Señal de ajuste

Con zombis o strip dance, la tele nos aleja de los problemas

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Silvina Escudero en un strip dance que concluyó revolcándose con su soñador en una cama de dos plazas y media donde repasaron casi todas las posiciones del Ananga Ranga. Foto: Ideas del Sur

Roberto Maurer

E s abrumadora la idea de dos invasiones de zombies casi simultáneas, separadas apenas por media hora, pero la tele nos las proporcionó el lunes, con los estrenos de “The walking dead”, a las 22, por Fox, y luego por “Dead set”, en I.Sat, a las 22.30. Si alguien no quedó satisfecho, al día siguiente tuvo en el National Geographic un documental sobre zombis.

Para entrar a ese mundo basta con saber que los zombis son muertos que caminan y que se levantan de sus tumbas para morder y contagiar a las personas, que a su vez se convierten en zombis, de manera que su multiplicación exponencial debe ser evitada, ya no para salvar a la humanidad, sino para que no sean ellos la humanidad. De todos modos, no habría cambios profundos, si se tiene en cuenta el estado actual de la especie.

Aunque ya en el Juicio Final, según el evangelio de Juan, aparecen los zombis, ningún interesado en el fenómeno puede omitir la lectura de la novela “Soy leyenda”, de Richard Matheson, donde los zombis se identifican con los vampiros, ni privarse de ver “La noche de los muertos vivientes”, de George Romero, otra metáfora involuntaria que materializa los miedos de la Guerra Fría.

UN ESTRENO MUNDIAL

Si se trata de conjurar temores inconscientes de la sociedad, en el caso de “The walking dead” en primer lugar habría que mencionar el pánico explícito de la industria del espectáculo ante la apropiación ilimitada de sus mercancías vulgarmente conocida como “piratería”, y que sólo sería una nueva manera de disfrutar de los entretenimientos soslayando el derecho decadente de la propiedad intelectual.

Para evitarlo, y por primera vez en la historia, “The walking dead” fue un estreno mundial simultáneo, o casi, ya que en Estados Unidos se conoció apenas con 24 horas de anticipación. Aun así, al día siguiente el episodio inicial ya estaba colgado en la red en un sitio llamado Series Yonkis, con la rapidez de un buen servicio público.

En el mismo, el policía Rick ha sido baleado y, cuando despierta en el hospital, descubre que hay cadáveres desfigurados en todas partes: durante su internación, aparecieron ejércitos de zombis que pusieron en fuga a quienes resistieron, entre los cuales se encuentran su esposa y su hijo, tal vez alojados en un centro de refugiados de Atlanta, y a quienes sale a buscar, armado, eliminando “caminantes” -así los llaman- mediante tiros en la cabeza, el lugar sensible que los devuelve a la muerte.

Un factor inesperado en el marco de las convenciones del género es el beso que ante nuestros ojos se dan la mujer de Rick y su mejor amigo, el compañero de patrulla de la policía. Es sorpresivo en el contexto de la catástrofe, y demuestra que la inclinación por la infidelidad es tan poderosa como una invasión zombi.

En el estilo del actual cine apocalíptico de Hollywood, se nos proporcionan esas imágenes de ciudades vacías, basura desparramada, vehículos destruidos y, a la vuelta de la esquina, una turba de muertos vivientes que, en este caso, al final del capítulo, tiene acorralado a Rick. Por lo que se sabe, habrá de llegar un momento en que los sobrevivientes serán más feroces que los zombis.

El factor inquietante de este subgénero reside en que los humanos no luchan contra extraterrestres, sino contra otros humanos, incluyendo a los parientes. Y si se buscan las alegorías inconscientes que en las sociedades occidentales cumplen la función de sublimar los miedos, los zombis podrían representar tanto a los inmigrantes como al terrorismo islámico en el marco pesimista de las ejecuciones hipotecarias.

GRAN HERMANO, EL ÚNICO REFUGIO

“Dead set” es inglesa, hay menos producción pero un estilo narrativo más moderno, y una idea absolutamente original. Durante la gala de expulsión de “Gran Hermano”, en el clima de paroxismo de la estación de televisión, comienzan a desatarse acontecimientos inexplicables en el “mundo exterior”: ha explotado la invasión zombi.

Antes, se ha escuchado una reflexión del director de la transmisión: “¿Qué es la televisión, en el fondo? Es una flecha bien enorme que apunta bien lejos de los problemas de la gente, sobre todo con programas como éste”, dice refiriéndose al conocido reality.

El grupo de tontos reunidos en la casa de Gran Hermano permanece ajeno a la hecatombe que los rodea, y el reality show, por lo que parece, se convertirá, paradójicamente, en el último refugio seguro de la raza humana.

Puede ser toda una verdad, si en lugar de sintonizar miniseries protagonizadas por seres horripilantes el espectador hubiera dedicado su tiempo al programa de Tinelli, donde en ese momento Silvina Escudero participaba con un strip dance que concluía revolcándose con su soñador en una cama de dos plazas y media donde repasaron casi todas las posiciones del Ananga Ranga.

Jadeante, sin el corpiño que Tinelli mismo le volvería a abrochar, Silvina Escudero miró al público y dijo, feliz:

—Vino mi papá, hoy.

La cámara tomó a un señor correctamente vestido, bastante canoso, que podía ser un bancario o un profesor de Instrucción Cívica, y que sonreía orgulloso por las hazañas de su hija.