomendaciones, proponen relación de vinos nunca tomados, con platos que jamás comieron”. (1) .
Duro, muy duro Brascó, creo que nos tendríamos que ubicar en su justo medio. Por ejemplo, el gourmet Grimod de La Renière (Francia 1808) decía: ”Los sabores del vino no deben prevalecer sobre las sazones de la comida y viceversa”.
Según lo antedicho, el beber o el comer deben suponer una armonía, y me animo a ir más allá y tener en cuenta también los estados de ánimo, los lugares, la música, el entorno o un hermoso libro y, obviamente, la compañía es fundamental en todos los casos.
OPCIONES
Ver salir la luna llena en el horizonte en una noche de primavera resulta un placer inmenso, y se me ocurre disfrutarla con una copa de champán, bien frapé, abrazando un hombro solidario o tomando una mano amiga y cariñosa.
Si se trata de escuchar a Los Nocheros, La “Sole” o la inigualable “Negra” Sosa: unas empanadas con un torrontés salteño o riojano con toda sus frutas y aromas. Dejando viajar mi imaginación por Tilcara, Los Valles Calchaquíes o los sinuosos pueblitos del Valle de Famatina.
Con una copa de vino tinto bonarda joven entraría dentro del fantástico mundo costero de Juan Arancio y sus infaltables gurices, horno de barro, sauces, y hasta perrito cuzco, acompañando al sufrido pescador con su familia.
Para leer a Julio Cortázar, me distendería con un cognac con hielo (sí, con hielo, después te explico). Si fuera Hemingway el elegido, no podría faltar un mojito bien cubano.
Lo que nunca haría sería elegir un malbec 2005, con 12 meses en madera, para acompañar un salmón tenuemente ahumado con liviana salsa ciboulette. Para ello, la pareja ideal sería un sauvignon blanc cosecha 2008 o un blend de chardonnay con torrontés.
Para resumir, podemos apelar a la historia. Allí descubrimos que hasta Leonardo da Vinci, cuando llegó a la corte de Florencia se horrorizó con los menjunjes pantagruélicos y desmesurados ofrecidos en los banquetes. Él mismo se tomó el trabajo de escribir un menú en donde equilibraba las carnes de caza, las aves, o los pescados con salsas que fueran convenientes.
(1) Revista El Gourmet - 2007





